El
senador del oficialista Partido por la Democracia (PPD)
Guido Girardi, quien además es médico, expresó a la prensa
que los altos niveles de dioxinas descubiertos en la carne
de cerdo exportada por Chile podrían estar presentes en
otros productos alimenticios de consumo local como leche,
huevos, quesos y pescados, entre otros
Según Girardi, los altos niveles detectados de
dioxinas en criaderos de cerdos se deben a la “falta de
fiscalización por parte del gobierno. Es entendible que con
esto el Ministerio de Salud no quiera hacer alarma pública.
Es urgente que Chile cuente con un laboratorio, que
vale 3 millones de dólares, con el cual se esté monitoreando
todo el país: agua, suelo y alimentos. Hay que tratar de
identificar dónde fueron vendidos los productos
contaminados, o al menos cuáles no están contaminados”,
dijo.
En opinión de Girardi, los productos con dioxinas
provienen de las VII, VIII, IX y X Regiones. El ministro de
Agricultura, Reinaldo Ruiz, señaló que se inició una
investigación junto con el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG):
“Hemos dicho que frente a cualquier denuncia de predios en
los cuales se detecte alguna contaminación por dioxinas,
vamos a tomar todas las medidas para evitar que esa carne
llegue al mercado. Por eso hay varios predios puestos en
cuarentena por el Ministerio de Salud”. Ruiz informó
que el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón
finalmente levantó las restricciones impuestas al ingreso de
la carne de cerdo proveniente de Chile, tras las
garantías que le otorgó el SAG.
La autoridad sanitaria japonesa suspendió en forma preventiva
las importaciones de carne de cerdo chilena el pasado 11 de
julio, luego de que Corea del Sur detectara en dos
muestras de carne de cerdo niveles de dioxinas superiores al
máximo de ingesta diaria admisible, según las normas
niponas. Tras la detección de dioxinas, Agricultura, a
través del SAG, se abocó a establecer el origen de la
contaminación, entregando garantías de que “la carne
exportada por Chile cumple con todos los requisitos
exigidos”. Japón representa casi la mitad de las
exportaciones de cerdo chilenas.
La autoridad
sanitaria japonesa suspendió en forma preventiva
las importaciones de carne de cerdo chilena
luego de que Corea del Sur detectara dioxinas en
dos muestras de ese producto |
El director del SAG, Francisco Bahamonde, dijo
que se está actuando con “rigurosidad” para asegurar que
aquellos predios que “no cumplan cabalmente las exigencias
respecto a la calidad de sus productos, no participen en el
proceso de exportación de carnes”. El SAG no estaría
certificando partidas de carne que provengan de los seis
predios involucrados en la contaminación con dioxinas
detectada por Corea del Sur.
Tras el escándalo, Agricultura anunció un proyecto que creará
la Agencia Chilena de Inocuidad de los Alimentos. La
Ministra de Agricultura, Marigen Hornkohl, señaló que
el gobierno enviará al Congreso el proyecto de ley que
creará “una institucionalidad de la inocuidad los
alimentos”. Según Hornkohl, tanto el gobierno como
los productores han tomado “todas las acciones necesarias
para evitar futuras contaminaciones con dioxinas”, y explicó
que “actualmente sólo existen seis laboratorios en el mundo
especializados en el análisis de dioxinas”.
Pero, ¿es Chile un país confiable y serio en el tema
de la inocuidad y de resguardo de la calidad de sus
alimentos? ¿Puede estar la población absolutamente tranquila
en el sentido de que se estén tomando todas las medidas
necesarias para evitar la contaminación por agentes
cancerígenos como las dioxinas y otros?
Antonia
Fortt,
de la ONG Oceana, señala que la Celulosa CELCO
es culpable de “demasiados eventos de contaminación” sin que
las autoridades hayan tomado cartas. “CELCO ha dejado
en evidencia que su actividad es insustentable, burlándose
no sólo de la comunidad sino que pasando por encima de la
Comisión Nacional del Medioambiente y de la ministra de
Medioambiente, Ana Lya Uriarte”.
¿Es Chile un
país confiable y serio en el tema de la
inocuidad y resguardo de la calidad de sus
alimentos? |
Según Fortt, uno de los desastres ambientales
emblemáticos causados por esta planta fue la desaparición de
miles de cisnes del humedal del río Cruces, en el Santuario
Carlos Anwandter, que albergaba a más de 6.000 de
estas aves de cuello negro, entre otras especies.
En 2004, tras la operación de la planta Valdivia de
CELCO, sus descargas al río “la hicieron protagonista
del peor desastre ambiental del país, con cisnes muriendo en
el agua o cayendo durante el vuelo. La misma empresa, esta
vez en su planta Licancel, ubicada a unos 110
kilómetros al poniente de Curicó, nuevamente nos
‘deslumbró’ con su comportamiento ambiental: descargó litros
de licor negro* que cubrieron 20 kilómetros del río
Mataquito y dejaron una mortandad de miles de peces. El
derrame se convirtió en una fuente de riesgo para la
agricultura de toda la zona. Y como si eso no fuese
suficiente, más tarde la industria botó 50.000 litros de
residuos industriales líquidos pese a una prohibición
expresa instruida por la autoridad sanitaria”, dice.
Y a eso se agrega un derrame de trementina en la caleta de
pescadores de Laraquete, VIII Región, y la
destrucción de las zonas de extracción de peces en la costa
de la planta Arauco. “¿Cuántos errores ambientales
más tiene que cometer la empresa para que el gobierno le
exija los más altos estándares de calidad que existen en el
mundo para este tipo de producción? Chile ratificó el
Convenio de Estocolmo, que compromete los signatarios a
reducir las fuentes de dioxinas. Dado que las plantas de
producción de celulosa que blanquean su pulpa son las
principales generadoras de estos químicos -catalogados por
la Organización Mundial de la Salud (OMS) como
agentes con un alto riesgo cancerígeno en humanos- ya es
hora de detener las aprobaciones ambientales de esta
industria”, advierte Antonia Fortt.
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