,
a las 12 del día, se llevó a cabo un plantón para exigir al titular
Oscar Ugarte que cumpla con aprobar el protocolo que instaure
la atención del aborto terapéutico como parte de los servicios
públicos de salud y del marco regulatorio para la actuación de las y
los profesionales del sector.
Según el artículo 19 del Código Penal Peruano, se puede
practicar el aborto terapéutico a fin de preservar la vida de
gestantes en riesgo de morir o de sufrir daños permanentes en su
salud física o mental.
Actualmente en los hospitales del sector público, no existen
condiciones para que las mujeres con embarazos riesgosos para su
vida y salud ejerzan su derecho de solicitar la interrupción legal,
es decir, acceder al aborto terapéutico, lo cual vulnera sus
derechos humanos.
Las nefastas consecuencias de no contar con un protocolo de
atención lo sufrió Karen Llantoy, una joven gestante de 17
años, que cargaba un feto anencefálico (sin cerebro) que
moriría al nacer. Pese a ello, se le negó la solicitud para abortar,
y la obligaron a continuar su embarazo hasta el final y a amamantar
al bebé durante los cuatro días que sobrevivió, pese a que ello
representaba una grave amenaza para la salud mental de la joven.
En
octubre del 2005, el Comité de Derechos Humanos de Naciones
Unidas (UNHRC,
por sus siglas en inglés),
falló a favor de la joven Llantoy a quien en el 2001 el
Hospital Loayza le negó el acceso al aborto terapéutico; y estableció que el Estado tiene la obligación de adoptar todas las
medidas para evitar que se cometan violaciones semejantes en el
futuro.
Sin
embargo hasta la fecha, no se ha cumplido con aprobar el protocolo
que garantizaría la provisión del servicio de manera segura.
Sucesivos intentos, durante las gestiones de la ministra Pilar
Mazzetti y del ministro Carlos Vallejos, por aprobar esta
norma se han estrellado contra presiones impulsadas por la jerarquía
católica opuesta al reconocimiento de los derechos sexuales y
reproductivos en el Perú.
Una
muestra de la intervención de la iglesia católica la protagonizó la
región Arequipa, a poco más de 1000 kilómetros al sur de
Lima, en febrero del 2008, cuando el arzobispo de la ciudad
Javier del Río Alba bloqueó la vigencia del protocolo aprobado
por la Gerencia Regional de Salud en diciembre del 2007, en
una clara intromisión de la iglesia en los asuntos públicos.
El
protocolo establecía 24 casos para proceder a la interrupción legal
del embarazo así como la ruta administrativa para su acceso.
“Una comisión especializada ha trabajado una guía, sin embargo no
existe la voluntad política para aprobarla, nosotras las mujeres
demandamos al ministro de Salud que cumpla con esa responsabilidad
porque está en juego la vida de muchísimas mujeres”, afirmó a
Sirel Pilar Arce, del Centro de la Mujer Peruana Flora
Tristán.
Para Arce la resistencia de los políticos de este gobierno
por aprobar el protocolo “nos está demostrando que para ellos la
vida de las mujeres no tiene mucho valor. No sé si existen otros
intereses a otros niveles que hacen que el ministro de Salud no lo
apruebe pese a que es tan importante y que hace más de 80 años que
es legal el aborto terapéutico en el Perú”.
Finalmente, Llaja y Arce exigieron al gobierno que
brinde educación integral sobre sexualidad y servicios
especializados a adolescentes, asegurar el acceso a anticonceptivos
diversos incluyendo la anticoncepción oral de emergencia y el
establecimiento de servicios adecuados de aborto terapéutico.
Asimismo demandaron la revisión de la legislación punitiva del
aborto, también exhortada por el Comité de Naciones Unidas de
la Convención para la Eliminación de todas las
formas de Discriminación a la Mujer (CEDAW).