“Hoy, transcurridos 50 años desde nuestra Constitución, cada
vez más se reconoce que existen diferencias entre las
mujeres y los hombres en cuanto a los factores que
determinan la salud y a la carga de morbilidad.
La dinámica del género en la esfera sanitaria
tiene profundas repercusiones y ha pasado largos años sin
recibir la atención que merece. Cada vez se dispone de más
datos que demuestran los múltiples vínculos entre el género
y la salud”. Así comienza el documento sobre Política de
Género de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
acordado en marzo de 2002. En este documento, la OMS
reconoce explícitamente que el sexo y el género tienen un
importante impacto en la salud.
Las mujeres experimentan una mayor morbilidad en casi
todas las etapas de la vida. Esta desventaja persiste aun
excluyendo los problemas reproductivos. Los estereotipos de
género continúan condicionando la vida de todas las mujeres,
y también de los hombres, limitando su derecho a la salud.
También siguen dominando la investigación, el control y la
atención de las enfermedades, impidiendo el establecimiento
de programas de salud equitativos y eficaces. En esencia,
las desigualdades de género han llevado a una sistemática
devaluación de la salud de las mujeres.
Los sistemas sanitarios están obligados a responder
adecuadamente a los problemas causados por las inequidades
de género. No es suficiente sólo con “meter” el género como
componente último en un proyecto de desarrollo. La
investigación, las intervenciones, las reformas en los
sistemas de salud, la educación y las políticas sanitarias
deben considerar el género desde el principio.
Todos y todas los profesionales deben tener
conocimientos y conciencia de las maneras en que el género
afecta a la salud, de manera que sean capaces de incorporar
los asuntos de género de manera apropiada en cualquier
lugar, y así hacer su trabajo más efectivo.
Género y VHI/SIDA
La infección por VIH es la enfermedad emergente más
devastadora de la historia reciente. Aunque, a nivel
mundial, aproximadamente el mismo porcentaje de hombres y
mujeres sufren de VIH, este dato oculta las marcadas
diferencias en las implicaciones que tiene esta enfermedad.
Algunas de ellas son resultado de las diferencias biológicas
entre los sexos, pero la mayoría se derivan de las
diferencias de género definidas socialmente. Por ejemplo,
puede que las mujeres quieran que sus compañeros utilicen
preservativos o que ellas no deseen tener relaciones
sexuales, pero habitualmente carecen del poder de decidir.
También se da un incremento en la carga de trabajo de las
mujeres porque los sistemas sanitarios dependen cada vez más
de su labor no remunerada como cuidadoras de los enfermos y
huérfanos, considerando que es un rol que las mujeres asumen
“naturalmente”.
Violencia de género
La violencia de género o violencia contra las mujeres,
es el mayor problema de salud pública y derechos humanos en
todo el mundo.
En el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud,
publicado recientemente por la OMS, se dice que “mientras
que los hombres son mas susceptibles de sufrir ataques
violentos por parte de extraños que por alguien dentro de su
círculo de relaciones... una de las formas más comunes de
violencia contra las mujeres es la ejercida por el marido o
compañero sentimental”.
Las mujeres son particularmente vulnerables al
maltrato infligido por la pareja en las sociedades en las
que existen importantes desigualdades entre hombres y
mujeres, rigidez en los roles de los géneros, normas
culturales que respaldan el derecho del hombre a mantener
relaciones sexuales con independencia de los deseos de la
mujer y sanciones blandas para estos comportamientos.
Mutilación genital femenina
Se estima que entre 100 y 140 millones de niñas y
mujeres han sufrido alguna forma de mutilación genital
femenina (MGF), y que 2 millones de niñas están en riesgo de
sufrirla cada año. La gran mayoría de mujeres afectadas
viven en África Subsahariana, pero la práctica es conocida
también en partes del Medio Este y Asia. El número de casos
se ha incrementado en Europa, Australia, Nueva Zelanda,
Canadá y Estados Unidos, como resultado de la migración
desde países donde la mutilación genital es una tradición
cultural. La MGF incluye una variedad de procedimientos,
pero en el 80 por ciento de los casos incluye la escisión
del clítoris y de los labios menores. En su forma más
extrema, la infibulación, que constituye aproximadamente el
15% de todos los procedimientos, se llega a la escisión de
casi todos los genitales externos y el estrechamiento de la
vulva que deja sólo una pequeña abertura. Cualquiera que sea
la forma que tome, la MGF es una violación de los derechos
humanos de las niñas y las mujeres, y una grave amenaza para
su salud.
Género y salud mental
Las investigaciones muestran que las diferencias
socialmente construidas entre mujeres y hombres en cuanto a
los roles y responsabilidades, status y poder, interactúan
con las diferencias biológicas entre los sexos para generar
diferencias en la naturaleza de los problemas de salud
mental, comportamientos de las personas afectadas en la
búsqueda de la salud y la respuesta del sector salud y la
sociedad en general.
Esto es sólo un boceto del panorama general. Como se
decía en el primer punto, las desigualdades de género llevan
a una sistemática devaluación y negligencia de la salud y la
vida de las mujeres. Y también limitan las posibilidades de
desarrollo de una vida plena para los hombres. No podemos
seguir obviando que las desigualdades de género son un
problema que debemos abordar de inmediato, si queremos
contribuir a un desarrollo humano sostenible.
María Minondo
ONG Medicus Mundi
Agencia de Información Solidaria
4 de junio de 2004