La soberanía alimentaria es un principio, un derecho y un
legado de las mujeres rurales, los campesinos, trabajadores
rurales, Pueblos Indígenas y pescadores, que fue adoptada
por los movimientos sociales para la construcción de un
mundo, de una nueva sociedad, de una nueva forma de
comprender las relaciones políticas, el desarrollo, los
derechos humanos, la democracia y la forma de producir y
mantener los alimentos y los sistemas alimentarios, en un
mundo que se desangra día a día por la vergüenza que
significa 81 millones de personas en extrema pobreza y 52
millones de subnutridos en América Latina y El Caribe y 854
millones en el mundo entero.
En Brasilia, Brasil, entre los días 10 y 13 de abril
de 2008, el Comité Internacional para la Soberanía
Alimentaria - CIP - (Coordinación Regional América
Latina y El Caribe) facilitó la realización de la
Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria, por los
Derechos y por la Vida que antecedió a la 30ª
Conferencia Regional de la FAO.
Provenientes de 20 países, nos reunimos representantes,
hombres y mujeres, campesinos, agricultores familiares,
trabajadores rurales, pescadores, jóvenes, Pueblos
Indígenas, redes y ONG´s, involucrados en la soberanía
alimentaria y el derecho a la alimentación, para analizar el
desarrollo económico y social de América Latina, el
modelo industrial de agricultura y pesca y sus efectos
sociales y climáticos, y las alternativas basadas en la
soberanía alimentaria. La Conferencia Especial también tuvo
como objetivo dar seguimiento a la Cumbre Mundial de la
Alimentación: 10 años después; al Foro Mundial de Soberanía
Alimentaria de Nyéléni; a la Conferencia Internacional de
Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR); elaborar
recomendaciones para la 30ª Conferencia Regional de FAO; así
como construir un plan de acción de la sociedad civil
fortaleciendo y desarrollando alianzas estratégicas.
Sostenemos que la soberanía alimentaria es un principio, una
visión y un legado construido por los Pueblos Indígenas,
campesinos, agricultores familiares, pescadores, mujeres,
jóvenes y trabajadores rurales, la que se ha convertido en
una plataforma aglutinadora de nuestras luchas y en una
propuesta para la sociedad en su conjunto.
Afirmamos que el hambre y la pobreza, no son producto de la
casualidad, sino de un modelo que viola el derecho a la vida
digna de las personas y de los pueblos,
acrecentando la subordinación de la mujer, explotando su
trabajo e invisibilizando su aporte social, económico y
cultural. A pesar de la evidencia en todo el mundo de los
nefastos efectos del modelo neoliberal, el sistema
internacional, los gobiernos y las transnacionales insisten
en someter al planeta a un desarrollo que agota las
posibilidades mismas de la vida, convirtiendo a las personas
en meros agentes productivos, sin rostro y sin historia.
La liberalización económica, como único camino para el
desarrollo, es directamente proporcional al crecimiento de
la pobreza y el hambre en la región; el no ejercicio de la
soberanía alimentaria compromete gravemente la soberanía de
los propios estados.
La crisis del modelo dominante de producción y distribución
de alimentos se refleja hoy, en la especulación a gran
escala de los mismos y en el alza injustificada de los
precios. La violencia con que son reprimidos los pueblos,
como los hechos suscitados recientemente en Haití y
en otras partes del mundo, constituye un síntoma evidente de
un problema estructural, que si no es encarado de manera
inmediata por los gobiernos, a través de políticas públicas
adecuadas, puede transformarse en una situación explosiva.
Advertimos que esto no puede convertirse en excusa para el
uso de transgénicos, plaguicidas y de tecnologías que
reproducen este modo de producción.
Mientras que las consecuencias del cambio climático
confirman las responsabilidades de las transnacionales y los
países del Norte se benefician de las soluciones de mercado,
establecidas en el marco de las negociaciones de la
Convención de Cambio Climático, el planeta, la tierra, los
océanos y los ecosistemas que mantienen la vida, están en
riesgo como nunca antes en la historia de la humanidad. El
calentamiento global y el cambio climático, que afectan con
especial violencia a los Campesinos, Pueblos indígenas y
Pescadores, son el resultado del mismo modelo desarrollista.
Dada la gravedad del problema, la FAO ha convocado a una
“Conferencia de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria y los
Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía” que se
realizará en junio de 2008, en Roma. Es indispensable y
urgente la participación de las organizaciones y los
movimientos sociales en esta Conferencia.
En el momento actual, la disyuntiva es, o promover un modelo
basado en los agronegocios, los agrocombustibles y en la
pesca de gran escala, orientados todos a la exportación y
para lucro de unos cuantos, o bien impulsar una agricultura
campesina, familiar e indígena y la pesca artesanal, con la
diversidad de sistemas productivos basados en relaciones de
género justas y en la enorme riqueza de conocimientos y
prácticas ancestrales, acumuladas por generaciones que
garantizan la producción de alimentos y el bienestar
sostenible de las personas y de la biodiversidad.
Ante la ideología neoliberal y su modo de explotación del
planeta, las mujeres y los hombres representantes de La
Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria, por los
Derechos y por la Vida, manifiestan que:
Los sistemas tradicionales de producción de alimentos,
constituyen un derecho humano y son patrimonio de nuestros
pueblos campesinos, indígenas y pescadores y están al
servicio de la humanidad.
La concentración de la tierra, bosques y agua de los pueblos
en manos de las transnacionales, conduce a una guerra por
los alimentos y abre la posibilidad del control político
sobre las naciones. La mercantilización de la tierra
impulsada por el Banco Mundial, que ha dado como resultado
una vez más la concentración, la extranjerización de la
tierra y pérdida de territorios, constituye una de las
mayores causas de expulsión de campesinos y Pueblos
Indígenas de sus tierras y comunidades. Asimismo, los
pescadores son expulsados de la zona costera y sus derechos
limitados sobre las zonas marítimas. La tierra y los
océanos, además de ser medios de reproducción, son espacios
y ambientes de vida, de culturas y emotividad, de identidad
y espiritualidad. Por lo mismo, no son mercancías, sino
componentes fundamentales para la vida, a los cuales se
accede por derecho, de manera inalienable e imprescriptible.
La Conferencia Especial declara:
-
Que la recuperación de la autonomía y la soberanía
alimentaria, cultural y política para los pueblos
requiere de políticas y programas que fomenten la
producción de la agricultura campesina, familiar e
indígena, además de la pesca artesanal, como garantía
para acceder a alimentos inocuos, nutritivos y
suficientes, y como un aporte económico fundamental en
el sostenimiento de las sociedades actuales. Es
necesario valorar y promover a la agroecología como
único modo de producir alimentos de alta calidad,
respetando los ecosistemas y reconociendo los
conocimientos de los campesinos, indígenas y
agricultores familiares,
-
Que es inadmisible que la implementación del marco
jurídico que garantiza el derecho humano a una
alimentación adecuada, sea impuesto sin la participación
efectiva de los ciudadanos. Instamos a la FAO que
desarrolle consultas reales que establezcan consensos
entre los gobiernos y la sociedad civil para la
construcción de leyes de soberanía alimentaria.
-
Rendimos tributo a la hoja de coca que ha sido utilizada
por milenios por los Pueblos Indígenas de los Andes y
que forma parte de su patrimonio cultural. Rechazamos
que la hoja de coca sea declarada un cultivo ilegal y
que se criminalice por este motivo a las comunidades de
campesinos e indígenas en lugar de perseguir a los
verdaderos responsables del tráfico de narcóticos, los
que se esconden detrás del sistema financiero
internacional, involucrando incluso altas esferas
políticas y militares.
-
Los representantes expresan su más enérgico rechazo a la
generación, desarrollo y uso de agro combustibles y toda
la generación de energía a través de la biomasa, tal
como viene siendo promovida por gobiernos,
corporaciones, agencias de ayuda, las Naciones Unidas,
las instituciones financieras internacionales y demás
agentes interesados en su producción a gran escala y en
su comercio internacional. El desarrollo y uso de
agrocombustibles no cambia, sino que perpetúa el modelo
de producción y consumo de la civilización moderna,
urbana e industrial. Resulta imperativo que se apruebe
la moratoria sobre agrocombustibles. Del mismo modo, el
desarrollo e imposición de organismos genéticamente
modificados, que acompañados de un paquete tecnológico
basado en plaguicidas han ido reemplazando
sistemáticamente a los cultivos tradicionales, volviendo
cada vez más precaria y dependiente la vida de los
pueblos. Cabe también responsabilidades a los medios
masivos de comunicación y multimedia que manipulan,
falsean, ocultan o tergiversan la información
promoviendo este tipo de desarrollo.
-
Es urgente que los gobiernos garanticen que la FAO
recupere su mandato original. La FAO, no debe ser
reducida a un órgano técnico intergubernamental, sino
que puede y debe ser un agente activo en la lucha contra
el hambre y la pobreza e impulse el mantenimiento y la
recuperación de los modos tradicionales de producción de
alimentos, comprometiéndose de manera prioritaria con la
realización del derecho a la alimentación, en el marco
de la soberanía alimentaria y creando un entorno
propicio para un diálogo eficaz de alto nivel entre los
gobiernos y los movimientos y organizaciones sociales.
-
La FAO y los gobiernos deben dar seguimiento a los
compromisos adoptados en la Declaración de la
Conferencia Internacional de Reforma Agraria y
Desarrollo Rural, CIRADR. Su continuidad no puede
limitarse a estudios y consultas de orden técnico. La
Reforma Agraria, comprendida en la Declaración final de
la CIRADR, significa que el acceso a la tierra
pasa por una reforma agraria integral, que la distribuya
desde la perspectiva del territorio, garantizando no
sólo el acceso a ella sino a todos los instrumentos y
mecanismos que garanticen condiciones de igualdad y
permitan una vida rural digna y justa. Ello requiere de
acciones concretas, del apoyo para la generación de
políticas publicas, visión de estado y compromiso de los
organismos internacionales. De este modo, resulta
imperativo crear un mecanismo de alto nivel para un
diálogo político permanente con los movimientos y
organizaciones sociales rurales en el seno de la
Conferencia Regional y de los Comités de Seguridad
Alimentaria y Agricultura, a fin de definir
orientaciones para políticas públicas y acciones que
deben ser implementadas en este marco.
-
Con respecto a los dos Programas de Cooperación Técnica
para el seguimiento a la CIRADR, proponemos que
la FAO convoque al CIP y a los representantes de
movimientos campesinos, de agricultores familiares,
mujeres rurales, indígenas, trabajadores rurales,
pescadores y jóvenes, a una mesa de trabajo para
concretar el diseño y la implementación de los TCP y
para analizar propuestas como la de las Directrices por
el Derecho a la Tierra o la creación de un centro de
reforma agraria.
-
Los gobiernos deben asegurar que en el proceso de
reforma de la FAO se mantenga una arquitectura de género
permanente, con presupuesto suficiente y con los debidos
mecanismos participativos, de consulta y toma de
decisiones.
-
Los y las representantes hacen público su reconocimiento
al Ministerio de Desarrollo Agrario -MDA- y al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, por su
apoyo para la realización de esta Conferencia Especial y
sin cuyo concurso no hubiera sido posible, perdiéndose
un mecanismo político imprescindible para el diálogo
entre los gobiernos y los movimientos y organizaciones
sociales, cuestión que hubiera sido extremadamente grave
considerando que en la 30ª Conferencia Regional de FAO,
se están discutiendo precisamente materias relacionadas
con el desarrollo regional y el seguimiento de la
CIRADR.
Finalmente, la Conferencia Especial demanda a los gobiernos
representados en la 30ª Conferencia Regional de la FAO:
1
Detener la criminalización de los movimientos
sociales y terminar con la militarización de los
territorios de los pueblos y comunidades. Esta
Conferencia manifiesta su solidaridad con todos
los hombres y mujeres del mundo, que por sus
luchas se encuentran perseguidos y encarcelados.
2
Acabar con la producción de
agrocombustibles. Hacemos nuestro el llamado
urgente del Relator de Naciones Unidas para el
Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler,
para que los gobiernos declaren una moratoria
internacional sobre todos los incentivos para la
producción y el comercio de los agrocombustibles.
Urgimos a la FAO, en su condición de garante de
la alimentación en el mundo, a que en su 30ª
Conferencia Regional haga suya esta moratoria.
3
La concreción de una Reforma Agraria integral,
radical, con la debida consulta y el
consentimiento libre, previo e informado de los
Pueblos y las comunidades.
4
La inmediata ratificación por los gobiernos del
Convenio 184 de la OIT referente a la salud y
seguridad de los trabajadores rurales por los
derechos y por la vida y La Convención
internacional sobre la protección de los
derechos de todos los trabajadores migratorios y
de sus familiares adoptada por la Asamblea
General de Naciones Unidas en su resolución
45/158, del 18 de diciembre de 1990.
5
Instamos a que los gobiernos de la región y la
FAO en particular, adopten medidas urgentes en
orden a restablecer los sistemas alimentarios
nacionales de Haití, que permitan al
pueblo recuperar su autonomía. No más armas; no
más tropas. |
POR LOS DERECHOS Y POR LA VIDA
POR UN PRESENTE Y UN FUTURO SIN HAMBRE,
ES TIEMPO DE SOBERANÍA ALIMENTARIA
|