En un encuentro
realizado el día 12 de diciembre, en Montevideo,
organizaciones sociales y productores rurales
discutieron acerca de la concentración y
extranjerización de la tierra, las dificultades
que enfrentan la pequeña y mediana producción
rural, el acceso a la tierra y la pérdida de
fuentes de agua. Los participantes denunciaron
los impactos de las plantaciones forestales
sobre el agua, el suelo, la vegetación, la
fauna, la familia rural y el empleo.
La declaración del encuentro hace un llamado a
suspender la forestación y demanda al gobierno
la solución del problema de la tierra, su
tenencia y la producción familiar. En el
documento, reiteran el apoyo a la Iniciativa de
Reforma Constitucional que plantea que la
propiedad inmueble rural podrá adquirirse por
personas jurídicas estatales o por ciudadanos
naturales o legales, estableciendo la ley el
máximo que podrá adquirir cada ciudadano.
Además, manifiestan apoyo al Proyecto de Ley que
fuera recientemente presentado por la Comisión
Nacional contra la Extranjerización de las
Tierras Uruguayas, a los parlamentarios de todas
las bancadas, para declarar la moratoria a la
venta de tierra a extranjeros no residentes (sea
persona física o jurídica), y a los nuevos
emprendimientos forestales, con vigencia hasta
el 25 de octubre de 2009.
Según las organizaciones, la forestación agudiza
la vulnerabilidad a la misma afectando
gravemente los pozos comunes, artesianos y otras
fuentes de agua que son alimentadas por las
capas freáticas, y compromete la continuidad de
los cursos de ríos, arroyos y cañadas. "Como
consecuencia inmediata, impacta negativamente en
la población y la producción rural", señala la
declaración.
Los participantes consideran que el modelo de
monocultivo a gran escala que aplican las
empresas forestales en el campo uruguayo es un
modelo que ha comprobado acelerar la exclusión
rural: "Por lo tanto, el silvopastoreo, además
de ser una etiqueta vacía y una forma de
continuar la actividad y expansión forestal, es
una estrategia para ocultar la pérdida de
soberanía alimentaria que se encuentra asociada
a la falta de políticas responsables para
atenuar el éxodo rural".
Según la declaración,
solamente tres
empresas transnacionales (Botnia, Ence y
Weyerhaeuser) son dueñas de al menos 520.000
hectáreas de tierras, de las que han desplazado
a pequeños productores rurales y productores
familiares lesionando gravemente la identidad
cultural y territorial.
Esas empresas no han cumplido las promesas del
empleo.
"Las empresas forestales ponen en jaque la
posibilidad de alcanzar un Uruguay productivo
con justicia social, donde la tierra y el agua
sean elementos centrales de la soberanía
territorial y alimentaria. Bajo la lógica de la
máxima ganancia, cada hectárea de tierra y cada
arroyo que pasa a manos de las forestales va en
detrimento de nuestra soberanía alimentaria",
destacan.