El
pasado martes 24 fueron asesinados en Pará, José
Cláudio Ribeiro da Silva (Zé Cláudio) e Maria do
Espírito Santo Silva.
Eran una pareja de
asentados extractivistas en la Amazonia, militantes
sindicales amenazados de muerte como consecuencia de
sus permanentes denuncias contra la deforestación
causada por las empresas madereras. Tenían dos
hijos. Sus cuerpos fueron mutilados por los asesinos
como mensaje aterrorizante para la sociedad y prueba
del “contrato cumplido”.
Francisco Deasis da Costa,
secretario de Formación y Organización de nuestra
afiliada la Federación de Trabajadores en la
Agricultura (FETAGRI) del estado de Pará,
dialogó con Sirel sin poder disimular su
honda emoción por el momento que estaba viviendo.
-Estamos aún aquí, en el cementerio de Marabá, al sudeste de
Pará. Acabamos de enterrar a Maria y a Zé
Claudio. Él fue director del Sindicato de
Trabajadores Rurales, y ambos fueron asesinados por
orden de los latifundistas de tierra usurpada (grilada,
en protugués) y de las madereras responsables de las
quemas de floresta.
Formaban una
antigua pareja, él con 54 años y ella con 53. Eran
ambos líderes rurales que estaban en la maldita
lista de los 300 “marcados para morir” en el estado
de Pará.
-¿Por qué fueron asesinados?
-Ellos siempre denunciaron la explotación ambiental de la
selva; defendían la preservación de la floresta, se
oponían activamente a la deforestación desordenada e
insustentable que ya había tomado cuenta del 60 por
ciento del área del asentamiento que integraban.
Eran
ambos líderes rurales que estaban en la
maldita lista de los 300 “marcados para
morir” en el estado de Pará. |
-¿Cómo piensan reaccionar ante este crimen?
-Esta mañana, antes del entierro, unas tres mil personas
bloqueamos la vía férrea e hicimos retroceder el
tren de la empresa minera Serra do Carajás,
propiedad de la Vale do Rio Doce, cargado con
hierro.
Por otra parte, nuestra Federación, junto a la CONTAG,
está realizando contactos a los más altos niveles
estaduales y federales reclamando una investigación
eficaz y el fin de la impunidad en Pará.
-¿Estas empresas mineras están involucradas en la
deforestación?
-Con certeza, porque las mineras crecen, cada vez se
extienden más, y van promoviendo la deforestación,
la expulsión de los pequeños agricultores y están
aliados con las madereras y con el latifundio.
Sirel
dialogó también sobre este crimen con Carlos
“Guto” Santos, presidente de la FETAGRI–Pará.
-Tal como lo habíamos anticipado en la última conversación
que tuvimos en Brasilia, mientras realizábamos el
Grito da Terra, comienza a recrudecer la
violencia en nuestro estado de Pará.
Esto ocurre por los recientes cambios políticos en el estado,
donde la derecha ganó las elecciones, por la presión
de los gremios empresariales vinculados a la
minería, la industria maderera y la usurpación (grilagem)
de tierras.
Debemos
asegurar que tanto los pistoleros como
los mandantes de los asesinatos sean
individualizados, detenidos y juzgados
para que no impere la impunidad |
El pasado 13 de mayo, en la Asamblea Legislativa del estado,
realizamos un seminario sobre
“Violência no campo e combate à grilagem”
para debatir sobre la necesidad de garantizar la
seguridad de activistas, sindicalistas, asesores y
luchadores por los derechos humanos que están en una
lista de “marcados para morir”.
Desgraciadamente, la realidad nos dio la razón y los asesinos
de siempre saltan sobre la ocasión para retomar
fuerzas.
Condenamos este
nuevo asesinato brutal de dos líderes sindicales que
siempre denunciaron el daño ambiental causado por
empresas madereras que deforestan ilegalmente.
Ellos integraban la Asociación del Proyecto de Asentamiento
Agro Extractivista “Praia Alta Piranheira”, ubicada
cerca de la ciudad Nova Ipixuna, en la Amazonia
paraense.
En esa región hay varios emprendimientos gigantes, entre
ellos la poderosa Vale do Rio Doce, una
megaminería de extracción de hierro, níquel,
manganeso y otros minerales. Estas grandes empresas
tienen una articulación fluida con el poder
económico de la región.
Además,
calificamos este crimen como macabro, porque los
pistoleros culminaron su atrocidad cortando parte de
las orejas de las víctimas, seguramente como símbolo
atemorizante y prueba perversa de su faena cumplida.
-¿Cuál está siendo la reacción de la FETAGRI y de la
CONTAG?
-Nos estamos movilizando junto a otras organizaciones
sociales para exigirle a las autoridades policiales
y judiciales, y a los gobiernos estadual y federal
la implementación urgente de políticas de seguridad
pública y que aceleren el proceso de reforma
agraria, porque entendemos que la violencia rural en
este estado de Pará está íntimamente vinculada al
trabajo esclavo, a la deforestación y la usurpación
de tierras.
La
impunidad es una prueba de la fragilidad
del estado en la lucha contra la
violencia en Pará |
Estamos trabajando para realizar –quizás ya a mediados de
junio- una gran audiencia pública con representantes
del gobierno federal, de la Secretaría Nacional de
Derechos Humanos, la Auditoría Agraria Nacional, el
Ministerio de Justicia, INCRA y el IBAMA
para presentar un programa de emergencia de
políticas públicas concerniente a varias regiones de
Pará, pero sobre todo para la región sudeste, donde
más se manifiesta la violencia en el campo.
Entendemos que se
precisan más recursos para la reforma agraria como
forma más eficaz de combatir el grilagem, el trabajo
esclavo, garantizando tierra para los trabajadores y
trabajadoras rurales desposeídos.
-¿Están siendo informados sobre el curso de la
investigación?
-Estamos presionando al gobierno estadual. Nos reunimos con
el secretario de Seguridad Pública el mismo día del
asesinato.
Él se encuentra ahora mismo en Marabá, acompañando las
investigaciones policiales. La Policía Federal
también está participando en la investigación ya que
el crimen se cometió en tierras bajo tutela de la
Unión Federal.
Lo más importante para nosotros es acabar con la impunidad.
Debemos asegurar que tanto los pistoleros como los
mandantes de los asesinatos sean individualizados,
detenidos y juzgados para que no impere la
impunidad. En nuestro contexto, el estado y la
justicia local no tienen fuerza suficiente ni
competencia para enfrentarse a los poderosos
intereses vinculados a este crimen y a tantos otros.
La impunidad es una prueba de la fragilidad del estado en la
lucha contra la violencia en Pará.
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