Paraguay

           

Fernando Lugo
Un Presidente en serio
Manos a la obra

 

 

Fernando Lugo asumió la Presidencia de Paraguay desde un estrado que, simbólicamente, se abría sobre la Plaza del Congreso en la que una multitud asistía emocionada a este hecho histórico para el país, dominado desde hace casi 200 años, sin interrupciones, por unas pocas camarillas de intereses.

 

En las últimas seis décadas, la expresión política de esas elites ha sido el Partido Colorado que gobernó el país hasta hoy, la mayor parte de ese tiempo bajo la dictadura de Alfredo Stroessner, que sometió al pueblo paraguayo a un régimen de terrorismo de Estado.

 

El ex obispo Lugo llega a la Presidencia como expresión de incontables luchas populares, pero también coaligado a partidos que, a pesar de haber estado siempre en la oposición distan mucho de representar los intereses de los más pobres.

 

En su discurso de asunción, Lugo mencionó en primer lugar a los grupos indígenas del Paraguay, a quienes definió como “los auténticos y originales artífices de la historia paraguaya”; incluyó a los emigrados en diversas olas a lo largo del siglo XX y del XXI, y agradeció explícitamente la “hospitalidad” de la República Argentina donde se calcula que viven 500 mil paraguayos y cerca de 2 millones de sus descendientes.

 

Habló de su fe, una fe vinculada a los hombres y las mujeres, a sus actos, sus anhelos, sus derechos, a la lucha de los más pobres.

 

Declaró que es ahora cuando comienza andar el Paraguay “sin secretismos y sin corrupción”. Un país que desea integrarse al “universo de las democracias consolidadas y cuyas autoridades serán implacables con los ladrones del pueblo”.

 

Prometió “austeridad y sencillez”, y como muestra de ello anunció que renunciará a su salario como Presidente. Y también enfatizó que su gobierno defenderá como a un santuario los bosques originales y el medio ambiente paraguayo.

 

Indicó que el país precisará fuertes inversiones para iniciar su camino al desarrollo, y recordó que el sistema productivo actual es dependiente casi exclusivamente de la soja y la carne.

 

Como lo había dicho ya en varias oportunidades, el ahora Presidente del Paraguay señaló que el país tiene una gran disponibilidad de energía hidroeléctrica para exportar, y recalcó su intención de renegociar los acuerdos de venta de energía con Brasil y Argentina, para alcanzar términos más justos de intercambio comercial para su país. Llamó a sus pares allí presentes, Cristina Fernández y Lula da Silva, a exhibir una actitud “objetiva y solidaria” en relación con el bajo precio que actualmente pagan esos países por la energía que importan desde Paraguay.

 

Nada será fácil para Fernando Lugo, que deberá enfrentar proverbiales prácticas corruptas y delictivas ancladas en muchas de las instituciones paraguayas, especialmente en las Fuerzas Armadas y en la Policía, para las que tuvo palabras directas mediante las que señaló que ambos organismos “tienen una oportunidad única” de acompañar a su comunidad en un cambio profundo y democrático.

 

Esta es la hora del festejo, de la alegría, de la renovación de los propósitos colectivos, y así lo disfruta el pueblo paraguayo. Que el mañana nos encuentre atentos y dispuestos a perseverar en la lucha por concretar los ideales. Ahora es cuándo.

 

Carlos Amorín

Rel-UITA

15 de agosto de 2008

 

 

 

 Fotos: Gerardo Iglesias

 

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