El "Che negro"

 

 

El 4 de agosto de 1983, junto a otros militares revolucionarios, el capitán Thomas Sankara, a quien se conoció como el “Che negro”, encabezó una revolución democrática, popular, en la ex colonia francesa Alto Volta, que obtuvo su independencia en agosto de 1960 pero terminó siendo víctima del saqueo de las transnacionales y heredera de una enorme deuda externa, según ha informado Roberto Fernández Erquizia, sociólogo boliviano de la Universidad de Ciencias Humanas de Estrasburgo.

 

El “Che negro”, joven estadista, ocupó la presidencia de Burkina Faso y fue una esperanza del Panafricanismo y de la política de los Países No Alienados. Este capitán, a los 34 años fue presidente del Consejo Nacional de la Revolución que cambió, entre otras cosas, el nombre colonial de Alto Volta por el de Burkina Faso.

 

Burkina significa íntegro, y Faso se traduce por patria. Burkina Faso quiere decir, pues, “patria de  hombres íntegros”.

 

Thomas Sankara, admirador del Che, Mandela, Gandhi, Martí, Fidel, y solidario con los pueblos indios de América, fue un visionario internacionalista.

 

Para el “Che negro” la victoria y consolidación de la revolución en Burkina Faso debería contar con la solidaridad de todos los pueblos del mundo. Consideró que la revolución no era producto de importación o exportación y que, aunque la opresión imperialista es global, cada país oprimido, a pesar de analizar la política globalmente, debe actuar territorialmente de acuerdo a sus características históricas y sociales específicas.

 

En el poco tiempo que ejerció la presidencia del Consejo Nacional de Burkina Faso, Sankara tomó una serie de medidas que sacaron al país de una situación de miseria profunda: devolvió las tierras a las comunidades campesinas, implementó programas de construcción de represas, de alfabetización y de cuidado de la salud, así como el reconocimiento de la mujer como parte activa de la vida civil y política, el desarrollo de la artesanía, la protección del medio ambiente, la lucha contra la corrupción y la búsqueda del equilibrio de las relaciones norte-sur, considerando a la deuda externa como la nueva forma de la esclavitud colonial.

 

Todas esas medidas provocaron el odio de las oligarquías vendidas al extranjero y empecinadas en defender sus privilegios, por lo cual Sankara fue asesinado, junto a doce de sus compañeros, el 15 de octubre de 1987. La traición de Blaise Campoaré, quien le había jurado lealtad, hizo posible su asesinato al venderse a las transnacionales y a quienes se negaban a ceder parte de sus privilegios.

 

Desde esa fecha el pueblo de Burkina vive un tiempo de terror bajo la dictadura, claro, de Campoaré, que cuenta con el respaldo de países “democráticos” europeos e inclusive de Brasil, cuyo presidente, Lula Da Silva, asistió como invitado del dictador a la celebración del “XX aniversario del renacimiento democrático”.

 

El “año de Sankara en Francia” reunió en París a estudiosos del pensamiento económico y filosófico del mártir.

 

Para Sankara el colonialismo no termina con la llamada descolonización, y se profundiza por mecanismos como los hábitos alimentarios impuestos a través de la educación y la cultura neocoloniales.

 

La realidad de los países del llamado Tercer Mundo no puede ser analizada con ojos y mentalidad de Occidente, porque ello impide la visión elaborada desde el punto de vista de los oprimidos. Estos dejan de lado su arte culinario tradicional, equilibrado, no transgénico, para imitar hábitos de Occidente, con resultados que son obesidad para pocos y hambre y desnutrición para muchos.

 

La imposición, a partir de la cultura y los medios de comunicación occidentales, de una alimentación mala, aparte de poner en riesgo la salud de los consumidores, determina el olvido de una tradición cultural sana comparada con los “fast food” (comida rápida), de moda  también en los países pobres.

 

Thomas Sankara, “el Che negro”, sostuvo que “para los africanos vivir como tales es la única manera de vivir libres y dignamente”, que “la llamada ayuda extranjera sólo produce desorganización y servilismo”, y que “el objetivo de la revolución es que el pueblo ejerza el poder”.

 

Aunque muy pocos recuerdan el asesinato del capitán Sankara, presidente de Burkina Faso, este joven estadista, también asesinado en octubre como Ernesto Guevara, fue sin embargo un héroe cuyo ejemplo debiera convocar a los jóvenes especialmente, a las luchas por la libertad.

 

En Montevideo, Guillermo Chifflet

Rel-UITA

22 de enero de 2008

 

 

 

Fotografías: svt.se

Arte: Rel-UITA

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