Las grandes 
                    empresas las inundan de dinero. Y muy pronto, las 
                    asociaciones empiezan a adoptar la postura de las grandes 
                    empresas. Un buen 
                    ejemplo es la American Diabetes Association (ADA; Asociación 
                    Estadounidense contra la Diabetes). A principios de mes, la 
                    ADA llegó a un acuerdo con el fabricante de golosinas y 
                    refrescos Cadbury Schweppes. 
                    
                     
                    
                    El acuerdo 
                    es este: Cadbury Schweppes inyecta un par de millones de 
                    dólares a la ADA. A cambio, la empresa puede usar la 
                    etiqueta de la asociación en sus bebidas dietéticas… más la 
                    publicidad positiva que genere el acuerdo. Cadbury 
                    fábrica Dr. Pepper y delicias tan nutritivas como el Cadbury’s 
                    Cream Egg. Hay que tener la cabeza enterrada a mucha 
                    profundidad en la arena para negar que los refrescos llenos 
                    de azúcar están fomentando la obesidad infantil; que a su 
                    vez está fomentando la diabetes tipo 2. 
                    
                     
                    
                    Esta misma 
                    semana, la Journal of Pediatrics (Revista de 
                    Pediatría) publicó un estudio que atribuye gran parte de 
                    la culpa de la diabetes infantil a los refrescos y a las 
                    bebidas azucaradas. El estudio concluía que una lata de 
                    refresco contiene una media de 165 calorías y que el 
                    adolescente típico consume aproximadamente dos latas de 12 
                    onzas de refresco al día; lo que equivale a 20 cucharaditas 
                    de azúcar. Cualquiera 
                    que conozca a los adolescentes sabe que esto es verdad: 
                    beben toneladas de refrescos.
                    
                      
                        
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                Me engrasa 
                
                  
                
                
                
                
                
                
                
                El mundo de McDonald's
                 
                
                
                
                
                
                
                
                Por Gerardo Iglesias |  | 
                      
                     
                    
                     
                    
                    El acuerdo 
                    Cadbury/ADA fue criticado inmediatamente por Gary Ruskin, de 
                    Commercial Alert, con sede en Portland, Oregón. Ruskin 
                    quiere que la ADA devuelva a Cadbury Schweppes lo que 
                    considera una «contribución corrupta». «Puede que 
                    la Asociación Estadounidense contra la Diabetes deba ser 
                    rebautizada como Asociación Estadounidense por la Comida 
                    Basura --declaró Ruskin--. ¿Qué es lo siguiente? ¿Empezar a 
                    vender barras de golosinas para M&M/Mars?». «Si 
                    Cadbury 
                    Schweppes quisiera realmente reducir la incidencia de la 
                    obesidad y de la diabetes, dejaría de hacer publicidad de 
                    sus productos con un contenido elevado de azúcar y los 
                    retiraría de las escuelas de nuestro país. Esto no es más 
                    que otro intento de una importante empresa de comida basura 
                    de diluir su responsabilidad en la epidemia de obesidad y 
                    diabetes de Estados Unidos.» 
                    
                     
                    
                    Llamamos a 
                    Richard Kahn, director médico de la ADA, que además trabaja 
                    como científico para la asociación, para preguntarle al 
                    respecto. Fue una larga conversación, y Kahn nos advirtió 
                    varias veces de que si sacábamos sus comentarios «fuera de 
                    contexto» nunca volverá a hablar con nosotros (la 
                    transcripción íntegra de la entrevista está en 
                    www.corporatecrimereporter.com. Juzguen ustedes mismos).
                    
                    
                     
                    
                    Pero en 
                    general, Kahn parecía más un defensor de la industria que un 
                    funcionario de la salud pública. Kahn dice 
                    que el problema de la diabetes tipo 2 en Estados Unidos está 
                    impulsado por la obesidad. Y el peso no es más que una 
                    función de las calorías que entran y las que salen. No 
                    importa si las calorías son azúcar, proteínas o hidratos de 
                    carbono. 
                    
                     
                    
                    Le 
                    preguntamos a Kahn si creía adecuado lo que han hecho 
                    algunos estados y gravar los refrescos con un impuesto. Kahn dijo 
                    que creía que no era justo criticar los refrescos. ¿Por qué 
                    no gravar los dónuts? ¿O las golosinas? ¿O a las personas 
                    con sobrepeso? Dijo 
                    también que no había pruebas de que el azúcar o los 
                    refrescos azucarados agravasen el problema de la obesidad 
                    (la entrevista se hizo justo antes de que la Journal of 
                    Pediatrics difundiera sus conclusiones, pero según el 
                    Centro para la Ciencia en el Interés Público, varios 
                    estudios anteriores han relacionado el consumo de refrescos 
                    con el aumento de peso. Vaya.)
                    
                    
                     
                    
                    Le 
                    preguntamos a Kahn si creía adecuado limitar el acceso a la 
                    comida basura. Dijo que 
                    limitar el acceso a la comida basura no serviría. Le 
                    preguntamos por qué entonces la ADA apoyaba una ley 
                    propuesta por el senador Edward Kennedy (demócrata, 
                    Massachusetts) que limitaría el acceso a la comida basura 
                    por medio de máquinas expendedoras de los niños en edad 
                    escolar. «Porque hay 
                    poco que perder y potencialmente algo que ganar limitando 
                    los alimentos que se venden en máquinas expendedoras», dijo 
                    Kahn. ¿Y qué se 
                    perdería gravando los refrescos? 
                    
                     
                    
                    Kahn 
                    defendió aceptar dinero de Cadbury --tuvimos que recordarle 
                    que era una empresa de golosinas-- diciendo que Cadbury sólo 
                    tenía autorización para usar la etiqueta de la ADA en sus 
                    bebidas dietéticas. Y que el dinero se usaría para programas 
                    educativos destinados a animar a la gente a que hiciera más 
                    ejercicio físico. Y no se 
                    trata sólo de Cadbury Schweppes. 
                    
                     
                    
                    La ADA 
                    recibe mucho dinero de un amplio abanico de fabricantes de 
                    fármacos y alimentos. Entre las compañías de alimentación 
                    figuran Cadbury, Kraft Foods, J.M. Smucker Company, 
                    General Mills, Inc. y H.J. Heinz Company.
                    Naturalmente, la ADA no es la única. Un médico amigo 
                    nuestro, el doctor Matt Hahn, que dirige un centro de salud 
                    comunitario en Hancock, Maryland, ha recibido hace poco una 
                    caja con cien muestras de cereales Smart Start de Kellogg’s.
                    
                     
                    
                    La caja iba 
                    acompañada de una carta de Michael McBurney, que se 
                    identificaba como director de nutrición y regulación. Pero puesto 
                    que su nombre y su firma figuraban directamente encima del 
                    nombre “American Heart Association” (AHA, Asociación 
                    Estadounidense del Corazón), el doctor Hahn pensó que 
                    McBurney trabajaba para la AHA. 
                    
                    
                     
                    
                    En 
                    realidad, McBurney trabaja para Kellogg’s. Lo que 
                    sorprendió al doctor Hahn fue que Kellogg’s o la AHA 
                    esperaran que regalara a sus pacientes los cereales, que 
                    contienen grasas trans. El doctor Hahn nos dijo que no 
                    pensaba hacerlo, ya que sus pacientes pueden obtener 
                    cereales sin grasas trans. La AHA dice 
                    que está de acuerdo con el doctor Hahn en que la gente 
                    debería limitar su consumo de grasas trans. Pero dijo que 
                    había certificado los Smart Start de Kellogg’s porque 
                    cumplen lo establecido en las directrices de la asociación, 
                    que incluyen contener menos de tres gramos de grasa por 
                    ración.  
                    
                     
                    
                    «En lo que 
                    se refiere a los cereales Smart Start de Kellogg’s, la 
                    etiqueta sobre nutrición dice que contiene cero gramos de 
                    grasas trans, lo que significa que contiene menos de 0,5 
                    gramos de grasas trans», dijo Carrie Thacker, de la AHA. 
                    Vaya… cero es igual que menos de 0,5. 
                    
                     
                    
                    Thacker 
                    dice que Kellogg’s no da dinero a la AHA, aunque luego 
                    supimos por el Centro para la Ciencia en el Interés Público 
                    que la AHA cobra a las empresas 7.500 dólares por producto 
                    certificado, y 4.500 dólares al año con posterioridad… más 
                    otras cantidades. Y al igual que la ADA, la AHA obtiene 
                    cuantiosos donativos de una larga lista de fabricantes de 
                    fármacos y alimentos. Después, 
                    naturalmente, está la American Cancer Society (Asociación 
                    Estadounidense contra el Cáncer).
                    
                     
                    
                    Sólo 
                    diremos que coincidimos con el doctor Samuel Epstein cuando 
                    señala que la Asociación contra el Cáncer lleva años 
                    aceptando insensatamente millones de dólares de las grandes 
                    empresas. El problema 
                    es que los donantes están interesados en desviar la atención 
                    de las causas medioambientales del cáncer y en centrarla en 
                    los tratamientos farmacéuticos y de otro tipo. Como dice 
                    el doctor Epstein: «Existe una obsesión por el control de 
                    daños --revisión, diagnóstico y tratamiento-- junto con la 
                    indiferencia hacia la prevención, lo que agrava los ya 
                    largos conflictos de interés con un amplio abanico de 
                    industrias, unido al desprestigio sistemático de las pruebas 
                    sobre causas evitables del cáncer.» 
                    
                     
                    
                    Lo mismo 
                    cabe decir de la diabetes. Lo mismo 
                    cabe decir de las enfermedades del corazón. Todo se 
                    derrumba.