La agricultura
brasileña nunca utilizó tanta cantidad de agrotóxicos como
en 2009. Pese a que las ventas se redujeron siete por ciento
en relación a 2008, llegando a 6.620 millones de dólares, el
volumen de agrotóxicos utilizados aumentó 7,6 por ciento,
superando por primera vez la marca de un millón de toneladas
en un año. Estos números convirtieron a Brasil en campeón
mundial en el uso de agrotóxicos.
Según datos de la Universidad Federal de Paraná (UFPR),
el consumo mundial de agrotóxicos creció 50 por ciento en
los últimos 10 años y las ventas superaron los 40.000
millones de dólares. El mayor mercado es Europa con
32 por ciento, seguida por Asia y América del
Norte con 23 y 22 por ciento respectivamente. América
Latina figura en último lugar con 19 por ciento.
Brasil es responsable por el 84 por ciento del comercio
de estos venenos en la región, con lo cual se convierte en
el mayor consumidor. En este país, las industrias de
agrotóxicos en 2009 negociaron 1,06 millón de toneladas -el
año anterior habían comercializado 986,5 mil toneladas- lo
que significa el asombroso promedio para la zafra 2009/10
de 22,3 kilos de agrotóxicos por hectárea, frente a los 20,7
kilos de la zafra anterior.
Dado que el consumo de agrotóxicos en su territorio aumentó
a una velocidad tres veces mayor que la mundial, en 2008
Brasil superó a Estados Unidos al sobrepasar los
7.000 millones de dólares en ventas, superándolo así en 600
millones de dólares. El crecimiento desmedido de este
mercado llevó, entre otras cosas, a que se registraran más
de 50 fusiones y adquisiciones de empresas. Actualmente las
ventas están concentradas en media docena de compañías,
disputándose Bayer y Syngenta el primer puesto
con cerca del 40 por ciento del mercado, Basf y
Monsanto, que suman otro 20 por ciento, disputan el
tercer puesto, mientras Dow y DuPont figuran
en el tercer escalón con una participación entre 5 y 10 por
ciento. La concentración es tal, que juntas las seis
mayores industrias de agrotóxicos tienen dos tercios del
mercado; las cuatro mayores captan el 55 por ciento y
considerando a las ocho líderes en ventas, el índice llega
al 78 por ciento.
El crecimiento exponencial del mercado de agrotóxicos en
Brasil -tanto de productos importados como producidos en
el país- así como la falta de controles, está teniendo
consecuencias dramáticas. Investigadores de la UFPR
crearon recientemente un observatorio del mercado
internacional de agrotóxicos y están encontrando datos
verdaderamente alarmantes. Un estudio publicado en el
suplemento Caminos del Campo del periódico Gazeta do Povo
formula una serie de inquietantes preguntas: ¿Los
productos aprobados en Brasil son realmente seguros?1
¿Cuál es el riesgo de que las industrias estén
vertiendo por aquí compuestos prohibidos en otras regiones
del mundo y descalificando los alimentos brasileños en el
mercado internacional?
Además, el prometedor mercado facilita el ingreso de
agrotóxicos de “muy mala calidad”, para decirlo de alguna
manera. Esto es lo que ocurre con el glifosato utilizado
actualmente, que en su mayoría es de origen chino. El
pasado febrero fueron decomisadas 360 toneladas del
agrotóxico en el puerto de Santos con un tenor de impurezas
70 veces por encima de lo permitido. Entre el 3 y el 7 de
mayo fueron apresadas 647,4 toneladas de fertilizantes en
siete municipios de São Paulo contaminados con metales
pesados tóxicos.
Para ANDEF
todo está bien
La ya célebre Associação Nacional de Defesa Vegetal (ANDEF)
de quien nos hemos
ocupado anteriormente entendió pertinente responder el
31 de mayo en una “nota aclaratoria” de dos páginas, el
contenido de un artículo aparecido en el periódico O
Estado de São Paulo del 30
de mayo, titulado: “Brasil es el principal destino de
agrotóxico prohibido en el exterior”. Resulta admirable la
velocidad de los escribas de ANDEF al servicio de
la industria de los agrotóxicos para elaborar, en tan pocas
horas, un documento con 8 puntos para contestar un artículo
que simplemente recoge datos conocidos y documentados.
No vamos a comentar los argumentos de ANDEF, de ello
se encargó la realidad. Ocho días después de publicada la
nota, Richard W. Stahlhut, investigador de la
Universidad de Rochester (Nueva York, USA)
manifestaba que “algunos productos químicos se acumulan en
la grasa del cuerpo y pueden alterar el sistema endocrino”.
Vale decir que para este científico, además de favorecer el
cáncer y contaminar ríos y mares, los agrotóxicos están
detrás de la epidemia de obesidad y diabetes que experimenta
el mundo2.
Ahora nos dirán que llegar a campeón tiene un costo y que
hay que pagarlo.
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