Los
agrotóxicos continúan siendo usados a gran escala,
principalmente en los monocultivos agrícolas y transgénicos,
a pesar de sus efectos nocivos sobre el medio ambiente, la
salud de los trabajadores que los manipulan, los pobladores
rurales que los sufren y todos nosotros que los consumimos a
través de los alimentos.
Solamente
el año pasado, el mercado mundial de los agrotóxicos tuvo un
lucro líquido de 40.000 millones de dólares. La producción
de estas sustancias está concentrada en nueve
transnacionales, que controlan el 90 por ciento de la
producción: Syngenta, Bayer, Monsanto
BASF, Dow AgroSciences, DuPont y
Nufarm.
Dichos
datos fueron presentados por la Agencia Nacional de
Vigilancia Sanitaria (ANVISA) durante el III seminario
Nacional de Agrotóxicos, Salud y Sociedad realizado en
Brasilia durante la segunda semana de julio. También se dio
a conocer que 65 países de los 191 reconocidos por la ONU,
son más ricos por el mercado de los agrotóxicos. Debido a su
gran poder económico, esas empresas contribuyen con dinero
para financiar campañas para elegir a los representantes de
gobierno, a fin de que una vez electos defiendan sus
intereses y dificulten cualquier iniciativa de control o de
prohibición de estas sustancias.
Brasil
es uno de los mayores consumidores de agrotóxicos en el
mundo. Los cultivos de soja transgénica han acrecentado el
uso de estos productos, seguidos por el maíz, caña de azúcar
y algodón. En el 2008
el mercado brasileño consumió 673.862 toneladas de estos productos,
probando así -contrariamente a lo que dice la propaganda de
las empresas- que los cultivos transgénicos aumentan el uso
de los agrotóxicos.
Creciente importación de
agrotóxicos en Uruguay
La realidad
brasileña no es muy diferente de la nuestra. Paralelamente
con la introducción de los cultivos de soja y maíz
transgénicos ha habido un aumento sustancial de agrotóxicos.
Cifras publicadas recientemente por el MGAP muestran que el
aumento de las importaciones de herbicidas, insecticidas,
funguicidas y otros desde el 2002 al 2008 ha sido de 258 por
ciento.
En el 2002
entraron 5.336 toneladas y en 2008 13.770 toneladas de
agrotóxicos y todas éstas fueron utilizadas en cultivos
varios, liderados por la soja transgénica. Aparte de
combatir las plagas generadas por los monocultivos
agrícolas, estas toneladas de venenos fueron esparcidas en
nuestros ecosistemas, sobre los trabajadores y las
poblaciones aledañas a los cultivos.
En términos de dólares las
importaciones de estos agrotóxicos también crecieron
enormemente: desde un total de 34.054.441 dólares en el 2002
a 186.535.043 dólares en el 2008.
Si bien es
cierto que estas cifras no son comparables con las de
Brasil, para Uruguay son muy importantes y en
términos relativos casi iguales a las de ese país, ya que si
se multiplican las toneladas importadas en el 2008 por
Uruguay por 45 (puesto que Uruguay es 45 veces
más pequeño que Brasil), el resultado es 619.650
toneladas, cifra similar a la de Brasil.
Más solicitudes para
introducción de transgénicos
A
principios de julio se han presentado solicitudes de
autorización de tres maíces transgénicos, dos presentados
por YALFIN S.A. representante de la transnacional
Syngenta, y la otra autorización de maíz presentada por
Rutilan S.A. y Agar Cross Uruguaya S.A. A
estos se suma la solicitud de autorización de un nuevo
evento de soja transgénica por la empresa Monsanto.
Estas
solicitudes fueron presentadas a la Comisión para la Gestión
del Riesgo del Gabinete Nacional de Bioseguridad (CGR)
creada en julio del 2008 e integrada por los Ministerios de
Ganadería, Agricultura y Pesca, Vivienda y Medio Ambiente,
Economía y Finanzas, Relaciones Exteriores, Industria,
Energía y Minería y Salud Pública.
Recientemente también se han hecho anuncios de la
instalación de la empresa Monsanto en nuestro país,
información dada por el presidente del Instituto Nacional de
Semillas (INASE) Ing. Agr. Enzo Benech y
presidente de la Comisión para la Gestión del Riesgo.
Las penas son de nosotros,
las ganancias son ajenas
Las
empresas que venden las semillas transgénicas son las mismas
que venden los agrotóxicos, o sea, que su ganancia es por
partida doble. Nuestra población también sufre impactos por
partida doble, claro que estos por donde se les mire son
negativos: el uso masivo de agrotóxicos ha causado
intoxicaciones y enfermedades en las personas que aplican
estos venenos, muerte de abejas, terneros, peces,
contaminación del suelo y agua. Es un modelo avasallador,
que desplaza a los pequeños productores y está terminando
con la apicultura y con la pesca artesanal.
Los
impactos resultantes del uso de los agrotóxicos están
ampliamente reconocidos en el mundo entero. Más aún, se han
creado Convenios Internacionales para eliminar sustancias
extremadamente tóxicas, tanto para la gente como para el
medio ambiente. Lamentablemente los convenios se mueven al
ritmo que marcan las empresas, y mientras tanto, la
destrucción también avanza al ritmo marcado por éstas.
Mientras ello ocurre, las políticas públicas siguen
apostando a nuevas inversiones, sin hacer una evaluación
seria de impactos ni antes, ni durante ni después.
|