Los organismos manipulados genéticamente,
llamados “transgénicos”, son organismos creados
en laboratorio, cuyas características han sido
alteradas mediante la inserción de genes de
otras especies. Las empresas multinacionales que
han realizado estas alteraciones se han
apropiado de estas semillas.
Para que un productor haga uso de las semillas transgénicas,
debe de pagar un derecho por su uso a las
empresas. En el caso de los dos cultivos
transgénicos que se cultivan en Uruguay, las
patentes son de las empresas Monsanto y
Syngenta, empresas que además producen
los agrotóxicos que acompañan a estos cultivos.
Situación en Uruguay
En Uruguay se cultivan transgénicos desde 1996 (soja)
y 2003 (maíz). Estos cultivos se introdujeron en
nuestros campos y en nuestra dieta sin que
tuviese lugar un adecuado debate social sobre su
conveniencia. Los impactos de estos cultivos son
conocidos a nivel ambiental sobre la
biodiversidad, el agua, el suelo y la salud. Sin
embargo, por parte de las autoridades no ha
habido una evaluación sobre los impactos que
estos cultivos han causado a los agricultores al
medio ambiente o sobre la salud de la gente.
Mientras los cultivos transgénicos avanzan, los cultivos
convencionales van perdiendo su espacio y las
semillas de maíz criollo pierden día a día la
posibilidad de seguir existiendo. La
“coexistencia” decretada por el gobierno en
julio del 2008 ha permitido que el mercado opere
libremente sin tomar en consideración a los
pequeños productores que desean seguir
cultivando el maíz criollo que han conservado
por generaciones.
Desde la introducción del maíz transgénico, el maíz criollo
está siendo amenazado de ser contaminado por
polen de maíz transgénico. La contaminación que
pudiera existir por cruzamiento de polen de una
semilla transgénica a otra convencional es
inminente. En nuestro país ya hay datos
científicos de contaminación de maíz
convencional producida por maíz transgénico.
Zonas libres de cultivos transgénicos
Es vital decretar zonas del país en las que se impida sembrar
cultivos transgénicos. Esta medida es la única
que puede permitir a los pequeños productores
conservar sus semillas. La creación de zonas
libres de cultivos transgénicos puede proteger
los recursos fitogenéticos que posee el país.
Salvaguardar las semillas criollas y preservar la
biodiversidad agrícola de la contaminación por
semillas transgénicas es una urgencia, ya que
nuestra seguridad y soberanía alimentaria están
en juego.
En este momento lo que está en juego es el maíz criollo, pero
en cuestión de tiempo otros cultivos también
podrán estar en la misma situación, dado que
nuevos eventos de maíces están a la espera de
ser aprobados y otros cultivos como el arroz.
Treinta y Tres zona libre de cultivos
transgénicos
De acuerdo a la ley aprobada el año pasado sobre Ordenamiento
Territorial (ley 18.308), se otorgan potestades
a las intendencias para la categorización de los
suelos y su uso con un concepto de desarrollo
sostenible en función de objetivos sociales,
económicos, urbanísticos y ecológicos.
La intendencia del departamento de Treinta y Tres es la única
del país que posee un Departamento de
Agroecología y Soberanía Alimentaria enmarcada
en el “Plan de Soberanía Alimentaria
Territorial”. En este marco hace varios años que
se cuenta con una amplia variedad de semillas
criollas de maíz que los productores del
departamento desean seguir conservando sin que
se contamine con la transgénica.
Además, en este departamento, “La Quebrada de los Cuervos” ha
sido decretada una zona nacional de protección.
Esta zona, que se encuentra a poco más de 30
kilómetros de la capital del departamento de
Treinta y Tres, ingresó al Sistema Nacional de
Área Protegida (SNAP) bajo la categoría
de paisaje protegido, otorgándole un mejor
estatus para su conservación.
Si a lo anterior se agrega que, de acuerdo a los datos
obtenidos por la Dirección Nacional de Medio
Ambiente (DINAMA), hasta la zafra 2007
-2008 en ese departamento no ha sido introducido
el maíz transgénico y que estudios científicos y
experiencias de campo demuestran que los
cultivos transgénicos no poseen un rendimiento
más alto que los cultivos naturales, que son más
contaminantes y que introducen nuevos riesgos
para la salud y para el ambiente, se concluye
que Treinta y Tres cuenta con condiciones
óptimas para que sea declarado como zona libre
de maíz transgénico.
Si así se lo decreta, este departamento podrá asegurar que el
maíz criollo pueda ser efectivamente protegido
en nuestro país y que se pueda así empezar a
caminar hacia nuestra soberanía alimentaria. En
caso contrario, el país estará atado a la compra
de semillas transgénicas patentadas, en poder de
grandes multinacionales extranjeras. Y si fuese
así: “Las penas serán de nosotros y las semillas
serán ajenas.”
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