Uruguay
La
desaparición del sector
agroalimentario nacional |
Con la compra de Saman, la
principal empresa arrocera del país, ubicada entre las cinco
mayores de esa industria en América Latina, por la firma
Camil los capitales brasileños pasaran a controlar una
fuerte porción del sector agroalimentario de Uruguay.
Camil
ofertó una cifra cercana a los 160 millones de dólares para
quedarse con el 100 por ciento de las acciones de Saman,
de la que ya controlaba parte del capital. Se descuenta que
en el corto plazo la operación sea cerrada.
Con esta
venta, en Uruguay sólo queda una arrocera de
capitales nacionales, al tiempo que las inversiones
brasileñas en el país alcanzan niveles nunca vistos hasta
ahora. En 2004 la inversión de ese origen había llegado a
algo más de 12 millones de dólares, creció a 20 un año
después y superó los 310 millones en 2006.
Empresas
brasileñas son hoy dueñas de algunos de los mayores
frigoríficos del país (la carne es el principal rubro de
exportación de Uruguay), de dos arroceras (este
cereal se ubica en el segundo lugar en ventas al exterior),
monopolizan el sector cervecero y están presentes en la
banca, la energía, la hotelería. Y son brasileñas
superficies crecientes de la tierra productiva del país.
La
adquisición de Saman, firma que el año pasado exportó
por más de 100 millones de dólares y en lo que va del año
superó los 80 millones, permitirá a Camil acceder a
mercados a los que hasta ahora no llegaba, entre ellos
Irán, Irak y la Unión Europea.
“Saman,
que comercializa sus productos en más de 50 países, será
utilizada por Camil como su puerta de entrada al
mundo”, dijo al diario uruguayo El Observador una
fuente del sector arrocero nacional.
La misma
estrategia fue elegida por empresarios brasileños del sector
cárnico, que a partir de las firmas uruguayas que
adquirieron pueden ahora “tocar” mercados de países con los
que Uruguay tiene tratados de libre comercio (como
México) o a los puede acceder por su condición sanitaria
de país libre de aftosa con vacunación (como Estados
Unidos o la Unión Europea) y en los que Brasil
no puede penetrar.
“A los
brasileños Uruguay les resulta una plataforma
internacional interesante”, comentó en igual sentido
Roberto Bennett, gerente general del instituto Uruguay
XXI.
En
principio, los 600 trabajadores a los que da empleo Saman
no serían afectados en su fuente de trabajo en sus siete
plantas industriales, pero los productores del sector temen
que la firma brasileña pueda alterar a mediano plazo la
“buena convivencia entre productores e industriales
tradicional en el país”, según dijo Pedro Queheille,
directivo de la Asociación de Cultivadores de Arroz.
“Aquí hay
una integración fluida entre los cultivadores y la gremial
de molinos, que se traduce en acuerdos colectivos para la
fijación del precio del cereal y que se aplica tanto a
pequeños como a grandes productores. En Brasil las
cosas son distintas”, agregó.
En el
gobierno presidido por el socialista Tabaré Vázquez
hay sectores que ven con preocupación la cada vez mayor
presencia extranjera, en especial brasileña, en el sector
agroalimentario, y otros que la perciben como un “motor de
crecimiento, desarrollo y generación de empleo”, como señaló
el subsecretario de Economía Mario Bergara.
Una de las
poderosas transnacionales que desembarcó recientemente en el
mercado uruguayo adquiriendo dos tradicionales firmas
nacionales de este sector fue la mexicana Bimbo.
Esa
operación motivó, en julio pasado, al ministro de Ganadería
y Agricultura José Mujica a destacar la necesidad de
una ley “de defensa de la competencia” que impida la
formación de monopolios. Mujica dijo que “habría que
evitar a toda costa que con el sector del pan industrial
suceda lo mismo que en el de la cerveza, del cual la firma
brasileña Ambev controla el 90 por ciento”.
En Montevideo,
Daniel Gatti
© Rel-UITA
24 de agosto de 2007 |
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