La expansión del nuevo
Rey Azúcar*
tiene grandes costes
humanos y ecológicos
La aparición de los biocombustibles -que deberíamos
denominar simplemente agrocombustibles porque poco tienen de
bio- en la escena agrícola, se nos presenta como la
responsable directa de los aumentos de precios de los
cereales y, por lo tanto, de muchos de los productos de
alimentación básicos: pan, carne, leche y huevos. Un
análisis detenido muestra que, sin ser inocuos en este
sentido, su incidencia al día de hoy es relativamente baja.
Porque las razones de la subida de precios de los cereales,
en una agricultura globalizada, las encontramos lógicamente
en el contexto mundial. La demanda de cereales que ha
aumentado en los países asiáticos por la expansión de su
ganadería, las sequías en el norte de Europa que
disminuyeron su producción de cereales, las equivocadas
reformas de la Política Agraria Europea que han
desincentivado su producción, y finalmente la dedicación de
tierras para cultivar agrocombustibles, constituyen el
paquete completo de razones del aumento del precio de los
cereales. En definitiva cualquiera de ellas (también los
agrocombustibles) revela los peligros de dejar al mercado y
a la especulación a los mandos de la agricultura. En nuestro
caso, la Unión Europea no cuenta ya con mecanismos
para evitar estas situaciones y que garanticen una
autosuficiencia alimentaria y precios justos para la gente
que vive del campo. Aunque la subida del precio de los
cereales llega como agua bendita al campo, en realidad sólo
sitúa temporalmente el precio en el precio justo que debe
compensar los gastos y esfuerzos de los agricultores. Por
cierto, que los agricultores puedan vender a un precio
superior, no significa que eso ocurra y que obtengan mayores
beneficios. En algunos lugares los agricultores venden la
cosecha a futuro, es decir, lo que producen este año lo
tienen ya vendido a las grandes harineras al precio del año
pasado y no serán ellos los que disfruten de los mejores
márgenes, mientras que a los consumidores el alza de los
alimentos nos la repercuten desde ya. Además, el incremento
de los precios de los cereales ha provocado en cascada el
aumento de los precios de los insumos que requieren los
agricultores. Si todos quieren ganar (los oligopolios de las
harineras, agroindustria, semilleras, etc.), los que pierden
son los pequeños y medianos agricultores y los consumidores.
El protagonismo de los agrocombustibles tiene una segunda
vertiente realmente mucho más alarmante, la expansión de sus
cultivos por los países empobrecidos del Sur para satisfacer
las necesidades derrochadoras de energía de nuestros países.
De la misma manera que en el pasado fue la expansión del
Rey Azúcar (como lo denomina Eduardo Galeano) por
buena parte de Latinoamérica para cubrir las
necesidades de las metrópolis, ahora se repiten y repetirán
idénticas situaciones por la expansión de cultivos (caña de
azúcar, maíz, soja, palma africana, etc.) que puedan ser
destilados en diesel o etanol. Situaciones de explotación de
trabajadores, de quema de montes y expansión de la frontera
agrícola, de violencia, etc). En República Dominicana,
sembrados entre los latifundios de caña de azúcar se
encuentran bateyes (míseras viviendas) de haitianos
semiesclavizados, con salarios ínfimos, sin posibilidad
económica alguna de cruzar de nuevo la frontera hacía su
país, completamente desarraigados. En Brasil, como se
ha conocido recientemente, el pasado mes de marzo los
Fiscales del Ministerio del Trabajo rescataron 288
trabajadores
en
situación de esclavitud en São Paulo y 409 en el estado de
Mato Grosso en diferentes ingenios que producen etanol. La
investigadora del Ministerio del Trabajo, María Cristina
Gonzaga, que fue alertada de la situación, describe las
condiciones de vida en los cañaverales: “Trabajan sin un
registro formal, sin equipos de protección, sin agua o
alimentación adecuada, sin acceso a baños y con viviendas
muy precarias; además, tienen que pagar por vivienda, por
comida, que es muy cara, y necesitan pagar por instrumentos
como botas y machetes y, por supuesto, en caso de accidentes
de trabajo, que son muchísimos, no reciben el tratamiento
adecuado.” La expansión del Rey Azúcar, en
tiempos globales, no se concentra sólo en el continente
americano, e impregna también con sus empalagosos encantos
diferentes zonas africanas y asiáticas. En Uganda, la
corporación azucarera Metha, de capital hindú, quiere
destruir la reserva forestal Mabira, en la orilla norte del
Lago Victoria, morada de 300 especies de aves y de monos
poco comunes, con un papel vital en el ecosistema del país,
para expandir el cultivo de caña de azúcar y producir más
agrocombustibles. Para acabar con este triste viaje, podemos
hacer una parada en Indonesia, donde la fiebre del
biocombustible ha llevado a una gran expansión de otro
monocultivo, la palma aceitera. Indonesia es el
tercer país del mundo en superficie de bosque tropical, pero
la palma está provocando que estos bosques desaparezcan al
brutal ritmo de 3,8 millones de hectáreas al año (casi la
superficie total de Catalunya), lo que le coloca también
como el tercer país emisor de gases de efecto invernadero
debidos a la propia deforestación. El monocultivo de la
palma ha afectado, desde los años 90, a 10 millones de
personas que vivían directamente de este bosque.
Expansión de un Rey perverso, el Rey Biocombustible,
que avanza con medidas como la adoptada recientemente por
el
gobierno español aprobando para el 2010 la sustitución de un
5.83% de combustible fósil por agrocombustibles.
Aunque nos parezcan pequeños, estos porcentajes, que son
similares en EEUU y el resto de Europa,
obligarán a importar agrocombustibles de cualquier parte del
planeta sin tener en cuenta las nefastas repercusiones que
tendrá a todos los niveles (costes humanos y ecológicos como
hemos visto) y a escala planetaria. El humo del CO2
que todos queremos combatir no nos deja ver el avance de una
nueva co2lonizacion.
Gustavo Duch Guillot**
18 de
septiembre de 2007
* Neologismo utilizado
por Eduardo Galeano
**Director de
Veterinarios Sin Fronteras
artículos
relacionados
11-9-2007
Alimentos y Hambre
Biocombustibles, desequilibrios e injusticias que condenan a la desnutrición
Por Gustavo Duch Guillot, y Margarita Rivière |
Ilustración:
Rel-UITA
Volver
a Portada
|