Estuve en el parque Carlos Antonio López cuando se dijo la sentencia del Ycua Bolaños. Y no tengo vergüenza en decir que lloré con los familiares de las 400 víctimas. Como todos. Y lloré, y no precisamente con resignación. No eran mercancías lo que se perdió el 1 de agosto, eran seres humanos como usted y como yo.

Quedan 400 familias destrozadas. Quedan 204 huérfanos sin padres ni madres. Quedan centenares de damnificados, muchos sin medios para proseguir su curación.

Y todo esto ¿por qué?.

Por un sistema diseñado para robar, del que se aprovechan los empresarios para explotar al  trabajador e  inclusive al cliente.

Para ellos somos solamente medios de enriquecimiento.

¿Por qué?

Por una municipalidad que cobró pero no se preocupó de ver las condiciones del supermercado. ¿Por qué?

Por un ministerio público, muchas veces nombrado a dedo por ser correligionario o amigo, que no supo investigar a fondo y que se manifestó inepto con la magnitud del incendio. Los mismos jueces se quejaron de lo débil del trabajo del fiscal.

¿Por qué?

¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Por qué no han sido tocados, ni aun con juicios políticos, los dos fiscales generales y los dos intendentes de Asunción en esos años?

¿Ahora? A seguir insistiendo en busca de una Justicia completa.

Y todo esto nos tiene que abrir los ojos para las próximas elecciones nacionales. El Juicio del Supermercado Ycua Bolaños  es un hecho, también político.