Suplemento especial: DESIGUALDAD Y HAMBRE

Alimentar a un mundo urbano

Problemas en la sostenibilidad alimentaria generados por el crecimiento urbano

Para el año 2005, más de la mitad de la población mundial vivirá en las ciudades. Proporcionar a esta población alimentos inocuos y accesibles será cada vez más difícil, sobre todo en las ciudades de países empobrecidos donde los índices de pobreza urbana a menudo rebasan el 50 por ciento.

 

El gasto en alimentos es de un 30 por ciento más en las ciudades que en las zonas rurales. En América Latina y el Caribe el 75 por ciento de la población vive en ciudades y se espera que para el año 2030, esta cifra aumente hasta 83 por ciento.

 

Las ciudades crecen constantemente -veinte ciudades del mundo tienen más de 10 millones de habitantes- y esta urbanización va engullendo las tierras productivas cercanas. Los cultivos en las zonas urbanas contribuyen a alimentar a la población de las ciudades. Son cerca de 200 millones de agricultores urbanos quienes producen alimentos para 700 millones de personas en el mundo. Pero esta producción urbana de alimentos conlleva riesgos de contaminación y las autoridades, en lugar de buscar soluciones y condiciones sanitarias apropiadas, generalmente tratan de impedir la producción urbana de alimentos.

 

La cadena de suministro, que se inicia con la producción de los alimentos, incluye el acopio, envasado, transporte, almacenaje, transformación, compra y venta. En los países en desarrollo, regular la higiene y el comercio de los alimentos suele ser competencia de los gobiernos y las autoridades locales. Se ocupan de construir y administrar los mercados, y son los responsables de las carreteras, esenciales para el transporte de los alimentos. Por la descentralización creciente los gobiernos locales adquieren cada día nuevas responsabilidades, pero no siempre cuentan con recursos económicos, humanos y técnicos suficientes.

 

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ayuda a los gobiernos a incrementar la seguridad alimentaria, sobre todo en las zonas rurales, mejorando los sistemas de producción y comercialización, determinando a los grupos vulnerables, previendo los niveles de producción y creando sistemas de alerta para evaluar los déficit de alimentos. Asimismo, se trabaja en materia de inocuidad de los alimentos, por ejemplo, ayudando a reducir la contaminación, con asesoramiento sobre la utilización de fertilizantes y plaguicidas, o sobre la higiene correcta en la manipulación de alimentos preparados o de venta ambulante.

 

“En la actualidad 815 millones de personas sufren de malnutrición crónica, de las cuales 54 millones habitan en América Latina y el Caribe”. Así lo declaró Jacques Diouf, Director General de la FAO, en la 27ª Conferencia Regional, celebrada recientemente en La Habana. Se calcula que 211 millones de personas viven en condiciones de pobreza en la Región y, a menos que se produzcan mejoras sustantivas en la disminución del hambre y la malnutrición, resultará imposible alcanzar avances apreciables en salud y educación.

 

El Director General hizo hincapié en cuatro prioridades para la acción de la FAO en América Latina y el Caribe: una seguridad alimentaria, que mejore la producción de alimentos y garantice el acceso de todos; el aprovechamiento de las oportunidades y apoyos en comercio internacional que surgieron en la Ronda Uruguay; el desarrollo rural y una gestión sostenible de recursos naturales, pues la rápida degradación medioambiental destruye muchas oportunidades para el futuro.

 

En La Habana surgió la propuesta de crear una Coalición Mundial contra el Hambre. Los 31 países participantes revisaron el objetivo que se marcaron en la pasada Cumbre Mundial sobre la Alimentación (Roma, 1996), de reducir a la mitad antes del año 2015 el número de personas afectadas por el hambre en el mundo. Desde entonces, se han observado algunos progresos, pero demasiado lentos. La cifra de las personas desnutridas en el mundo se está reduciendo en 8 millones al año, mientras que se necesitaría una reducción de 20 millones al año para conseguir el objetivo.

 

En la Conferencia se solicitó muy especialmente que la FAO apoye el desarrollo de programas enfocados hacia las mujeres y los jóvenes en zonas rurales, y la cooperación sur-sur, sobre todo a través de su Programa Especial de Seguridad Alimentaria. Tras la declaración final, 42 organizaciones la sociedad civil de todo el continente aprobaron un plan de acción y se apoyó la celebración de la “Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después”, que se celebrará en Roma del 10 al 13 de junio.

 

Autora:

María José Atiénzar

Periodista

Centro de Colaboraciones Solidarias

31 de mayo de 2002 

 

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