Pasaron más
de 16 meses aguantando las embestidas de una de las transnacionales más
poderosas en su sector a nivel mundial, tratando de alcanzar un Contrato
Colectivo que redefiniera todas las cláusulas que no se habían cumplido en el
pasado.
Supieron
esperar, con tenacidad y con confianza en la organización de la cual son parte
activa, sin pensar por un solo momento que su lucha podía fracasar. Esta
determinación contribuyó de forma decidida a que se llegara a una negociación de
última hora, la cual desembocó en un histórico triunfo. Se suspendió la huelga y
estalló la alegría, tras una tensión que tuvieron que contener hasta el último
momento.
Renieri Brizo |
Sin lugar a
dudas, esta lucha ha sido un ejemplo, no sólo para Honduras, sino para
todos los trabajadores de la región que, día a día, siguen bregando por el
respeto de sus derechos humanos, laborales y sindicales.
Son los
trabajadores de la Cervecería Hondureña (SABMiller)
afiliados al Sindicato de Trabajadores de la Industria de las Bebidas y
Similares (STIBYS), que con sus palabras sencillas reflejan el alto valor
moral y político de su lucha.
Para
Renieri Brizo, conductor de ruta, “Ha sido un proceso muy largo y
extenuante. Los compañeros de la comisión negociadora estuvieron discutiendo por
16 largos meses y nosotros seguíamos trabajando en situaciones muy difíciles. La
empresa mantuvo una actitud cerrada y no quería firmar el Contrato Colectivo. Es
por eso que decidimos irnos a la huelga, estando seguros de que teníamos la
razón y de que habíamos llenado todos los requisitos para que fuera declarada
legal”.
Las presiones
y las violaciones a los derechos laborales y sindicales por parte de la empresa
son elementos recurrentes en todas las declaraciones de los trabajadores.
José González |
“Siempre hay
presiones por parte de la empresa -continúa Brizo-. Te exigen horarios
demasiados largos. Te obligan a visitar a 60 y hasta 70 clientes diarios, y uno
al final llega a su casa a las 9 o 10 de la noche. Las ocho horas laborales son
un sueño para la mayoría de los trabajadores y es difícil seguir de esta
manera”.
También para
José Cerén, ayudante de ruta, y José González, conductor, “En
estas empresas transnacionales no hay que confiar, y es una lucha continua
porque firman los acuerdos y después no los cumplen. Hay múltiples violaciones,
entre ellas la creciente subcontratación de personal que está remplazando a los
que son permanentes, y en su mayoría organizados. Es evidente que se trata de
una maniobra para debilitar al sindicato”.
Ninguno de
los trabajadores pensó que la movilización y la protesta pudieran fracasar.
Marcos Flores |
“Hubo
momentos difíciles -dijo Marcos Flores, él también conductor de ruta-. El
jueves 10, después de terminar el trabajo, estuvimos esperando en las afueras de
la empresa el resultado de la negociación. Estábamos a un paso de irnos a la
huelga. La gente estaba decidida y el ambiente era muy fuerte, todos estábamos
listos y dispuestos a cualquier acción. No había miedo”.
“Nuca tuve
miedo a ser despedido -comenta Brizo-, y estábamos todos unidos. Era
perfectamente consciente de que podía ser una lucha muy larga, estaba listo a
aguantar hambre por 15 días, un mes o por el tiempo que fuera necesario”.
“¿Qué más
podíamos hacer? -se pregunta José Cerén-. Fue necesario llegar a estos
extremos porque de otra manera la empresa nunca iba a cambiar las cosas.
Esperamos mucho tiempo, y al final estábamos listos para cualquier cosa. Nunca
pensé que podíamos fracasar, porque estábamos bien organizados y preparados.
Cada trabajador estaba seguro de lo que estaba haciendo y esto sorprendió a la
empresa”.
José Cerén |
“Terminé de
trabajar a las 7 de la noche, y cuando salí ya había mucha gente frente a la
entrada de la empresa, esperando informaciones. El ambiente era tenso, pero
cuando llegó la noticia de que habían alcanzado el acuerdo fue una gran
algarabía y esperamos que llegara la comisión negociadora para celebrar todos
juntos. Creo que al final todo valió la pena. Tantos meses de negociación, de
espera, aguantando la presión de la empresa y, al final, logramos salir
beneficiados. Con nuestra lucha estamos dejando un precedente que puede servir
para otras luchas que hay en la región. Con estas empresas transnacionales hay
que luchar para conseguir el respeto de nuestros derechos, y esto hay que
hacerlo no sólo en Honduras, sino en toda la región”, agregó Marcos
Flores.
“Estábamos
emocionados, felices, porque era lo que esperábamos desde hace mucho tiempo. La
vida aquí es cada día mas dura y quieren siempre mantenernos en la miseria. Lo
que sería importante es que la lucha se extendiera, y que toda la gente se
organizara. Aquí si uno no se organiza está jodido”, concluyó Cerén.