País de origen de la soja,(1)
China es un gran productor del grano, pero sus cosechas
(aproximadamente 15 millones de toneladas, con las que se
autoabastecía hasta hace 10 años) cubren solamente la mitad
de sus actuales necesidades y dado que la tierra sembrable
solamente equivale al 9 por ciento de su territorio, es casi
imposible que su producción aumente. Estos factores y los
cambios ocurridos en la economía y hábitos de consumo de su
población, la convirtieron en el mayor importador mundial de
la oleaginosa. Debido a la occidentalización del consumo, un
alto porcentaje de la soja que China importa está destinada
a alimentar pollos y cerdos, cuyas carnes forman parte de la
dieta “moderna” de una minoría de sus habitantes(2).
El boom
importador de China de los últimos años ha beneficiado
fundamentalmente a los grandes grupos económicos que están
sembrando y exportando soja desde Argentina, Brasil,
Paraguay y Uruguay(3).
Sin embargo, la actual bonanza enfrenta algunas amenazas.
La primera provino de los nutricionistas chinos, que
al igual que sus colegas japoneses, advirtieron sobre las
consecuencias de los cambios en la dieta tradicional, entre
otras, la aparición de problemas con el colesterol, la
obesidad y distintos tipos de cáncer que antes eran
prácticamente desconocidos en el país.
La segunda, que principalmente afecta a Argentina y
Brasil, está determinada por un lado, por la “sojadependencia”,
la “transgenicodependencia” y la “chinodependencia” de estos
países y, por otro, con la estrategia que está llevando
adelante China en su condición de gran comprador, en la
fijación de los precios. Veamos algunos datos:
-
El año pasado, China importó 21 millones de toneladas de
soja –cerca del 40 por ciento de la demanda mundial– casi
duplicando las importaciones de 2002 que fueron de 12
millones de toneladas. Un factor a tomar en cuenta es que
solamente importa soja en grano –sin ningún valor
agregado– la que es totalmente procesada en su territorio.
-
Argentina, con 14,2 millones de hectáreas sembradas de
soja (cerca del 90 por ciento transgénica) produjo el año
pasado 35 millones de toneladas, de las cuales exportó 32
millones y cerca de las dos terceras partes de ese volumen
fueron a China. De los casi 30.000 millones de dólares que
ingresaron al país por concepto de exportaciones, 6.000
millones correspondieron a la soja, de los cuales, por
concepto de retenciones, el Estado captó 1.300 millones de
dólares. De manera que, en gran medida, hoy la economía
argentina depende de la soja.
-
Por su parte, Brasil, con alrededor de 20 millones de
hectáreas destinadas a la soja, exporta 23 millones de
toneladas (entre 6 y 7 millones de ellas a China) de los
50,1 millones de toneladas que produce anualmente. Las
exportaciones brasileñas del complejo sojero (grano,
aceite y harina) durante 2003 llegaron a 8.125 millones de
dólares.
Sombras chinescas
Las principales empresas chinas importadoras de soja
–concientes de su enorme poder de compra y sabedoras de cómo
actúan en similares circunstancias las compañías
occidentales– a través de diferentes mecanismos comenzaron a
presionar para bajar el precio que pagan por el producto.(4) Bastó que estas medidas fueran anunciadas en Pekín el pasado
25 de mayo, para que el precio de la soja –que ya operaba a
la baja– cayera dos por ciento en el mercado de Chicago.
Al desacelerarse la demanda china, los precios de la
soja, que habían comenzado a subir el pasado octubre,
cayeron 16 por ciento en el mes de mayo. En el último día
hábil del mes, los precios en la Bolsa de Chicago mostraron
bajas de 18,37 dólares –el máximo de baja permitido en una
rueda es de 18,40 dólares– y 13,22 sobre los contratos a
julio y noviembre respectivamente, con una cotización de
302,04 dólares por tonelada, el nivel más bajo desde inicios
de febrero cuando se pagó a 296 dólares. En la Bolsa de
Rosario (Argentina) concebida para independizarse de la de
Chicago, a finales de mayo los compradores ofrecieron $ 500
por tonelada (US$ 169,50) y los vendedores se retiraron sin
efectuar ninguna operación.
Se estima que la actual baja experimentada en los
precios y la reducción de las importaciones chinas,
significarán una pérdida de 2.000 millones de dólares para
la cosecha argentina de soja y de 3.000 millones para
Brasil.
Por otra parte, cerca de 20 empresas chinas
procesadoras de soja, se reunieron recientemente en Pekín
para analizar la posibilidad de reducir sus importaciones a
la mitad. Según el gobierno chino, los precios al consumidor
subieron 5 por ciento en abril con relación al mismo mes de
2003, impulsados por los precios de la energía y de las
materias primas(5).
Con el fin de controlar el empuje inflacionario, las
autoridades monetarias comenzaron a imponer restricciones al
otorgamiento de créditos bancarios, medida que llevó a los
importadores a suspender o postergar los embarques de la
soja sudamericana adquirida anticipadamente. Una agencia
internacional de noticias informó el 18 de mayo que algunos
importadores, al no obtener sus cartas de crédito, no
pudieron pagar el grano y el mismo se encuentra retenido en
los puertos de origen o en puertos chinos.
Ya sea por las medidas del gobierno o por propia
decisión, parece claro que las empresas chinas no están
dispuestas a pagar los precios pactados con anticipación. La
mayoría de estos contratos fueron realizados entre noviembre
y enero, con un promedio de 360 dólares (CIF) la tonelada.
Las medidas de restringir los créditos del gobierno chino
parecen orientadas a bajar el precio de la soja y no a
reducir las importaciones en general. Un ejemplo de ello es
el aumento experimentado en el precio internacional del
cobre, estimulado por las compras del gigante asiático.
Simultáneamente, los compradores prohibieron a seis
empresas radicadas en Brasil(6)
–entre ellas las poderosas
Cargill,
Dreyfus
y ADM–
importar soja a China, debido a que en los embarques se
encontraron, mezcladas con el grano destinado al consumo,
semillas de la oleaginosa conteniendo agrotóxicos
(fungicidas). El problema –que le vino como anillo al dedo a
los importadores chinos– fue constatado el 10 de mayo, y
según los exportadores brasileños les ha causado pérdidas
por 12 millones de dólares. Posteriormente, dos cargas
también presentaron la misma contaminación y los barcos
regresaron a Brasil, mientras un tercero retornaba desde
Singapur. En la actualidad cargas equivalentes a 20 y
30 barcos están paralizadas. No resulta inverosímil pensar
que las medidas fitosanitarias adoptadas por China,
siguiendo la práctica habitual de algunos países
occidentales, encubran medidas proteccionistas con la
intención de presionar a la baja el precio del producto.
Complicando aún más el panorama, las compañías navieras
también especulan y acaban de duplicar el precio de los
fletes.
Además, se sabe que a mediados de marzo ya se había
sembrado el 54 por ciento del área destinada a la soja en
EE.UU., la que debe alcanzar un total de 30,51 millones de
hectáreas. La reducción de las importaciones chinas desde
América del Sur dejaría el camino abierto para las
exportaciones estadounidenses una vez que finalice su
cosecha el próximo octubre y las previsiones de algunos
analistas son que China reducirá sus exportaciones desde
Sudamérica, sustituyéndolas por las de EE.UU. en el período
comprendido entre los próximos meses de octubre y diciembre.
Para completar el cuadro debe tenerse en cuenta la
intención de la Unión Europea de reducir los subsidios a sus
agricultores y productores de leche. En la medida que esto
acontezca se reducirá el número de las privilegiadas vacas
alimentadas con soja sudamericana... cuando esto suceda, al
disminuir la demanda, volverán a caer los precios.
Tú siembras, yo especulo
Como si todo lo anterior fuera poco, otro factor
incidió en la baja del precio de la soja: los fondos de
inversión, que como buitres sobrevuelan sobre las bolsas de
valores. Cuando todo era optimismo y el precio de la soja
parecía que volvería a alcanzar los niveles de 1973, debido
a las reducciones de los stocks, los fondos de pensión
percibieron algunos factores que podían provocar una baja en
el precio. Los factores considerados “bajistas” por los
fondos fueron: la firmeza del dólar frente a otras monedas
mundiales, la suba del petróleo, las favorables condiciones
climáticas para el desarrollo de los cultivos en EE.UU. y,
recientemente, los problemas con las exportaciones a China.
Alarmados, los fondos huyeron en bandada, reduciendo o
suprimiendo su posición de sobrecompra en el mercado de
futuro, lo cual contribuyó a que los precios cayeran
abruptamente. A mediados de mayo, en sólo una semana, estos
fondos especulativos se desprendieron del 90 por ciento de
sus 38.000 contratos en Chicago, equivalentes a 5 millones
de toneladas del grano.
Enildo Iglesias
© Rel-UITA
23 de junio de 2004
Notas:
(1) Los primeros registros mencionando a la soja datan del año
2838 AC, considerada por los chinos como uno de los cinco
cultivos sagrados.
(2)
La que puede considerarse sociedad de consumo en China está
conformada por el 19% de su población, pero en números
absolutos, significa 240 millones de personas.
(3)
Los principales abastecedores de soja a China son Brasil,
Argentina y EE.UU.
(4) No es la primera vez que se presentan dificultades con las
importaciones chinas. 10 años atrás una situación similar a
la que hoy se registra con la soja ocurrió con el azúcar, en
aquella oportunidad también se recurrió a no librar las
cartas de crédito y aducir problemas de calidad.
(5) Las proyecciones del aumento en el índice de precios al
consumidor para 2004 son ahora de 3,4 por ciento, en lugar
del 0,0 por ciento previsto. Según la consultora
estadounidense Merrill Lynch, la inflación en China “vino
para quedarse”.
(6) En realidad es difícil hablar de soja brasileña, porque los
barcos que se cargan en puertos argentinos, frecuentemente
se completan en Brasil.