Hace algunas
semanas el gobierno anunció su intención de
aprobar el proyecto de ley que amplía los
“Derechos de los Desarrolladores de Nuevas
Variedades Vegetales”, y que, según
organizaciones de agricultores y
medioambientalistas, afectará negativamente
tanto a pequeños agricultores y como a la
biodiversidad. Estas organizaciones lo han
calificado como “una encubierta
privatización de las semillas”.
La nueva ley, de ser aprobada, derogará la actual ley 19.342.
El proyecto ya se encuentra en primer
trámite en la Comisión de Agricultura de la
Cámara de Diputados, y es muy probable que
se apruebe tras el lobby que han montado las
empresas que controlan el mercado chileno de
semillas.
Hecha la ley,
se harán las trampas
Según quienes lo promueven, el proyecto adecuará la
legislación chilena al Convenio
Internacional para la Protección de las
Obtenciones Vegetales (1991), y definirá
como “obtentor” a quien -persona natural o
jurídica- haya “creado o descubierto y
puesto a punto una variedad vegetal nueva,
distinta, homogénea y estable”. De aprobarse
la normativa, los derechos del obtentor
regirían por 25 años para los árboles y
vides, y por 20 años para otras especies, y
deberán ser inscritos en el “Registro de
Variedades Vegetales Protegidas”, que se
creará especialmente para el caso.
Entre los “derechos” que establecerá la nueva ley están los
de “preparar el material para los fines de
propagación, producir material de
propagación, vender, ofertar o publicitar
dicho material, comercializarlo, importarlo
o exportarlo, y emplear repetidamente la
variedad para la producción comercial de
otra variedad”.
Según la investigadora y periodista Daniela Estrada,
“el gobierno asegura que los cambios
introducidos impulsarán la investigación y
el desarrollo de nuevas variedades
vegetales, con lo que se mejorará la
productividad de este país sudamericano que
aspira a convertirse en potencia
agroalimentaria y forestal. También ayudarán
a atraer inversión extranjera directa. Las
organizaciones replican que el proyecto está
hecho a la medida de las empresas semilleras
transnacionales, que responde a las
exigencias del Tratado de Libre Comercio (TLC)
firmado con Estados Unidos y que se
ha discutido entre cuatro paredes”.
El país
servido en bandeja de plata
La gravedad del asunto salta a la vista. Quienes se oponen,
no poseen ni los medios ni la cobertura para
informar a la gente de los peligros del
proyecto. Quienes lo promueven y quienes lo
aprobarán cuentan con todos los medios y
recursos para hacer valer sus opiniones ante
la prensa y la desanimada opinión pública.
En la TV y la prensa local ya se está
haciendo notar el lobby de las
trasnacionales de las semillas. Nadie ha
señalado, replican los opositores al
proyecto, que en la actual legislación de
Costa Rica, aprobada en 2008, se excluye
de los derechos del obtentor a variedades
protegidas por derechos intelectuales
comunitarios sui generis, estén registrados
o no.
Según las organizaciones de pequeños agricultores y
medioambientalistas, la nueva ley hará
dependientes a los pequeños agricultores de
las semillas registradas, afectando sus
formas de vida y el costo de los alimentos.
“Uno de los artículos del proyecto de ley
que más preocupa a las organizaciones es el
48, en el cual se establece que el
agricultor podrá guardar sólo una parte del
producto de sus cosechas de variedades
protegidas para resembrar en sus
explotaciones, siempre que se trate de papas
y de especies que serán incluidas en un
reglamento que se dictará posteriormente a
la promulgación de la ley”, añade Daniela
Estrada.
Las más contentas son las transnacionales de las semillas,
pues la normativa permitirá que se expandan
aún más los cultivos genéticamente
modificados que hoy ocupan la industria
alimentaria y la farmacéutica.
Chile
permite la importación y el cultivo de
semillas transgénicas para exportación, pero
no su producción para consumo interno. El
lobby de las grandes corporaciones busca
liberalizar por completo los cultivos
transgénicos en nuestro país.
Chile
es el séptimo exportador de semillas en el
mundo y el primero en Sudamérica.
Unas 70 empresas en Chile se reparten
el 3 por ciento del mercado mundial de
semillas. Se producen semillas estériles,
que se cultivan una sola vez, mientras la
planta resultante no desarrolla semillas.
Así, para el siguiente cultivo, el
agricultor deberá comprarlas. Actualmente
hay diez transnacionales bioquímicas que
controlan el mercado mundial. Sólo
Monsanto, Syngenta, Bayer,
DuPont-Pioneer,
BASF y Dow
AgroSciences,
controlan más de 50 por ciento de ese
mercado.
El
transgénico de Troya
Pero tras el cultivo de semillas viene un “paquete completo”
que incluye agrotóxicos y más transgénicos.
Según cifras de la OMS unos 2 millones de personas se
intoxican cada año por pesticidas en el
mundo. 200 mil de ellos mueren. En Chile,
investigaciones de los Servicios de Salud
demuestran una alta incidencia de estos
productos químicos en el nacimiento de
recién nacidos con malformaciones.
La Unidad de Genética del Hospital Regional
de Rancagua publicó que del total de nacidos
entre 1996 y 1998, 429 casos presentaron
malformaciones: 27,65 por ciento de los
padres de niños con malformaciones
trabajaban en predios agrícolas y tenían
contacto con pesticidas, mientras un 19,22
por ciento vivía en las cercanías de
terrenos agrícolas expuestos.
Según la química María Caviares, de la Universidad de
Valparaíso, en Chile mueren 1.060
personas cada año por defectos congénitos;
650 de ellos niños menores de un año. Los
casos se concentran en V, VI y VIII
regiones, zonas agrícolas del centro del
país.
El negocio de las semillas transgénicas traerá como
consecuencia el aumento de los agrotóxicos
en los cultivos. Y hay otros peligros que se
expandirán tras la aprobación de la ley.
“Este nuevo siglo observa cómo otro negocio
sin ética se impone. Las compañías producen
farmacultivos o cultivos transgénicos
farmacéuticos: especies manipuladas
genéticamente para obtener substancias
farmacéuticas”, dice la investigadora
Rocío Munizaga. Y agrega: “Según la
Fundación Terram, entre 1997 y 2005 se
sembraron cultivos farmacéuticos en la IV,
VI, VIII y la Región Metropolitana. María
Isabel Manzur, de la Red por un Chile
Libre de Transgénicos, agrega a la lista la
IX Región. Allí, el gobierno autorizó 75,7
hectáreas con ese fin”, concluye.
Anualmente, las empresas exportadoras de
semillas afincadas en Chile suman un
beneficio de 280 millones de dólares.