La Fundación
Heinrich Böll,
junto con diversas contrapartes locales,
organizaron una gira de miembros del Grupo ETC1
por
Centroamérica, con el objetivo de profundizar el
conocimiento y el debate sobre los transgénicos,
también llamados Organismos Genéticamente
Modificados (OGM).
En Nicaragua la actividad se realizó con
el aporte de diferentes organizaciones, entre
ellas
SWISSAID Nicaragua,
el Grupo de Promoción de la Agricultura
Ecológica (GPAE), el Grupo de Interés
sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria y
Nutricional (GISSAN), la Red Nacional del
Programa de Campesino a Campesino (Red PCaC),
LIDECONIC y la Alianza de Protección a la
Biodiversidad Capítulo Nicaragua, que integra la
UITA, todas ellas promotoras de la
campaña “Semillas de Identidad”.
Los tres especialistas2
integrantes del Grupo ETC tuvieron la oportunidad de reunirse con
los diferentes poderes del Estado, con
productores y exportadores de alimentos y con
los medios de comunicación a lo largo de dos
intensas jornadas de trabajo, en las que, además
de profundizar el debate sobre los OGM,
presentaron el caso concreto de la “Tecnología
Terminator” y sus desastrosos efectos sobre
la soberanía y seguridad alimentaria.
SIREL
conversó con Julio Sánchez, de la
Alianza de Protección a la Biodiversidad,
para conocer los detalles de esta gira.
-¿Cuáles fueron los objetivos de la presencia
del Grupo ETC en Nicaragua y Centroamérica?
-Había tres objetivos. El primero fortalecer las
capacidades internas de organizaciones de
sociedad civil sobre la tecnología transgénica,
contando con nuevas informaciones. El segundo
generar espacios de discusión y reflexión entre
entidades académicas, gremios y líderes
comunitarios sobre los potenciales impactos de
los OGM en Nicaragua, y tercero
incidir en los diferentes poderes del Estado
para el fortalecimiento de los marcos jurídicos
y poder de esta manera contribuir a la
construcción de una posición política que
actualmente no existe sobre el tema de
transgénicos. En el caso del Grupo ETC,
una de las prioridades que tenían era dar a
conocer los impactos de la Tecnología
Terminator que actualmente tiene una
moratoria en el marco del Convenio de
Diversidad Biológica de Naciones Unidas,
porque es una tecnología que puede ocasionar
tanto impactos biológicos como sociales.
Las variedades nativas o criollas
podrían desaparecer a causa de la
contaminación genética con la
tecnología Terminator |
-¿De qué se trata exactamente?
-Se
le conoce también como Tecnología de Restricción
de Uso Genético (TRUG) y produce semillas
estériles, es decir, plantas que han sido
genéticamente modificadas para producir semillas
estériles después de la cosecha.
Esto significa que se genera un monopolio por
parte de las corporaciones en la agricultura,
porque el productor tiene que estar dependiendo
de la compra de semilla. Además de eso, se
pueden contaminar especies nativas con esta
característica de esterilidad, ocasionando una
erosión genética, es decir que las variedades
nativas o criollas podrían desaparecer a causa
de la contaminación genética. Estas
corporaciones irían maximizando sus ganancias y
forzarían a los agricultores a que recurran al
mercado de semillas comerciales cada estación de
siembra. Como explicaba el documento presentado
por el Grupo ETC, esta tecnología está
claramente diseñada para hacer cumplir las
patentes corporativas que impiden a los
agricultores que guarden y vuelvan a usar sus
semillas, para las cuales las corporaciones
reclaman derechos de propiedad intelectual.
Actualmente la compañía que está detrás de todo
esto es la Delta & Pine Land,
recientemente adquirida por Monsanto.
-¿Cómo se desarrollaron las actividades?
-Tuvimos una agenda de dos días que logró colmar
las expectativas. Nos reunimos con los medios de
comunicación para capacitarlos sobre el tema de
transgénicos y, tomando como ejemplo al caso de
Terminator, se presentaron los impactos
sobre agricultura, salud y algo que
frecuentemente se evade, que son los intereses
económicos de empresas y gobiernos. No hay que
olvidarse que sin lugar a dudas la tecnología
transgénica se mueve por intereses económicos y
de gobierno, y muchas veces hay temor a
mencionarlo.
-El tema de los impactos en la salud todavía
genera muchas discusiones. ¿Cuál fue el aporte
del Grupo ETC sobre ese tema?
-Sabemos que todavía se han hecho muy pocos
estudios en seres humanos, porque no es ético
exponer a personas a ese tipo de investigación,
sin embargo se hicieron en animales y contamos
con datos de estudios básicos que demuestran
impactos en su salud. Además, presentaron
estudios realizados sobre un grupo de
voluntarios en Europa que demostraron
provocar afectaciones a mediano plazo. Lo que
hemos mencionado en la reunión es que en
nuestros países existe una debilidad en el
seguimiento de enfermedades. Un caso muy
palpable es que, por ejemplo, en Nicaragua
se está registrando solamente el 2 por ciento de
las personas intoxicadas por agrotóxicos. El
Ministerio de Salud (MINSA) sólo el año
pasado comenzó a incorporar en su base de
registro las intoxicaciones por alimentos,
detectando una gran cantidad de ese tipo de
intoxicación. Uno de los problemas es que,
siendo una práctica muy reciente, se está
poniendo todo tipo de intoxicaciones por
alimento en un sólo registro, cuando habría que
ir averiguando de qué tipo de intoxicación se
trata.
El hecho de que falte más investigación sobre
este tema no implica que ya no estemos viendo
impactos sobre la salud, pero no los estamos
clasificando como debería ser. Es por eso que,
como Alianza, vamos a profundizar la
investigación, pero el MINSA, como
institución de salud, ya debería monitorear a la
población en los lugares donde se sabe que se
consumen transgénicos.
-¿Qué otras acciones se cumplieron?
-Nos reunimos con los gremios de productores y
la Asociación de Exportadores para que
presentaran todas sus inquietudes, y se hizo un
foro abierto con personas de todo el país.
Tuvimos también una larga reunión con el
Ministerio de Agricultura (MAGFOR), con
el Instituto Nicaragüense de Tecnología
Agropecuaria (INTA) y con la
Empresa Nicaragüense
de Alimentos Básicos (ENABAS), en
la que participaron los directores de todas las
áreas. Nos aclararon que el gobierno en su
conjunto tiene la voluntad y el lineamiento de
desarrollar una “agricultura limpia”, y el
propio MAGFOR mencionó que la
tecnología de los transgénicos no es una opción
para introducir en Nicaragua, cosa que
valoramos como muy positiva. El INTA
secundó esta posición y la profundizó
informándonos de que en Nicaragua aún no
se ha hecho un verdadero estudio de las semillas
locales, ni del potencial del germoplasma
nicaragüense y de cómo este germoplasma ha sido
desplazado por la oleada de publicidad de las
empresas transnacionales de semillas, opacando
su imagen e importancia. La idea del INTA
es investigar estas semillas y promover su
mejoramiento con otras simientes criollas, y con
eso comenzar a generar una independencia de las
empresas transnacionales, ya que el mismo
gobierno puede tener sus propios bancos de
semillas y proveer a los productores, sin la
necesidad de estar comprando a las
transnacionales.
-¿Qué importancia puede tener esta posición a
nivel de las instituciones?
-Es algo que valoramos como muy importante, pero
para nosotros hay que ir mucho más allá de eso.
Necesitamos una posición oficial del Estado que
nos respalde para sentirnos con la seguridad de
poder seguir trabajando con otros temas, como
por ejemplo los bancos comunitarios de semillas.
Con las graves afectaciones que hubo en
Nicaragua por los fenómenos naturales, quedó
evidenciado que las que realmente respondieron a
la crisis fueron las semillas criollas, porque
ya han pasado por la selección natural y ya han
vivido lluvia y tormenta y han generado
variedades que se adaptan al territorio. Allí la
mera naturaleza hizo un bello y fino trabajo en
cada una de las semillas, y queremos que el
INTA desarrolle un programa para fortalecer
y crear otros bancos de semillas comunitarios.
Es una trabajo que toda la Red de organizaciones
que lanzaron la Campaña Semillas de Identidad
ya ha venido desarrollado, porque creemos que es
la solución para Nicaragua.
La FAO está asumiendo un papel
intervencionista que sabotea el
trabajo efectuado por las
organizaciones locales. |
-¿El Grupo ETC se reunió también con los
diputados?
-Nos reunimos con integrantes de las diferentes
bancadas y les planteamos la urgencia de aprobar
las diferentes leyes que se han presentado.
-¿Cuáles son estas leyes?
-La Ley de Prevención de Riesgos Provenientes de
Transgénicos, que ya fue dictaminada
favorablemente por la Comisión de Salud y está
esperando ser colocada en agenda por la Asamblea
Nacional en el primer semestre del 2008. La Ley
de Conservación y Utilización Sostenible de la
Diversidad Biológica, que se encuentra todavía
en la Comisión de Ambiente de la Asamblea
Nacional y que también va a ser discutida el
próximo semestre.
Está también la Política sobre Biotecnología
Agropecuaria y Forestal, y parece que el
MAGFOR está pensando sacarla mediante un
decreto ministerial ahora en noviembre.
Otra ley muy importante, pero que está siendo
saboteada, es la Ley de Seguridad Alimentaria y
Nutricional, que fue aprobada en lo general por
la Asamblea Nacional, sin embargo la FAO
está actuando de una manera muy intervencionista
al tratar de presentar otro proyecto de ley,
para que se archive el proyecto que tanto nos
costó a las organizaciones que lo trabajamos.
Hemos luchado casi 12 años para que se legislara
una Ley de Seguridad Alimentaria y a la FAO
nunca le interesó, ni le importó esta ley. A
esta altura, presentar otro proyecto ocasiona
una distorsión enorme.
-¿Cómo evalúan esta posición de la FAO?
-Es difícil decirlo, pero la verdad es que el
Sistema de Naciones Unidas está actuando
de una forma muy rara. El Programa Mundial de
Alimentos (PMA) está introduciendo
transgénicos a través de la ayuda alimentaria,
la FAO está incidiendo para que la Ley de
Seguridad Alimentaria quede más flexible y en su
proyecto lo primero que quitaron fue la parte
relativa a la prohibición a la introducción
transgénicos, en abierto contraste con la
realidad de Nicaragua. Esto está
generando muchas preguntas. ¿A qué intereses
está respondiendo la FAO? ¿A qué
intereses está respondiendo el Sistema de
Naciones Unidas en su conjunto? Lo que es
cierto es que no está respondiendo a los
intereses de los nicaragüenses, porque si así
fuera, antes de presentar una propuesta la
consultarían con el pueblo.
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