Apicultores
de Canelones nuevamente se enfrentan a mortandad de abejas,
situación que por cierto se repite constantemente desde hace
varios años. Esta vez la noticia viene de la zona de Las
Brujas y, como ya viene ocurriendo desde hace tres años,
siempre en el mes de agosto.
Se sospecha
que la mortandad podría haber sido causada por el uso del
insecticida fipronil u otros productos aplicados en un
cultivo de arándanos ubicado en las cercanías. El productor
de arándanos en cuestión se ubica en la Ruta 36 camino a Los
Cerrillos, unos 2 kilómetros pasando el cruce con la Ruta
48, cultivo que ocupa una superficie de entre 10 a 12
hectáreas.
Todo en orden ... pero las
abejas murieron
Los
apicultores perjudicados sumaron más de 80 colmenas. Se
hicieron las denuncias y personal del Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) visitó el
predio y, al ser consultada la Ingeniera Agrónoma
responsable de dichos cultivos, aseguró no haber autorizado
ningún producto tóxico para las abejas. Sin embargo, lo
cierto es que murieron las abejas que frecuentaban esa zona.
Lamentablemente, mortandad de abejas no solo ha ocurrido en
las últimas semanas en el departamento de Canelones, hechos
similares han sucedido en San José, Colonia y en otros
puntos del país.
Arándanos versus miel
Los
arándanos son el nuevo monocultivo “estrella” que en los
últimos años ha ido ganando terreno. Para poder “proteger”
este cultivo de las plagas se le aplican insecticidas,
funguicidas y herbicidas, todos ellos muy tóxicos para las
abejas.
Este fruto
se produce básicamente para exportación a países como
Estados Unidos entre otros y requiere de mucho cuidado, ya
que la fruta para exportación debe estar en perfectas
condiciones. Por lo tanto, al momento de tomar medidas para
asegurar la cosecha y exportación en excelente estado, se
hace uso de todo lo “necesario”. Esto implica la aplicación
masiva de agrotóxicos para prevenir o combatir enfermedades
o plagas que les puedan atacar.
En busca de
alimento, las abejas se acercan a predios contaminados,
donde resultan afectadas por los agrotóxicos existentes en
el ambiente. Algunas mueren en el camino, en tanto que otras
logran llegar a la colmena, donde contaminan al resto y es
así que los apicultores siguen perdiendo colmenas año tras
año en distintos zonas del país. Aumenta la exportación de
arándanos, pero a expensas de la exportación de miel.
Apenas un gesto de buena
voluntad
A raíz de
la mortandad enorme que ocurriera durante el verano 2008/09,
el MGAP estableció restricciones sobre el uso de
fipronil, prohibiendo su uso como insecticida y quedando
solo autorizado como hormiguicida y curasemillas;
para este último uso, las formulaciones aprobadas son polvo
mojable y concentrado emulsionable, que pueden ser usados
con máquinas pulverizadoras y por tanto afectar a las
abejas.
La
restricción del uso del fipronil por parte del Ministerio en
el 2009, ha sido un pequeñísimo grano de arena para
supuestamente detener la mortandad de las abejas. Lo cierto
es que el fipronil se sigue vendiendo en el país. La persona
que desee lo puede adquirir y hacer uso del mismo donde lo
estime más conveniente. O sea, que la restricción de uso ha
sido más un gesto de buena voluntad, que una medida real.
Los monocultivos de la
discordia
Además,
restringir el uso del fipronil, está muy lejos solucionar la
mortandad de las abejas, ya que aparte de esta sustancia
existen una cantidad importante de otros agrotóxicos que se
usan en el país y que son muy tóxicos para las abejas. Por
otro lado, los monocultivos que están asociados al uso
masivo de estas sustancias se siguen promoviendo como algo
positivo para el país, sin pensar en los impactos que estos
pueden generar, por lo que el problema sigue creciendo.
En nuestro
país se comercializan
28 principios activos reconocidas por la Unión
Europea y Estados Unidos como altamente tóxicos
para las abejas. Dichos principios activos se encuentran a
la venta en nuestro país como ingredientes en más de 200
productos comerciales, abarcando estos una amplia gama de
insecticidas, funguicidas y herbicidas. Tales productos son
vendidos con nombres muy sugestivos como Chacal, Toro,
Matrero, Lightning, Fighter entre otros, nombres con
connotación de fuertes e indestructibles.
El problema
no se puede reducir al cultivo del arándano en particular,
sino que se enmarca en el de los monocultivos en general.
Todo monocultivo implica la aparición de plagas y
enfermedades; es solo cuestión de tiempo. Tarde o temprano
el insecto u hongo que afecta al cultivo aparece y, debido a
la escasa biodiversidad existente en el monocultivo, no
tiene quien lo controle naturalmente. En tales condiciones,
el productor recurre al control químico a través de los
agrotóxicos, que hacen disminuir aún más la poca
biodiversidad del predio.
Ello vuelve
necesario que tenga que recurrir a mayores cantidades de
agrotóxicos y a productos cada vez más potentes. La droga
perfecta: mientras más se usa, más se necesita. Y al igual
que con la droga, los más afectados son los más cercanos. En
este caso, los productores apícolas.
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