Nicaragua
sigue siendo una de las naciones más vulnerables por sus
altos niveles de pobreza y la situación de inseguridad
alimentaria y nutricional avanza sin dar tregua. Frente a
esta situación, las 73 organizaciones que conforman el Grupo
de Interés por la Soberanía y Seguridad Alimentaria y
Nutricional (GISSAN) dieron a conocer su posicionamiento
frente a esta crisis.
Según los nuevos cálculos realizados por la FAO
en
2008, se estiman en 923 millones las personas en el mundo
con hambre.
Nicaragua, firmante de los Acuerdos de la Cumbre
Mundial de la Alimentación (CMA) de Roma y de la
Cumbre de los Objetivos del Milenio, se comprometió a luchar
seriamente para reducir el número de personas que padecen de
hambre y desnutrición al menos en un 50 por ciento antes de
llegar al 2015.
“Los
datos más recientes de la pobreza extrema establecen que
2.224.814 nicaragüenses viven en condiciones infrahumanas,
de pobreza extrema, hambre y desnutrición.
El gobierno actual ha planteado como su principal enfoque
social la lucha contra la pobreza, el hambre y la
desnutrición con el supuesto de establecer la soberanía
alimentaria en el país. Es la primera vez en los últimos 16
años que un gobierno en Nicaragua plantea que la
soberanía alimentaria es la solución ante esta difícil
situación, sin embargo los programas implementados todavía
presentan debilidades en su aplicación”, explica el
resumen ejecutivo del GISSAN.
Para Eduardo Vallecillo, facilitador nacional del
GISSAN, “estamos presentando un informe sobre la
situación de inseguridad alimentaria que Nicaragua
vive, en el que hemos construidos unos indicadores que están
muy ligados a los aspectos económicos. Analizamos -continuó
Vallecillo- cuánto significa la relación de la
inversión privada en nuestro país versus las remesas en la
estructura del Producto Interno Bruto (PIB).
Descubrimos
que el 40 por ciento de su estructura está constituido por
las remesas familiares y sólo el 18 por ciento por
inversiones privadas. Esto significa que toda la apertura
comercial que se dio en Nicaragua a través de los TLC ha
sido una farsa y Nicaragua va a ser más pobre aún”,
aseveró el representante del GISSAN.
En su Documento de Posición, las organizaciones miembros de
GISSAN recomendaron valorar la experiencia que las
ONG han desarrollado en programas de Soberanía y Seguridad
Alimentaria y Nutricional y trabajar de forma coordinada
con las instituciones y la sociedad civil, con el propósito
de realizar intervenciones integrales para la consecución de
los objetivos de programas establecidos por el gobierno. Se
pidió también que “el
Estado
promueva una política de reforma agraria integral que
beneficie a los pequeños y pequeñas productoras sin tierra o
con poca tierra, protegiendo, promoviendo y conservando las
semillas criollas. Acelerar además el proceso de
legalización de tierras para las comunidades indígenas y las
mujeres”.
Para Ana Rosa Moncada de la Asociación SOYA de
Nicaragua (SOYNICA), “es fundamental que la Asamblea
Nacional apruebe la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y
Nutricional (SSAN), la cual fue prometida para el mes
de marzo del 2008 y todavía está estancada, mostrando de
esa manera el poco interés por parte de la clase política y
empresarial. Además -continuó Moncada en su
intervención en ocasión del Día Mundial de la Soberanía
Alimentaria- pedimos que el gobierno de Nicaragua
tome medidas frente a la crisis alimentaria mundial,
luchando para mantener estabilidad en los precios de los
alimentos. Finalmente es necesario que se apruebe la Ley de
Bioseguridad, en acuerdo con el Protocolo de Cartagena, que
asegure la protección del patrimonio biológico y nacional
ante la apertura de la propiedad intelectual y las patentes
con la firma del CAFTA y otros tratados comerciales”,
concluyó la representante de SOYNICA.
Un fuerte
llamado llegó también de las mujeres rurales organizadas,
las cuales pidieron llevar el tema de la soberanía y
seguridad alimentaria a nivel de gobiernos locales, acelerar
el proceso de legalización de tierras en mano de mujeres,
que se les reconozca el papel que desarrollan en la
producción de alimentos y que se les brinde asistencia
técnica a fin de contribuir al incremento de la
productividad y producción sana de alimentos.
“Como GISSAN
respaldamos
sobre todo el trabajo de la mujer rural. De cada diez
personas que padecen de hambre en el mundo, siete son niñas
o mujeres
y una de las propuestas que estamos trabajando es una
campaña internacional que se llama “Mujeres por un futuro
sin hambre”. En este sentido estamos demandando el
acceso real de las mujeres a los recursos naturales y
productivos, como la tierra, las semillas, el agua, los
bosques y también al crédito, la investigación, la
asistencia técnica y los mercados. Estamos trabajando con
diferentes instancias y hemos introducido una propuesta de
ley para la compra y titulación de bancos de tierra para
mujeres”, concluyó Vallecillo.
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