El 22 de marzo se
conmemora el Día Mundial del Agua y Uruguay parece estar en una situación
envidiable en el contexto latinoamericano, con una cobertura casi total de
acceso al agua potable y un saneamiento que alcanza al 81 por ciento en la
población urbana y al 42 por ciento de la rural. Sin embargo, estas cifras
positivas esconden el grave problema de la creciente contaminación de los
recursos hídricos.
El 27 de febrero de 2008 la Dirección Nacional de Servicios
Agrícolas (DGSA), dependiente del Ministerio de Ganadería,
Agricultura y Pesca (MGAP) resolvió ampliar las restricciones a la
utilización de agrotóxicos (a los que denomina “productos fitosanitarios”),
debido a los riesgos que implica su uso en las cercanías de corrientes
naturales de agua.
A partir de esa fecha, las autoridades prohibieron la
aplicación aérea de esos productos a una distancia inferior a los 30 metros
de ríos, arroyos o cañadas, así como de lagos, lagunas, represas y
tajamares. Al mismo tiempo, se prohibió la aplicación terrestre de los
“productos fitosanitarios” a una distancia inferior a los 10 metros de
cualquier corriente natural o fuente superficial de agua. También
prohibieron el llenado de las maquinarias de aplicación de agrotóxicos con
agua directamente tomada desde corrientes naturales o fuentes superficiales,
sino que deberá realizarse siempre mediante el uso de recipientes
intermediarios.
Una de las razones esgrimidas para estas disposiciones fue la
expansión actual de las áreas de siembra de cultivos extensivos (cereales,
oleaginosos y forrajeros), que ha resultado en un importante incremento del
uso de agrotóxicos.**
Un pequeño
paso en la dirección correcta
Uno de los principales cultivos que dio lugar a esta
restricción es la soja transgénica cuya área de cultivo en Uruguay ha
superado a todos los demás, llegando al medio millón de hectáreas, trayendo
aparejado un uso masivo de agrotóxicos. Los herbicidas, y entre ellos el
glifosato, son los agrotóxicos más utilizados; le siguen los insecticidas
(encabezados por el organoclorado endosulfan) y finalmente los funguicidas.
Si comparamos esta resolución con el vacío total que había
antes, bien se puede decir que es un avance, ya que hasta ese momento se
podía fumigar directamente sobre los cursos o fuentes superficiales de agua.
Ahora sólo se podrá hacer en algunos casos a una distancia de 30 y de 10
metros según los casos.
Cabe preguntarse quién y cómo hará el control del
cumplimiento de esta resolución, siendo que los cultivos de soja transgénica
están casi hasta en los patios de las casas. ¿Será posible que esta
resolución se cumpla? ¿O será un “cambio” para que todo siga igual?
En la
dirección correcta, pero insuficiente
Esta resolución fue tomada con base en el reconocimiento de
que nuestro medio ambiente y en particular nuestros recursos hídricos, están
expuestos a un aumento del uso de productos químicos altamente tóxicos. De
acuerdo a los datos del MGAP, desde 2001 a diciembre de 2007 el uso
de herbicidas ha aumentado en un 367 por ciento, el de los funguicidas en un
140 por ciento, los insecticidas en 292 por ciento y otros en 387 por
ciento. Y es importante destacar que muchos de éstos ya fueron aplicados
sobre los cursos hídricos y aguas superficiales.***
Lamentablemente, esta resolución no es suficiente para
proteger nuestras fuentes hídricas y sólo alcanza el nivel de un mero
llamado de atención sobre un problema gravísimo. Las distancias establecidas
de 30 y 10 metros son irrisorias, y con la primera lluvia los productos allí
esparcidos terminan contaminando los cursos de agua que se pretende
proteger.
La repetida
historia de los peces misteriosamente muertos
El agua corre, filtra y es sólo una. Cuando se contamina un
predio, de alguna manera se contamina otro. Los impactos de los agrotóxicos
sobre toda forma de vida (incluyendo la humana) son bien conocidos y una de
las más dañadas es la vida acuática.
Los pobladores del interior que viven cerca de los cursos de
agua lo saben muy bien, ya que han observado repetidas veces peces muertos,
así como la escasez de pesca. Muchos de ellos acostumbraban pescar para su
auto-sustento y para vender, y ahora les es muy difícil sacar peces, incluso
para su propio consumo.
Pescadores de Nuevo Berlín y muchos otros asentados en
las orillas de los ríos o arroyos conocen esta realidad y están preocupados,
ya que su sustento depende de la riqueza ictícola de nuestras fuentes
hídricas.
El agua es
una sola
¿No será tiempo de establecer restricciones reales a la
aplicación masiva de agrotóxicos, que está creciendo en forma alarmante en
todo el país vinculada en particular (aunque no exclusivamente) a la soja
transgénica? ¿No será hora de pensar mucho más lejos que a distancias de 30
o 10 metros, y de pensar en la distancia que media entre un agua pura y un
agua contaminada? ¿Entre agua de vida y agua de muerte?
En este Día Mundial del Agua hacemos un llamamiento a
nuestros gobernantes a que asuman la responsabilidad de proteger de la
contaminación a este recurso tan vital para toda forma de vida. El agua es
sólo una. Una gota contaminada, puede contaminar muchas más. Y terminar al
final contaminada en su conjunto. Aún es posible evitarlo.
RAPAL Uruguay
19 de marzo de 2008
|