Forestación
El país celulósico:
gobierno y trabajadores opinan distinto |
El gobierno está
contento. En su visita a Europa, la misión encabezada por el presidente
Tabaré Vázquez ha logrado concretar otro proyecto de fábrica de celulosa. Si
todos los emprendimientos previstos se llevan a cabo, no habrá zona del país
donde no haya alguna gigantesca fábrica de celulosa acompañada por enormes
masas de eucaliptos para alimentarla. A Botnia en Fray Bentos se sumarían
Ence en el sur, Stora Enso en el centro y Nippon Paper y Portucel en el
este.
Siendo que cada vez que se menciona el tema de la forestación
y las fábricas de celulosa el gobierno enfatiza en la generación de empleos,
interesa ver lo que piensan los propios trabajadores al respecto. Por
casualidad, el mismo día en que Tabaré Vázquez y el ministro de
Economía Danilo Astori anunciaban este nuevo proyecto con bombos y
platillos, el vicepresidente del Sindicato de Obreros de la Industria de la
Madera y Anexos (SOIMA), Néstor Estévez, era entrevistado por
el semanario Acción Informativa, de Tacuarembó.*
Refiriéndose a la forestación, Estévez manifestó que
“Hay dos destinos para la forestación: la industria y la celulosa. Con
respecto a esta última nunca se debió aceptar en nuestro país, porque
requiere demasiadas hectáreas con muy poca mano de obra, con poquísimo valor
agregado. Estas multinacionales vienen a aprovecharse de nuestra tierra,
hacen su trabajo sucio, se aprovechan de nuestra gente, y se llevan toda la
ganancia".
En materia de trabajo, el dirigente sostuvo que en las
plantaciones para celulosa “arrancan con máquinas, no hay raleo, no hay
poda, no hay trabajo para nuestra gente. Es mentira lo que dicen que dan
tanto trabajo". Agregó que “la forestación tiene que tener un límite, y ya
está. Éste es el límite. Hay que parar de ocupar más espacio plantando
árboles y modificar la política forestal".
Sería bueno que el gobierno volviera a escuchar más a la
gente y menos a las transnacionales de la celulosa y en particular a lo que
dice este dirigente sindical que, habiendo trabajado durante 18 años en la
forestación, es un experto en la materia: “Sepan que en estos pocos años
muchos de mis compañeros forestales han muerto aplastados por árboles
–continuó Estévez-, muchos han perdido manos, piernas, se les han
roto las espaldas. Hemos pagado con nuestra vida, con nuestra salud y muchas
veces con salarios de hambre estas monstruosas plantaciones, de capitales
que no van para nuestra olla, que no terminarán mejorando la calidad de la
educación de nuestros hijos, que las ganancias no quedarán en nuestro país
pues se irán en barcos cargados de celulosa para desarrollar capitales
extranjeros".
“No queremos los sindicalistas del SOIMA ser la excusa
para implantar un modelo destructivo. El Uruguay no puede perder su
identidad, la diversidad ha sido nuestro modelo. Pero además, muchos de
nosotros apostamos a otro país hace casi tres años, no éste. Es una
obligación moral para nosotros defender la tierra, el agua, la cultura
rural. Es nuestra obligación buscar un modelo nuevo, junto al resto del
pueblo, que cambie el actual y mejore el que estaba antes. Nosotros no
seremos los mercenarios de las multinacionales", concluyó.
Grupo Guayubira
24 de septiembre de
2007
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