El entierro del primer reaparecido en Uruguay
La piel de Ubagesner |
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"Hoy el pecho duele demasiado. Esos huesitos
que hoy llevamos a enterrar fueron en un tiempo una persona
hermosa. Trato de recordarte dentro la vida, y no desde esta
muerte. Deseo correr, abrazarme a tu cuerpo para protegerte
de tanta desolación, de tanta y tanta soledad…”
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EFE |
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Las palabras de Valentina Chaves sonaron firmes,
aunque su voz delataba la emoción, mezcla de dolor y
alegría, de angustia y esperanza. La hija del militante
comunista Ubagesner Chaves Sosa, le hablaba a una multitud
reunida ante la explanada de la Universidad de la República
en el centro de Montevideo.
Miles de personas se congregaron allí este 14 de
marzo para despedir los restos de Chaves Sosa, para rendir
tributo a esos “huesitos” encontrados el 29 de noviembre de
2005 en las excavaciones realizadas en una chacra ocupada
por los militares en los años de la dictadura que gobernó
Uruguay entre 1973 y 1985.
El de Ubagesner, es el primer cuerpo encontrado
en Uruguay casi treinta años después de su desaparición en
el marco de la represión militar. Había sido secuestrado el
28 de mayo de 1976 y trasladado a la base aérea Boiso Lanza,
donde murió a causa de las torturas en los primeros días de
junio de aquel año.
Pasaron tres décadas, antes de poder encontrar
sus restos en un lugar, ubicado a 30 kilómetros de
Montevideo, que señalaron los actuales mandos de la Fuerza
Aérea Uruguaya, luego que el gobierno del presidente Tabaré
Vázquez ordenara a las fuerzas armadas elaboraron informes
sobre lo ocurrido con los desaparecidos.
Un hombre simple
Chaves Sosa, nacido el 15 de febrero de 1938, era
un trabajador metalúrgico sindicalizado en la Convención
Nacional de Trabajadores (CNT), la central obrera que en
1973 convocó a la huelga general que enfrentó el golpe de
Estado. El “Bayano”, como le decían por su procedencia
fronteriza era un hombre simple y solidario.
Había nacido en la ciudad de Tranqueras,
departamento de Rivera, a pocos kilómetros de la frontera
norte con Brasil. Desde niño vivió solo y ya con veinte años
se radicó en la capital. Trabajaba en CAHOSA una fábrica
metalúrgica de treinta y dos empleados, treinta de los
cuales él agremió y terminó afiliando a su Partido Comunista
(PCU).
Cuando le secuestraron, Chaves llevaba un año de
absoluta clandestinidad. En 1975 la dictadura uruguaya había
dirigido toda la fuerza de su represión contra la dirección
política del PCU, y sus militantes debieron exiliarse o
recluirse en el más duro de los inxilios, intentando
mantener, junto a otras organizaciones, una llama de
resistencia.
De su detención, a tres cuadras de su casa,
fueron testigos muchos vecinos. Su esposa, Isidora, se
enteró cuando una persona golpeó su puerta y le entregó un
paquete que contenía un regalo para su hija Valentina, quien
había cumplido años dos días antes. Ubagesner logró enviarle
aquel regalo antes de ser secuestrado.
Gerardo Barrios, otro militante detenido en Boiso
Lanza quien era torturado junto a Chaves Sosa, identifica a
un alférez de nombre Alejandro López y a un teniente llamado
Enrique Rivero, como los responsables del asesinato de aquel
hombre que luego fue enterrado sin lápida en la mayor de las
desolaciones y soledades.
Abrazo de pueblo
La escalera principal de la Universidad de la
República se convirtió en el lugar por el que miles de
uruguayos y uruguayas fueron desfilando para homenajear a
Chaves Sosa, antes de acompañarlo en una multitudinaria
marcha que recorrió a pie seis kilómetros por el centro de
Montevideo hasta llegar a darle sepultura en el Cementerio
del Buceo.
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EFE |
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La voz del fallecido Alfredo Zitarrosa y sus
inconfundibles guitarras, entonaron desde una grabación el
tema “Adagio a mi país” al iniciarse un acto público en la
calle, donde cantó Daniel Viglietti, y hablaron el escritor
Eduardo Galeano y la representante de los familiares de los
desaparecidos Luisa Cuestas, quienes reclamaron verdad y
justicia.
Miles de personas, en respetuoso silencio,
acompañaron luego el féretro de Chaves Sosa, durante las
tres horas que demandó su traslado. La lenta marcha, solo
fue interrumpida por aplausos que la gente tributaba al paso
del cortejo y que los caminantes devolvían, en un cómplice
abrazo del pueblo.
La gente trasmitía dolor en sus miradas, pero a
la vez, la firmeza de haber conquistado algo por lo que
muchos lucharon durante todos esos años en los que Ubagesner
permaneció desaparecido. Esos “huesitos”, rodeados por el
nervio, carne y piel de todo un pueblo, eran también una
consigna cumplida, una meta alcanzada.
En los primeros días de marzo, otro desaparecido
también había sido encontrado. Un cuerpo hallado a
principios de diciembre de 2005 junto a un bosque de sauces
en el Batallón de Infantería Nº 13, pertenecía al escribano
Fernando Miranda, asesinado por la dictadura en 1974. Restos
de un tercer cuerpo aún no han sido identificados.
Señales de justicia…
Sólo 24 horas antes del entierro de Chaves Sosa,
un Tribunal de Apelaciones del Poder Judicial uruguayo abrió
una nueva instancia en la búsqueda de verdad y justicia
sobre las atrocidades ocurridas en la dictadura cívico
militar. El pronunciamiento ordena que el ex dictador Juan
María Bordaberry debe ser juzgado por sus crímenes.
Los tres ministros del Tribunal de Apelaciones
revocaron la sentencia de la jueza penal Fanny Canessa,
quien había ordenado archivar las actuaciones sobre
Bordaberry por considerar que los hechos denunciados eran
“cosa juzgada” y aceptar un pedido de la defensa para que se
declarara la prescripción de los delitos.
Bordaberry, a quien el Parlamento uruguayo nunca
le entabló un juicio político como indica la normativa
uruguaya, fue denunciado penalmente por “atentado a la
Constitución” en 2003, pero diversas dilaciones judiciales
permitieron que la jueza cerrara el caso sin siquiera citar
a declarar a quien dio el golpe de Estado en 1973.
El pronunciamiento del Tribunal de Apelaciones
tiene un significado histórico, porque constituye la primera
señal de justicia del Poder Judicial desde que en 1985 el
país fue reinstitucionalizado. Durante cuatro gobiernos
electos, en los últimos 20 años, ningún caso de violación a
los derechos humanos pudo ser juzgado en Uruguay.
El proceso contra Bordaberry, ordena el Tribunal
de Apelaciones, incluirá los delitos derivados de la
disolución de las cámaras parlamentarias dispuesta el 27 de
junio de 1973 por el ex dictador, quien deberá ser juzgado
como coautor de homicidios y desapariciones, entre las que
se incluye la del propio Ubagesner Chaves Sosa.
Roger Rodríguez
© Rel-UITA
15 de marzo de 2006
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