-¿Con qué apoyo cuenta en su trabajo?
-Formo parte de un equipo de salud de los dos barrios
integrado por gente de la comunidad: madres, padres y una
enfermera que se fue a vivir a Las Piedras.
-¿Se sabe cuánta gente vive en estos asentamientos?
-Según un censo reciente, en Las Laminas hay 185 familias,
con un promedio de entre 3 y 4 hijos por familia. En Las
Piedras, si bien no contamos con cifras exactas estimamos
que hay entre 800 y mil familias. Ambos barrios crecen
permanentemente, pues gente que tenía su casita de material
en el pueblo al quedar sin empleo la vende y se va a vivir
en Las Láminas o Las Piedras y se come rápidamente lo
obtenido por la venta de su casita.
-Se maneja que más del 50 por ciento de estos pobladores son
menores de 18 años.
-Yo diría que más de un 50 por ciento es menor de 15 años.
Existe una población infantil altísima.
-¿Cómo surge su vinculación con estos barrios?
-El vínculo con Las Piedras nació apenas vine a vivir acá,
hace unos diez años. En ese momento había allí una epidemia
de hepatitis y me invitaron a dar una charla sobre esa
enfermedad. Desde entonces organizamos con los vecinos una
limpieza y comenzamos cursos muy sencillos de formación de
multiplicadores, o sea gente de la comunidad que comienza a
trabajar como promotores de salud. En esa época no teníamos
la preocupación de la desnutrición, y le prestamos especial
atención a las enfermedades más frecuentes: diarrea en
verano –ninguno de los dos barrios tienen saneamiento– y en
invierno infecciones respiratorias, agravadas por el tema de
los agrotóxicos. Estamos en el lugar del país con más
infecciones respiratorias.
-¿Cuándo comienzan a prestar mayor atención a la
desnutrición?
-A los cinco años de trabajar allí comprobamos que la mayor
incidencia de las enfermedades se registraba siempre en
niños desnutridos, y constatamos que la desnutrición iba en
aumento aunque no teníamos cifras, porque la mortalidad se
registra pero la desnutrición no. Parece que ahora los
médicos estarán obligados a denunciar los casos de
desnutrición.
Para combatir el problema, especializamos a un grupo de
madres en el tema desnutrición. Les brindamos un curso sobre
cómo disponer de una alimentación correcta –dentro de las
dificultades económicas por las que traviesan– y reconocer
las secuelas de la desnutrición. Estas madres aprendieron
por ejemplo a hacer curvas de peso. Como siempre, al final
muchas abandonaron por distintas razones, pero quedó un
grupo reducido de mujeres que son muy luchadoras. Visitan a
los vecinos, es gente multiplicadora.
Y ahora aparecen datos sobre mortalidad infantil que sitúan
a la ciudad de Bella Unión en los niveles máximos en
Uruguay, donde en promedio muere uno de cada 15 mil niños
nacidos vivos antes de llegar al año. En Bella Unión ese
índice se duplica.
En esta ciudad es común el bajo peso al nacer, lo que
configura una situación global que acerca a esta zona del
Uruguay a los países africanos.
En el niño que tiene menos peso que el esperado para su edad
después se compromete la altura y luego aparece la
dificultad en el aprendizaje. Alarma la cantidad de niños
que vienen con recomendaciones de las maestras para ser
atendidos por médicos.
Junto a compañeros del Sindicato Médico del Uruguay hemos
decidido controlar a las embarazadas.
-¿Podría darnos algunas cifras oficiales sobre la
desnutrición en Uruguay?
-Según un informe del Instituto de Pediatría elevado a la
decana de la Facultad de Medicina, el departamento de
Artigas en 2002 tenía una mortandad infantil de 13,1 y pasó
al 28,8 por mil en 2003; el de Lavalleja pasó de de 12 a 21
por mil; el de Río Negro del 9,7 al 19,6; Salto del 14 al 21
por mil y Montevideo del 12, 7 al 15,7. O sea que la
mortalidad infantil crece en todo el país. Y hay que tener
en cuenta que no quedan registradas todas las muertes.
-O sea que la cifra total puede ser mayor.
-Sí. Un nene desnutrido baja su sistema de defensa y
comienza un ciclo: puede ser afectado con facilidad por una
neumonía, de la que sale aun más desnutrido y puede
presentar un cuadro de diarrea. En este ciclo
infección-desnutrición y más infección y más desnutrición al
final hay dos desenlaces posibles: uno es que el niño muera,
y se dirá que la causa es una neumonía y no la desnutrición;
otro es que presente secuelas durante toda su vida.
Es común que niños que ingresan al hospital lo hagan con 2 o
3 neumonías, y apenas ingresen haya que hacerles una
transfusión. Más del 50 por ciento de los niños internados
aquí en Bella Unión tienen anemia, algo que no se arregla
con darles gotitas de hierro.
-¿Qué sucede con los alimentos transgénicos en estos casos?
-Con los alimentos transgénicos no sabíamos qué comíamos y
les enseñábamos a hacer la leche de soja pero ahora no la
aconsejamos. Acá las semillas son todas transgénicas.
-¿Las autoridades nacionales o departamentales han adoptado
políticas para contener esta situación?
-Se hizo un relevamiento de las familias que presentan mayor
riesgo. A las madres que tienen niños de hasta seis años el
Instituto Nacional de Alimentación les otorga una canasta de
4 quilos de alimentos. A las familias que presentan mayor
riesgo sanitario se les ha dado, una sola vez, una canasta
de 14 quilos de comestibles. Ahora se planteó montar una
policlínica móvil, pero aún no se ha designado médico para
atenderla.
Por otra parte, no hay saneamiento. Se dispone sólo de ocho
grifos para el agua y a la mayoría de la gente le han
cortado la luz eléctrica. Muchas casas de la zona han sido
levantadas en pantanos. Son casas muy modestas, hechas con
cortezas de árbol, cartón, chapa y nailon. Paralelamente, la
sociedad responde. En Las Piedras se ha montado un Centro de
Atención a la Infancia y un merendero, donde cada tarde unos
400 niños acuden a tomar la leche. El Centro respalda a su
vez a unas 40 familias que han hecho huertos en el fondo de
sus casas.
-¿Hay antecedentes históricos en Uruguay de situaciones
similares?
-Seguramente estamos ante una situación nueva por su
magnitud.
Carlos
Caillabet
© Rel-UITA
30 de junio de
2004