La igualdad de
género es una preocupación del gobierno de Michelle Bachelet. Se ha
avanzado en una política de Estado con mayor participación, reformas
a la legislación sobre violencia intrafamiliar, y un esfuerzo
dirigido a superar el colapso de los Juzgados de Familia y a
reformar el Código Civil. Pero aún se mantienen muchas de las viejas
lacras sexistas.
Entre las discriminaciones de piel dura se pueden
citar la poca participación femenina en la fuerza laboral;
diferencias de 30 por ciento y más en los salarios; el 92 por ciento
de las víctimas de violencia son mujeres; un régimen matrimonial que
establece que es el hombre quien administra los bienes; publicidad
sexista, medios de comunicación que invisibilizan a la mujer;
femicidios y desprotección a mujeres violentadas, etc. “Temas de
protección social y de igualdad de género que fueron visibilizados
gracias a que hoy tenemos una Presidenta. Poner como prioridad los
derechos de las mujeres es un tema de justicia y una necesidad”,
dice la ministra del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM),
Laura Albornoz Pollmann, abogada de la Universidad de Chile.
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Ministra Laura Albornoz |
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El año pasado 42 mujeres fueron asesinadas en
Chile. En lo que va de este año la cifra llega a 56. El aumento
de femicidios evidenció la dramática situación que viven las mujeres
en los Tribunales de Familia chilenos. Entre 2005 y 2006 ingresaron
más de 500 mil causas judiciales. Al 1º de octubre, la cifra se
había elevado a 800 mil. La Región Metropolitana lleva la delantera
con un 33,23 por ciento. Estadísticas del Poder Judicial para 2003 y
2004 indicaban que sólo en los juzgados de menores existía un
incremento de un 3,2 por ciento anual. Si se hubiera calculado igual
variación para 2005 y 2006, se habría concluido que se superaría la
proyección calculada. Eso, sin incluir que los Juzgados de Familia
también instruyen divorcios y violencia intrafamiliar. La dotación
de personal se hizo en forma gradual, y hoy los juicios demoran
tanto o más que antes. Ninguno de los proyectos que tipifica el
femicidio como delito tiene urgencia. La justicia vive un colapso
que es parte de la cultura del maltrato.
La ministra Albornoz comenta: “Es insólito
que el femicidio no genere protestas pero sí lo haga el Transantiago.
Hay también más preocupación por la delincuencia que por el
asesinato de mujeres”. La justicia pareciera actuar con desidia e
indiferencia. Sólo una de cada 20 denuncias de mujeres violentadas
se concreta en la detención del agresor. No hay políticas
suficientes para resguardar la vida e integridad de las mujeres y
sus hijos.
Oficialmente se reconoce que van 56 mujeres
asesinadas en 2007, aunque no hay datos confiables. Femicidio es el
asesinato de una mujer por el solo hecho de serlo: el protagonista
es el machismo y la relación desigual de poder entre hombres y
mujeres.
La ministra Laura Albornoz dice: “Acoso,
violaciones, torturas, incesto, abusos, maltratos físicos y
emocionales, culminan con la muerte. En forma histórica el maltrato
de la mujer ha sido tolerado socialmente. Esta historia es más
antigua que el hilo negro. La estructura patriarcal permite que se
toleren conductas que incluso las mujeres aceptan, incluyendo
discriminaciones que llevan a la muerte. Aunque los medios de
comunicación exacerbaron el femicidio, sin embargo han jugado un rol
en su visibilización y hoy son más rigurosos en su tratamiento.
Organizaciones de mujeres reivindicaban el tema, pero nunca lo
escuché con fuerza en el discurso político. Se luchó por la
recuperación de la democracia, la defensa de los derechos humanos,
pero el maltrato a la mujer siguió subestimado y tolerado
culturalmente. Se aceptaba la agresión y el abuso de poder. Es
verdad que ahora hay una ley. Pero considerar la violencia contra la
mujer como un delito, recién es de octubre del 2005. En 1995 se
intentó legislar y no hubo apoyo para sancionar el maltrato como un
delito. Lamentablemente ha pasado con todos los temas vinculados al
género. Cuando se legisló sobre el acoso sexual algunos
parlamentarios dijeron que a la mujer le gusta que la piropeen, que
el latino es así, que es nuestra cultura, etc. La violencia contra
la mujer -por otra parte- atraviesa a la sociedad entera. Afecta a
todos los estratos, a indígenas, profesionales, etc. Es en el ámbito
privado -en el espacio de las relaciones íntimas- donde ocurre con
mayor frecuencia el femicidio. Es la culminación de años de
violencia en el seno de la pareja”.
Tribunales de Familia no dan abasto
Los Juzgados de Familia están colapsados por
exceso de causas. Se prometieron juicios que durarían tres meses,
con mayor transparencia y demandas en forma directa, sin necesidad
de abogados. Hoy se reconoce que no se dotó al sistema de los
recursos que necesitaba. La mujer que presenta una demanda debe
esperar 15 a 20 días para que se fije una fecha para la audiencia
preparatoria que tendrá lugar de seis a ocho meses más tarde. A un
mes de inaugurado el sistema, los juzgados estaban colapsados, con
largas colas de mujeres esperando para ser atendidas. Se invirtieron
más de 120 millones de dólares en implementar 60 tribunales y hay
258 jueces exclusivos. Se dictaron leyes de matrimonio civil,
violencia intrafamiliar y otras. Se aumentó en cinco veces la
dotación de magistrados dedicados al tema. Se afirmó que el proceso
oral simplificaría los casos de pensiones alimentarias, visitas,
tuición, divorcios, medidas de protección, filiación, etc. La ley se
aprobó en 2004 y los juzgados iniciaron su trabajo en octubre de
2005. A los tres meses estaban colapsados: ingresaron cientos de
miles de causas. Se pensaba en 160 mil, pero en 2006 excedían las
400 mil, la mayoría por pensión de alimentos y violencia
intrafamiliar.
La violencia
contra la mujer está percibida como un
delito, recién desde octubre del 2005. |
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Se ha avanzado en algunas leyes como la de
pensiones alimentarias, pero los Juzgados de Familia están
colapsados. “Las mujeres -dice la ministra del SERNAM- hacen
largos recorridos en tribunales para conseguir justicia,
particularmente desde que entraron en vigencia los Tribunales de
Familia, en octubre de 2005. Hay un empantanamiento del que nos
hemos hecho cargo presentando reformas legales que están siendo
discutidas en el Congreso. Cuando se dictó la ley los recursos
fueron mal calculados. En esto hubo también una discriminación de
género, pues el 70 por ciento de los usuarios de los Tribunales de
Familia son mujeres. En la actualidad, si el demandado incumple el
fallo, la sanción puede llegar hasta el presidio. Pero las leyes no
cambian de inmediato las conductas. Se establecieron medidas de
apremio más perentorias: arresto, suspensión de la licencia de
conducir, retención de impuestos. El día de mañana tendrán que
pensarlo dos veces si intentan no cumplir con la pensión alimentaria
que ha fijado el Tribunal”.
-¿En
qué ha avanzado una política social para proteger a la mujer?
-Se ha posicionado el tema de género con una
mirada centrada en los derechos de la mujer, no como anteriores
políticas sociales que se orientaban a la atención asistencial. La
mujer se visibiliza de verdad en la agenda pública durante este
gobierno. Se incorpora en el discurso de la presidenta y de su
gobierno. Se ha luchado contra los resquemores que provoca romper
algunos esquemas tradicionales de hacer política. Se ha logrado
posicionar una “agenda de la mujer” y hay mayor percepción de la
temática de género. Se ha traducido en avances y reformas legales
como la ley de filiación, de matrimonio civil, el rol activo de
SERNAM, la tipificación de delitos como el acoso sexual, varias
reformas en materia laboral como la ley de amamantamiento, el fuero
maternal para las trabajadoras de casas particulares, etc. Hoy se
reconoce que las mujeres tenemos necesidades diferenciadas a las de
los hombres y eso no va contra la aspiración de la igualdad de
oportunidades.
Discriminación laboral y sociedad conyugal
-¿Qué
ocurre con la discriminación laboral? Aún no se remunera a las
mujeres de la misma forma que a los hombres y hay respecto a ellas
exigencias muy severas.
-La brecha salarial no es la principal
discriminación laboral. Lo es la informalidad, el trabajo precario,
el insuficiente acceso al mercado de trabajo. Las mujeres de los
quintiles más pobres tienen una tasa de participación en el trabajo
del 22 por ciento. Sin embargo, el 45 por ciento de los hogares
indigentes son encabezados por mujeres. No sólo por razones de
igualdad de género se debe incorporar a las mujeres al empleo. Si
tenemos más mujeres en el mercado de trabajo habrá menos pobreza,
menos familias desamparadas, menos vulnerabilidad. Algunos siguen
pensando que la mujer es menos rentable como trabajadora, que es
incumplidora, y que pasa preocupada por los niños. La discriminación
no sólo opera por diferencia de salarios. Pocos saben que las
mujeres tenemos en promedio 11,8 años de estudios versus 10,7 de los
hombres. La sociedad carga con prejuicios y estereotipos respecto a
las mujeres. Esos prejuicios son una tremenda limitante para superar
las discriminaciones laborales o la violencia.
Hoy nos sorprende cómo en el discurso público se
tardó tanto en incorporar la violación de derechos humanos más común
y tolerada: el 92 por ciento de las víctimas de maltratos son
mujeres. Reciben 30 por ciento menos de salario que los hombres por
el mismo trabajo y sufren “castigos” por la maternidad aunque hay un
discurso que la protege. No es frecuente que se contrate mujeres
embarazadas. Aunque el test de embarazo fue prohibido por ley,
algunas empresas siguen exigiéndolo. En el currículum opera la misma
discriminación respecto de mujeres y hombres. Pero en el caso de la
mujer se añade el factor género. Si la mujer estudia en liceos
municipales o vive en una comuna popular, no la contratan. Las
mujeres que no tienen redes familiares no pueden acceder -o les
cuesta más- a trabajos de calidad. La presidenta Bachelet
instruyó a la Administración Pública a exigir un “currículum ciego”
a las postulantes a un trabajo. No se detalla origen o comuna donde
vive, estado civil y, por cierto, tampoco la apariencia física.
Desde hace un año estamos tratando de integrar en forma voluntaria a
estas buenas prácticas laborales y de equidad de género a la empresa
privada.
Las mujeres sufren “castigos” por la
maternidad. Aunque hay un discurso que las
protege, no es frecuente que se contrate a
mujeres embarazadas. |
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-El
SERNAM acogió denuncias de trabajadoras de supermercados que eran
obligadas a usar pañales para no abandonar sus puestos y eran
revisadas desnudas al finalizar su jornada laboral. ¿Existen otras
denuncias de esa índole?
-Recibimos denuncias respecto a los supermercados
Santa Isabel y a empresas salmoneras. Pedimos a las
Inspecciones del Trabajo una investigación al respecto. Más que
obligarlas a usar pañales, no tenían permiso para ir al baño. Muchas
mujeres utilizaban pañales pero no se había formalizado ninguna
denuncia. Lo mismo en empresas salmoneras. El presidente de
SalmónChile me invitó a visitar las salmoneras, aunque imagino
que no voy a estar en contacto con aquellas trabajadoras que sufren
discriminación. Posiblemente sólo me muestren la cara bonita de la
medalla. Sin embargo, una mesa de trabajo en la X Región examinará
si ocurren situaciones de discriminación. Parlamentarios de la
comisión especial de la industria del salmón señalan que no hay
conclusiones de abusos ni denuncias concretas. La fiscalización está
radicada en las Inspecciones del Trabajo. La directora regional del
Trabajo de la X Región no tiene en su poder ninguna denuncia. No
pudo comprobar que trabajadoras de las salmoneras hayan sido
obligadas a usar pañales. Tampoco lo comprobó la Inspección del
Trabajo de la XI Región.
-La ley
de amamantamiento amplió el permiso de las madres que trabajan en
empresas con sala cuna ¿Se ha visto un mejoramiento? ¿Ha habido
fiscalización?
-Independientemente del tamaño de las empresas,
se extendió el derecho a amamantar a todas las madres. Un derecho
que, por una pobre interpretación de la Dirección del Trabajo, sólo
se otorgaba a quienes laboraban en empresas con más de 20 mujeres.
La nueva ley, por otra parte, pone un piso interesante para la
negociación colectiva. Las trabajadoras pueden pactar mejores
modalidades laborales y obtener el reconocimiento de sus derechos de
protección a la maternidad. Ha habido fiscalización. La ley es
conocida por más mujeres de las que pueden hacer uso de ella. Aún
falta avanzar en que más trabajadoras hagan uso de sus derechos.
-El
Estado chileno fue denunciado ante organismos internacionales por la
discriminación que sufren las mujeres casadas bajo el régimen
patrimonial de sociedad conyugal que otorga al marido la facultad de
administrar los bienes. Un proyecto proponía derogar la sociedad
conyugal por discriminatoria. ¿Qué ha sucedido?
-Ese proyecto lleva once años en el Congreso. Lo
mismo ocurre con el proyecto de cuotas de la participación política
de la mujer. Nos dicen que se aprobará después de la reforma del
sistema electoral binominal. Entre los excluidos de la política, las
más excluidas hemos sido las mujeres. El Sernam impulsó la
derogación de la sociedad conyugal y se pidió urgencia para el
proyecto. Está en la comisión de Constitución, Legislación y
Justicia del Senado. Los senadores están concordando dejar vigente
la sociedad conyugal como régimen alternativo. Quieren que
modifiquemos el régimen de comunidad de los gananciales que plantea
el gobierno y permitir que no exista un solo régimen legal sino que
todos sean optativos. Esto debiera derogarse porque establece que el
jefe de la familia es el hombre por el sólo hecho de ser hombre. Hay
consenso de que es inviable un régimen que designe un jefe por su
sexo, aunque a juicio de algunos esto protege a la mujer casada que
no tiene trabajo remunerado. El gobierno insistirá en que exista un
régimen igualitario y que esto prime si las partes nada dicen al
contraer matrimonio. Así la sociedad conyugal desaparecerá por
inutilización.
Ministra Laura
Albornoz y Michelle Bachelet
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