El
Informe Alternativo del cumplimiento de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de las mujeres en Paraguay, que será sometido
a la apreciación pública entre el 5 y el 23 de noviembre, revela que
persisten en el país, leyes discriminatorias en relación con las
mujeres y que falta reconocimiento legal del trabajo doméstico no
remunerado. El informe fue elaborado por organizaciones feministas y
de mujeres para monitorear el desempeño del Estado en la realización
de las obligaciones sobre la igualdad de derechos entre hombres y
mujeres.
Aunque
se destaque un avance del país por la ratificación de incontables
instrumentos internacionales de derechos humanos, como la firma de
Convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
persiste una regulación diferenciada y discriminatoria del trabajo
doméstico remunerado, que es la principal ocupación de las mujeres
paraguayas y donde ellas ocupan el 93% de la fuerza de trabajo.
Según
datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del 2005,
existen 148.628 empleados domésticos en el país, que son el 6,9% de
la población económicamente activa (PEA) ocupada. Entre las mujeres
económicamente activas, el peso del trabajo doméstico sube al
20,67%. La discriminación en esa ocupación se da por seis razones:
el salario mínimo es sólo el 40% del monto fijado para otras
funciones; no hay bonificación familiar - el pago de un 5% del
salario mínimo por cada hijo menor de 17 años.
Y
además: la jornada de trabajo es de 12 horas, sin derecho a salario
extra, mientras que los otros trabajadores tienen jornada máxima de
8 horas diarias; el aviso previo está diferenciado para facilitar el
despido; no hay estabilidad laboral después de diez años de servicio
ininterrumpido; y la cobertura de seguro social es parcial e
incompleta.
Además
de la discriminación legal, las trabajadoras domésticas, muchas
veces, sufren violaciones, abusos o persecuciones sexuales de los
patrones o de los hijos de los patrones. El Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW)
recomendó que el Estado "estableciese mecanismos eficaces de
supervisión del cumplimiento de la legislación vigente, en
particular cuando se aplica a las trabajadoras domésticas".
Las
mujeres son también las que tienen las mayores tasas de desempleo.
Datos de 2005 muestran que hay, en el país, 2.617.708 personas
ocupadas (94,2%) y 162.102 personas que están en la categoría de
desempleo abierto, en la cual la PEA total es de 5,8% y para as
mujeres la PEA es de 7,3%. De las 108.132 personas con desempleo
oculto, el 6% son mujeres. Las mujeres sufren los mayores niveles de
desempleo y subempleo, así como la estratificación de la mano de
obra femenina en trabajos temporales o peor remunerados.
Entre
las mujeres que tienen empleo, lo que el Informe verificó fue la
recepción de salarios menores que el de los hombres que desempeñan
la misma función, en todos los segmentos. Ni siquiera una mejor
posición laboral implica igualdad de salarios: las mujeres tienen un
ingreso mensual 35% menor que el de los hombres.
En el
campo, las campesinas y las indígenas reciben bajísimos salarios
cuando trabajan en las cosechas o en casas de familia como empleadas
domésticas. Situación que, muchas veces, las lleva a emigrar hacia
las ciudades, donde pasan a formar parte del gran cinturón de
pobreza, arriesgándose a convertirse en víctimas de la explotación
sexual y del tráfico de personas.
El
Informe pide que el gobierno obligue a los establecimientos
industriales o comerciales que tengan más de 50 empleadas, a
instalar guarderías, para que las madres puedan trabajar sin
preocuparse por la seguridad de sus hijos. Las mujeres embarazadas y
con licencia por maternidad deben tener especial estabilidad en los
empleos, pero muchas veces el embarazo constituye una barrera para
conseguir empleo.
La
CEDAW denuncia que algunas empresas privadas aplican la prueba
de embarazo como mecanismo para seleccionar trabajadoras y el Estado
no toma ninguna medida para castigar esa falta de respeto a la ley.
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