Investigación del Hospital Italiano de Rosario confirmó
los efectos de los agrotóxicos en la salud en los pueblos
sojeros
“Varias generaciones están comprometidas”. Seis pueblos de
la Pampa Húmeda, con niveles de cáncer superiores al normal
por el uso de los agrotóxicos.
Malformaciones, cáncer y problemas reproductivos tienen
vinculación directa con el uso y la exposición a
contaminantes ambientales, entre ellos los agrotóxicos
utilizados en los agronegocios.
Malformaciones, cáncer y problemas
reproductivos tienen vinculación directa con el uso y la
exposición a contaminantes ambientales, entre ellos los
agrotóxicos utilizados en los agronegocios. “Los hallazgos
fueron contundentes en cuanto a los efectos de los
pesticidas y solventes”, afirma Alejandro Oliva,
médico y coordinador de la investigación que abarcó seis
pueblos de la Pampa Húmeda y que confirma, en esas
localidades, la existencia de diferentes tipos de cánceres
-de próstata, testículo, ovario, hígado, páncreas, pulmón y
mamas- muy por encima de la media nacional. El estudio
también detalla que cuatro de cada diez hombres que
consultaron por infertilidad habían sido expuestos a
químicos agropecuarios y alerta que el efecto sanitario de
los agrotóxicos puede manifestarse en las generaciones
futuras. “Hijos o nietos de los trabajadores rurales, y las
poblaciones cercanas, son los que dentro de décadas pueden
sufrir las consecuencias”, advierte la investigación.
El estudio fue realizado entre 2004 y 2007
por un equipo del Hospital Italiano de Rosario, conducido
por Oliva, con el respaldo del Centro de
Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente (Ecosur),
la Universidad Nacional de Rosario, la Federación Agraria
local y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
La hipótesis de estudio del grupo multidisciplinario
(conformado por ecólogos, epidemiólogos, agrónomos,
endocrinólogos y sociólogos) señalaba que ciertos
agroquímicos podrían perturbar la fisiología hormonal. El
relevamiento en terreno confirmó que las funciones
reproductivas, tanto femeninas como masculinas, son
altamente sensitivas a diferentes agentes químicos
utilizados en la actividad agrícola. “Existen relaciones
causales de casos de cáncer y malformaciones infantiles
entre los habitantes expuestos a factores de contaminación
ambiental, como los agroquímicos”, afirma el trabajo,
realizado por etapas durante tres años y cuyos resultados
finales acaban de ser publicados en los Cuadernos de Salud
Pública de Brasil.
La investigación remarca que los factores
ambientales, como la exposición a pesticidas y solventes,
contribuyen a la severidad de la infertilidad y pueden
empeorar los efectos de factores genéticos preexistentes. El
relevamiento constata que el 40 por ciento de los hombres
que consultaron por infertilidad habían sido expuestos a
agrotóxicos y resalta que el sistema reproductivo masculino
puede padecer severas alteraciones debido a causas
ambientales, entre las que se destaca un aumento del cáncer
de testículo, malformaciones urogenitales, disminución en la
calidad seminal y disfunción eréctil.
La investigación recuerda que toda la zona
se fumigó por años con “organoclorados” (como se denomina a
productos como DDT, heptacloro, lindano y HCH), que de 1960
a 1978 tuvieron amplia difusión junto a los “organofosforados”,
como el Parathion. Del ’78 al ’94 la tendencia introdujo
nuevos químicos, como monocrotofós, endosulfán y piretroides.
Y desde el ’94 se aplicaron estos dos últimos más el
clorpirifós. “Sin olvidar la rotunda aparición del glifosato
y sus agregados”, recuerda el científico. Justamente las
organizaciones campesinas e indígenas acumulan denuncias
contra ese producto, cuyo nombre comercial es Roundup, de la
estadounidense
Monsanto, el agrotóxico más utilizado en la
agricultura actual. Sólo en el último año, y a razón de diez
litros de glifosato por hectárea, las tierras más
productivas de Argentina fueron rociadas con 165
millones de litros del cuestionado veneno. “Según cifras de
la FAO, Argentina ha aumentado en más de un 200 por
ciento el uso de agroquímicos, principalmente en la Pampa
Húmeda, debido a los herbicidas que se utilizan en la soja
transgénicas”, explica la investigación.
El grupo de profesionales remarca que la
incidencia del cáncer en áreas rurales es menor que en las
zonas urbanas, pero en su estudio detectaron lo opuesto: que
algunos tipos de cánceres se encuentran con mayor incidencia
en el mundo agrícola, tal es el caso de los linfomas no-Hodgkin
y los de próstata, asociados con la fabricación y el empleo
de agroquímicos. También sobresalen los cánceres de
testículo y ovario, mostrando una incidencia tres veces
mayor en el primer caso, y de casi dos veces en el segundo,
comparados con las estimaciones a nivel nacional. Los
cánceres de hígado fueron casi diez veces más y los de
páncreas y pulmón, el doble de lo esperado. En cuanto a la
mujer, se registra un aumento significativo de cáncer de
mama. También sobresalieron los cánceres de tipo digestivo.
“Esto puede ser por haber sido estas zonas muy expuestas a
los clorados, y ahora son zonas expuestas al glifosato, que
sabemos produce irritaciones digestivas permanentes”,
explican.
En un apartado especial se explica que el
efecto de los agrotóxicos puede manifestarse mediante dos
mecanismos: el contacto directo con la sustancia o que los
padres la hayan absorbido y trasmitido a través de sus
espermatozoides y óvulos a los hijos. “En diferentes
publicaciones se ha demostrado la existencia de casos de
cáncer con pacientes que no habían estado expuestos
directamente a los agroquímicos, pero si lo habían sido sus
padres o sus abuelos. Se produce cuando el químico impacta
en la trama genética y se va reproduciendo de generación en
generación. O bien pasa a través del útero de la madre”,
afirma Oliva. Y advierte: “En materia de salud
pública, se está comprometiendo en forma directa a varias
generaciones”.
Además del uso de agroquímicos, se señaló
como fuentes fijas de contaminación a las plantas de acopio
de cereales, los depósitos de plaguicidas, los lugares donde
se lavan y guardan los equipos de fumigaciones, basurales y
transformadores con PCB. El relevamiento demostró que más
del 90 por ciento de los casos de cáncer se encontraron
dentro de los 300 metros de esos focos contaminantes.
El trabajo tomó como muestra de estudio
áreas consideradas representativas del modelo de
agronegocios predominante en la Pampa Húmeda: localidades
rurales de hasta cinco mil habitantes, regiones donde la
soja abarca el 95 por ciento de la tierra cultivable y con
antecedentes de haber estado dedicadas a la producción
agropecuaria al menos desde la década de 1950. Se trata de
Pérez Millán, en el norte bonaerense, y Alcorta, Carreras,
Máximo Paz, Santa Teresa y Bigand, todas localidades de
Santa Fe.
Justamente en Bigand, el Ministerio de Salud
de Nación realizó un estudio con el objetivo de “determinar
factores de vulnerabilidad en poblaciones expuestas a los
plaguicidas”. En el marco del Plan Nacional de Gestión
Ambiental, con intervención de la Cátedra de Toxicología y
Química de la UBA, las conclusiones detallaron: “Más de la
mitad de los encuestados y el 100 por ciento de los
fumigadores refieren que ellos o conocidos estuvieron
intoxicados alguna vez. El 90 por ciento señala que no
existen personas resistentes a las intoxicaciones”. El
trabajo confirma efectos agudos como alergias, dolor de
cabeza, mareos, irritación respiratoria, dérmica y de ojos.
En el aspecto laboral, precisa que los trabajadores “en su
inmensa mayoría no tienen contrato de trabajo, ni cobertura
médica, y cobran a destajo”. “Son mencionados más de 40
pesticidas, predominando el uso de glifosato”, remarca el
relevamiento. La fecha de publicación fue 2002. Nunca más el
Ministerio de Salud difundió información sobre los
agrotóxicos.
Darío Aranda
Biodiversidadla
21 de
mayo de 2008
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