En una jornada signada por la alegría y la hermandad,
extensas columnas de pacíficos manifestantes, portando
banderas nacionales y de las distintas organizaciones
sociales y ambientales participantes, avanzaron hacia el
medio del puente General San Martín. Allí se hicieron
emotivos discursos, se cantaron los himnos de ambos países y
se procedió a un intercambio de banderas. Pero más allá de
esos gestos cargados de simbolismo, lo que más abundaron
fueron los efusivos abrazos con conocidos y desconocidos,
que de pronto se convirtieron en hermanos.
En ese sentido, la manifestación tuvo un significado profundo
que trascendió al tema de las fábricas de celulosa que
finlandeses y españoles pretenden instalar sobre nuestro –de
ambos– río Uruguay. El abrazo en el puente fue un llamado a
la vida, a un desarrollo que beneficie a las actuales y
futuras generaciones, que respete la salud de la gente y del
ambiente, donde “los más infelices sean los más
privilegiados”, donde no se venda “el rico patrimonio de los
orientales (y argentinos) al bajo precio de la necesidad”.
Es que tanto los orientales como los entrerrianos seguimos
siendo profundamente artiguistas.
Merece una mención especial la actitud de los funcionarios de
la Dirección Nacional de Paso de Frontera, de CARU, de
Migraciones, de Aduana y de Prefectura, que colaboraron en
todo momento para que esta manifestación inédita –que
implicó la corta del tránsito vehicular durante 3 horas– se
desarrollara sin inconvenientes. A todos ellos, nuestro
profundo agradecimiento.
Argentina - Uruguay 3-05-2005
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Luego de este histórico abrazo de integración popular,
importa ahora ver si este mensaje es oído y atendido por
nuestro gobierno. Es por supuesto correcto que los
gobernantes escuchen a las empresas, pero también es
imperioso que escuchen a un importante y creciente sector de
la población que se opone a estos emprendimientos y que
hasta ahora no ha sido tenido en cuenta. Las cifras de
inversión y empleo que manejan las primeras han sido
cuestionadas –con información seria– por el Grupo Guayubira.
Las promesas de procesos industriales limpios se contradicen
con la terrible realidad de emprendimientos similares en
otros países, de lo cual también disponemos de ejemplos
documentados. Estos megaproyectos profundizarían la nefasta
latifundización y extranjerización de la tierra que hoy
ocurre con los monocultivos de eucaliptos destinados a la
fabricación de celulosa.
El Grupo Guayubira hace entonces un llamamiento al gobierno
nacional y a los ministerios pertinentes a que estudien el
tema en profundidad y a que abran las puertas al necesario
proceso de participación de todos los sectores interesados,
antes de adoptar decisiones que pueden afectar el futuro de
nuestro país. Todavía está a tiempo y sin duda tendrá de su
lado la fuerza de un pueblo que quiere construir su presente
sin destruir su futuro.
Grupo
Guayubira
4 de mayo
de 2005