¿Por qué un Día Internacional Contra
los Monocultivos de Árboles?

 

Todos los “días internacionales” tienen que ver con asuntos problemáticos, de importancia mundial, que requieren ser tratados por toda la sociedad.

 

La expansión de los monocultivos de árboles ha generado tantos impactos sociales y ambientales que hizo surgir la idea de establecer un Día Internacional para plantear el tema a escala mundial. El 21 de septiembre fue la fecha elegida, siguiendo el camino de algunas redes locales de Brasil que, en 2004, decidieron declarar ese día (el Día del Árbol en dicho país) como día de lucha contra los monocultivos de árboles.

 

La fecha coincide con el Día Internacional de la Paz (ONU), que es precisamente lo que las comunidades locales afectadas por las plantaciones desean: paz para vivir en armonía con la naturaleza y con otros seres humanos. Las plantaciones de árboles están destruyendo dicha paz, y la necesidad de dedicar a este asunto un día específico a escala internacional se plantea por varios motivos.

 

El primero y más importante es que muchas personas, del Sur y del Norte, no tienen conocimiento alguno acerca de los impactos sociales y ambientales resultantes de los monocultivos de árboles a gran escala, y creen que plantar árboles es siempre positivo. Tampoco están al tanto del hecho de que estas plantaciones no apuntan a mejorar los medios de vida de las poblaciones locales sino a alimentar el consumo despilfarrador del Norte.

 

La situación antes mencionada es el resultado de una combinación de factores, entre los cuales se encuentra el hecho de que las voces de las poblaciones locales que luchan contra las plantaciones son silenciadas por el miedo, la represión o la nula difusión por parte de los medios que las vuelve invisibles. Tanto el miedo y la represión como la invisibilidad en los medios son consecuencia del poder político y económico de las empresas forestales, a menudo involucradas también en inversiones en otros sectores industriales, como la celulosa, la madera, el aceite de palma o el caucho.

 

El poder de las empresas, que se manifiesta a través de diferentes mecanismos, les permite ejercer un control parcial o total sobre los gobiernos y los medios, con lo cual éstos se transforman en “socios” de sus inversiones. Como resultado de ello, siempre que las poblaciones locales luchan por sus derechos contra las empresas forestales, ellas y quienes las apoyan son llamados “agitadores” y “agitadoras”.

 Uruguay

El modelo agroexplotador

Plantas de celulosa, forestación, monocultivos

 

El poder de las empresas de plantación aumenta aún más gracias a los organismos internacionales, los departamentos forestales y las corrientes dominantes de profesionales forestales que, contra toda evidencia, insisten en definir a los monocultivos de árboles como “bosques plantados”, y en atribuirles funciones positivas similares a las de los bosques verdaderos. Como consecuencia, los opositores a las plantaciones son clasificados, o bien como ignorantes, o bien como poseedores de intenciones políticas ocultas.

 

Esta combinación de influencias empresariales, gubernamentales, profesionales y mediáticas es lo que mantiene a la mayoría de la gente en la ignorancia de los impactos negativos de los monocultivos de árboles. Claro que hay funcionarios gubernamentales, silvicultores y periodistas que se oponen a estas plantaciones o que, al menos, están abiertos a estudiar la evidencia existente, pero siguen siendo una minoría que sufre las mismas presiones impuestas por el poder.

 

Y por si esto fuera poco, las plantaciones de árboles a gran escala son promovidas actualmente como solución para el cambio climático, de dos maneras: por un lado, el parlamento europeo y otros están presionando a favor de los llamados agrocombustibles “de segunda generación” basados en la madera, que llevarán a la rápida expansión de las plantaciones de monocultivos de árboles, incluso de árboles genéticamente modificados. Por otro lado, varios países del Sur han avanzado en sus intentos de financiar la expansión de las plantaciones a gran escala como proyectos de compensación de carbono, o de utilizar las plantaciones de árboles para compensar la disminución de los bosques, cuando soliciten financiamiento de algún mecanismo posible en el marco de la Convención sobre Cambio Climático.

 

Tal es el contexto en el que se inserta este Día Internacional Contra los Monocultivos de Árboles. Ahora existe abundante evidencia documentada sobre los impactos sociales y ambientales de las plantaciones, pero los gobiernos, los organismos internacionales y las principales corrientes de silvicultores prefieren ignorarla. Hay muchísima información para difundir -sobre destrucción ambiental, violaciones de los derechos humanos, condiciones de trabajo extremas, impactos sobre las mujeres -pero los principales medios prefieren no publicar nada al respecto.

 

En este 21 de septiembre apuntamos, entonces, a dar visibilidad a los numerosos pueblos que luchan contra las plantaciones, como un medio de romper el círculo de silencio y mentiras que rodea su situación. Al mismo tiempo, nuestro objetivo es divulgar, tanto como sea posible, la evidencia que surge de esas luchas relativas a los impactos sociales y ambientales generados por esas plantaciones. A través de este medio queremos debilitar el apoyo de los gobiernos a las plantaciones y exponer a aquéllos que dan credibilidad a las plantaciones o que no informan al público sobre el tema.

 

Por último, deseamos enfatizar que la lucha contra las plantaciones es algo que ha sido impuesto a las comunidades, las cuales están, de hecho, defendiendo sus medios de vida y el medio ambiente local contra la codicia empresarial. Es una lucha indispensable para proteger los bosques, las praderas, los pantanos, la diversidad biológica, los suelos, el agua y las personas, todos los cuales están siendo afectados por estos vastos monocultivos de árboles. Es, en suma, una lucha por la vida.

 

 

WRM

Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales

19 de septiembre de 2008

 

 

 

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