Marcolina
Infante Ramírez, secretaria de organización del Instituto de
Promoción y Formación de Trabajadoras del Hogar de Perú (IPROFOTH),
llegó a la ciudad de México para participar en el Seminario
Internacional sobre Procesos Institucionales y el Trabajo Decente
para Trabajadoras del Hogar, organizado por la Confederación
Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO)
entre el 21 y el 25 de septiembre.
En esta pequeña entrevista, nos cuenta un poco de su vida
como trabajadora del hogar, sus obstáculos y sus perspectivas.
Invita a sus compañeras de América Latina a organizarse para
vencer la discriminación y luchar por sus derechos laborales.
-¿Cuál es la
situación a nivel de la legislación en Perú sobre el trabajo del
hogar, cuáles son los principales vacíos?
-Nosotros tenemos una ley que nos rige desde el 2003, una ley
nueva con la cual hemos vistos recortados nuestros derechos
laborales, por ejemplo, contamos con una indemnización del cincuenta
por ciento por tiempo de servicio, cincuenta por ciento por
gratificaciones, fiestas patrias, fiestas navideñas, feriados
libres, seguro social, pero no está estipulado el sueldo, éste queda
en acuerdo de las partes.
-¿Cuál es el
promedio salarial de una trabajadora del hogar en Perú?
-Hay trabajadoras del hogar que ganan 250 soles que vienen
siendo unos 80 dólares mensuales, jóvenes que migran del campo a la
ciudad, que ganan esa cantidad, que vienen sólo por el estudio y por
la ropa, por alimentación, porque son de bajos recursos económicos.
Varias empleadoras se aprovechan de ésto, sobre todo si son niñas o
mujeres que no han tenido una educación y que desconocen sus
derechos.
-¿Existen
trabajadoras que no cobran salario por desempeñar tareas domésticas?
-Sí, trabajan únicamente por la alimentación, por estudiar, y
si les dan algo es una propina, algo pequeño, pero no hay un salario
que esté especificado dentro de la ley, es de mutuo acuerdo.
-¿Cuántas
trabajadoras del hogar hay en Perú?
-Más de 484 mil, según el último censo, de los cuales 240 mil
están en Lima y el 12 por ciento son niñas.
-¿Cuáles son las
demandas más urgentes?
-Seguro social, derecho a la educación, y un salario justo
para las trabajadoras del hogar.
-¿Cuáles han sido
los principales obstáculos que han encontrado?
-Primero, los empleadores que se han burlado de que las
empleadas del hogar quieran una ley, dicen "si están en una casa de
familia, cómo reclaman una ley", tampoco hemos tenido mucho apoyo
del Estado, pero las organizaciones estamos luchando para que el
trabajo sea visibilizado, remunerado, reconocido, que sea visto como
un trabajo digno.
-¿Qué hace falta
para que en Perú exista el reconocimiento social a las trabajadoras
del hogar?
-Mucha concienciación de la sociedad y que haya mucho apoyo
del Estado y todas las organizaciones, que tomen en cuenta a este
sector que es muy importante y grande.
-¿Hace cuánto
empezaron las luchas en tu país por organizarse?
-La fundadora de mi organización viene participando desde
1964 en las luchas por las trabajadoras del hogar, ahí empezó la
gran tarea de organizarse. Luego vino la formación de los
sindicatos, pero por ésto del Estado de emergencia que hubo en
Perú se disolvieron los sindicatos, siguieron las organizaciones
y fue, nuevamente, a partir del 2006 que tenemos un sindicato en
Lima.
-¿Cuál es la
importancia de compartir con compañeras de la región?
-Es muy importante porque nos fortalecemos entre nosotras
mismas y compartimos nuestras experiencias de trabajo, de lucha por
la reivindicación de nuestros derechos y regresamos a nuestras
organizaciones fortalecidas. Compartimos las experiencias de otros
países, porque cada país tiene una experiencia de lucha.
-¿Cuáles han sido
las experiencias de tus compañeras que más te han impactado?
-Hay muchas experiencias, por ejemplo hay países donde recién
están haciendo convenios con sus Estados, con sus gobiernos, para
que haya una ley. Hay países donde ni siquiera tienen una ley, ellas
(las trabajadoras) están acopladas a las leyes de otros
trabajadores, no tienen una ley específica.
Otras compañeras, en sus países, apenas tienen unas leyes
incipientes que no están acordes a la realidad de las trabajadoras
del hogar. Creo que hace falta mucha sensibilización y apoyo de los
Estados.
-¿Personalmente,
qué ha significado salir de un plano personal, a un plano de
organización social y representar a las compañeras de tu país?
-Comencé a trabajar desde los once años de edad, desde muy
pequeña trabajaba para estudiar. Soy del norte del país, llegué a
trabajar a la capital muy pequeña. Trabajé todos esos años para
estudiar, estudiaba y trabajaba, me trataron muy mal, me tocaron
unas experiencias horribles, pasé por todas las formas de
discriminación, abuso, violación por parte del empleador, me sentí
tan mal todos esos años, porque cuando uno está en la ciudad no
tiene a sus familiares.
Salí embarazada, trabajando, ya tenía 20 años, seguí
trabajando, llegué a conocer la organización porque ahí había una
guardería para hijos de trabajadoras del hogar, dejaba allí a mi
hijo, empecé a trabajar afuera y poco a poco, con los talleres de
organización, me fui dando cuenta de que había otras compañeras que
estaban en las mismas condiciones.
Empecé el camino de apoyar a las más jóvenes, a darles fuerza
para que sepan que no estamos solas, que si estamos organizadas
somos más fuertes, empecé a asumir un papel de líder para ellas.
Al principio me costaba quedarme en la organización porque la
militancia tiene
–veces– un costo alto, dejar de lado la familia,
la vida propia. Pero me fui capacitando en muchas cosas y ahora soy
secretaria de organización del sindicato y socia en el área de
capacitación y formación.
-¿Qué se imparte en
los talleres de capacitación?
-Primeramente, desde lo que es autoestima, porque no me
pueden hablar sobre derechos si yo no tengo confianza en mí misma,
se va trabajando lo que es afectividad y así, poco a poco, podemos
darnos cuenta de nuestro problema, que somos personas como cualquier
trabajador, que tenemos derechos y así nos vamos formando y
fortaleciendo, hasta convertirnos en líderes.
-¿Qué les dirías a
tus compañeras de América Latina que están sufriendo violaciones a
sus derechos laborales pero no tienen conocimiento de las leyes que
las protegen?
-Lo mejor para salir de la discriminación, del sufrimiento,
es organizarse. La organización es la que nos va a ayudar a quemar
estas penas, porque es en la organización donde uno se da cuenta que
tiene derechos como trabajador.
A veces cuando uno está solo cree que la vida es así, pero
cuando estamos con muchas nos damos más fuerza. Es muy importante
estar organizadas. A las compañeras, les diría que se acerquen a
cualquier organización de su país para que expongan su trabajo, así
se empiezan las grandes organizaciones, se juntan dos, tres, cuatro.
En mi organización se organizaron tres mujeres negras y ahora somos
miles.
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