La producción de agrocombustibles no es
solución para enfrentar el calentamiento global |
Premio Nobel de Química
enfatiza ineficiencia de los
agrocombustibles contra
cambio climático
El ganador del premio Nobel de Química en 1988, Hartmut
Michel, dijo que “con los biocombustibles no se ahorran
emisiones de dióxido de carbono”, gas que provoca el
calentamiento global, y que la promoción de esa alternativa
a nivel internacional “está fomentando la pérdida de selva
tropical en Indonesia, Malasia, algunas zonas
de África y en Brasil”.
El alemán de 59 años destacó al diario español El País que
en Brasil se está deforestando la Amazonia, selva
considerada el pulmón del mundo, para plantar soja, a fin de
usarla como materia prima para la producción de
agrocombustibles.
“Y quemar selva para producir soja libera una cantidad
enorme de dióxido de carbono a la atmósfera”, reflexionó. Si
los agrocombustibles no contribuyen a la reducción de las
emisiones contaminantes y su implantación implica fenómenos
ambientales graves como la deforestación de la selva
amazónica, ¿cómo se explica el brutal esfuerzo internacional
para estimular su producción?
Para Michel está muy claro: “los biocombustibles son
una idea muy atractiva, el término bio vende mucho”, dijo.
“Pero no soy el único que critica los biocombustibles, basta
hacer los cálculos”, agregó.
Michel
recibió el premio Nobel de Química, junto a Johann
Deisenhofer y Robert Huber, por determinar el
funcionamiento en detalle de la fotosíntesis. En la
actualidad continúa trabajando en el Instituto Max Planck de
Biofísica de Alemania, que se dedica a la
investigación científica.
La Unión Europea ordenó que el 5,75 por ciento del
transporte basado en energías de origen fósil deberá
funcionar con agrocombustibles antes de 2010. “Recomendaría
abolir esa directiva: con los biocombustibles no se ahorran
emisiones de dióxido de carbono”, sentenció Michel a
El País de España.
Reconoció que “es evidente que tenemos que reducir las
emisiones de dióxido de carbono si queremos frenar o reducir
el calentamiento global, tenemos que cambiar de energías
fósiles a energías renovables”.
Sin embargo, Michel explicó que el proceso de
producción de agrocombustibles implica la liberación de
cantidades importantes de dióxido de carbono a la atmósfera.
“Al menos el 50 por ciento de toda la energía contenida en
el biogás o en el biocombustible procede de fuentes
fósiles”, aseguró.
“Para producir algunos biocombustibles, como el etanol, hace
falta invertir mucha energía en forma de fertilizante, de
transporte, y también en el destilado del alcohol”, explicó.
Michel
agregó que los agrocombustibles son muy ineficientes desde
un punto de vista energético y que habría que plantar áreas
extremadamente extensas para satisfacer ese mercado. “El
biocombustible que se puede producir por unidad de
superficie y año contiene menos del 0,4 por ciento de la
energía solar que ha recibido esa superficie en el mismo
tiempo”, explicó.
Dijo, a modo de ejemplo, que “incluso si no contamos la
energía que hay que invertir en producir los
biocombustibles, hay que tener en cuenta que cubrir la
demanda de electricidad de Alemania con biocombustibles
exigiría dedicar toda la superficie del país a cultivos
energéticos”. Esos cultivos “son una manera muy poco
eficiente de usar el suelo”, sentenció.
Michel
aclaró que la verdadera alternativa es el uso de una energía
renovable como la solar. “Podríamos tener una granja solar
en el Sahara, por ejemplo, y convertir la energía que se
obtuviera en alguna otra forma de energía que se pueda
transportar, como el hidrógeno”, reflexionó.
Radio Mundo Real
14 de septiembre de 2007
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