Las
preferencias y los intereses que defienden los llamados "formadores de
opinión" quedaron una vez más de manifiesto. Ante la conocida propuesta de
"pan y circo", optaron por este último. Desde el punto de vista de los
intereses comerciales que rigen la conducta de la mayoría de los órganos
del "cuarto poder", la opción se justifica: el fútbol vende más que las
noticias sobre el hambre -y sus responsables- en el mundo. Teniendo en
cuenta que el cierre de los cuatro días de debates en la
II Cumbre Mundial de la FAO
se adelantó dos horas para que no coincidiera con el partido
entre las selecciones de Italia y México, nadie puede tampoco criticarles
su objetividad al señalar por donde pasaban las prioridades de los
representantes de los más de 180 estados allí presentes.
La
FAO, que es la agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación, convocó a su II Cumbre Mundial -la primera se había
celebrado seis años atrás- a mediados de junio en Roma y la participación
en la misma ya adelantó cual sería su resultado. De los 29 países ricos,
solamente José María Aznar, por ocupar España la presidencia de turno de
la Unión Europea y Silvio Berlusconi, necesariamente obligado al ser
Italia el país anfitrión, se hicieron presentes. En cuanto a los 27
mandatarios restantes, unos manifestaron su total indiferencia a la
convocatoria al no presentar excusa alguna, otros su franca hostilidad.
Como las palabras no alimentan (por eso a los delegados no se les ocurrió
celebrar un simbólico ayuno)
durante las 80 horas que duró la
Cumbre, 72 mil personas murieron de hambre.
"Que Dios bendiga esta reunión e
ilumine a los responsables" oró el papa Juan Pablo II, sin
ningún resultado evidente. Cinismo, palabras e indiferencia fue lo que
sobró en Roma, atributos obviamente insuficientes para solucionar el grave
problema que convocó a más de 200 delegados y funcionarios, buena parte de
ellos afligidos por su sobrepeso.
La
Cumbre anterior, en la cual participaron la casi totalidad de los líderes
mundiales, había adoptado el compromiso de reducir a la mitad (de 800 a
400 millones) el número de personas que padecen hambre antes del 2015.
También se había acordado destinar 0,7 por ciento (la ONU pretendía el 1%)
del Producto Bruto de los países ricos a la ayuda para los países pobres.
Nada de esto se cumplió, no obstante la declaración final de la II Cumbre
es un calco de la de 1996. Con un agravante: el texto incluye la
utilización de la biotecnología como una de las formas de combatir el
hambre, cualquier similitud con la propaganda de las transnacionales de la
biotecnología no es mera casualidad.
Al
finalizar la Cumbre Jacques Diuf, director general de la FAO, seguramente
entusiasmado porque la selección de su país, Senegal, se perfilaba para
competir en la final de la Copa del Mundo, negó que la reunión haya sido
inútil, pero admitió que la Cumbre no logró visualizar como conseguir los
24 mil millones de dólares que hacen falta para reducir a la mitad los
hambrientos del mundo. Y al finalizar manifestó:
"para todos nosotros se inicia una
carrera contra el tiempo", algunos piensan que se refería el
inminente inicio del partido entre Italia y México.
Berlusconi, que gracias a la solidaridad y premura de los delegados pudo
asistir al empate que clasificó a su equipo, manifestó que Italia, que
actualmente aporta 0,18% de su riqueza en ayuda, rápidamente aumentará ese
porcentaje al 0,70%. Luego Italia perdió ante Corea y Ahn Jung-Hwan, el
autor del gol del triunfo que juega en el equipo italiano Perugia, pasó a
engrosar la lista de desempleados.
"No pienso pagarle un sueldo a
quien arruinó al fútbol italiano", manifestó el presidente del
Perugia. También hay quien asegura que ahora Berlusconi está reviendo las
promesas formuladas en la FAO.
Estados Unidos fue eliminado por Alemania, pero aquí no ha habido
problemas. Sin embargo, el presidente Bush estaría considerando calificar
de terrorista -con todas las consecuencias que esto implica- a quien le
cometa una falta a un jugador de su país. Se rumorea que la iniciativa
sería secundada por Tony Blair, con el agregado de que los futbolistas de
los países ricos no estarían sujetos a esta norma, tanto por los
antecedentes históricos, como por no existir en ellos mala intención.
Aznar regresó rápidamente a la Moncloa para preparar la cumbre que la
Unión Europea celebrará en Sevilla con la finalidad de cerrar a cal y
canto la inmigración desde los países pobres. Aznar, que había citado a
sus colegas para las 10:15 de la mañana, llegó a la sede de la cumbre dos
horas antes para ver el fútbol. Se comenta que su nacional-proteccionismo
se exacerbó aun más luego que un árbitro egipcio y un asistente de
Trinidad y Tobago le anularan dos goles lícitos a la selección española
-nada menos que contra Corea- dejándola fuera del Mundial.
Ni
Aznar, ni ningún mandatario de los países ricos, asocian las inmigraciones
con el hambre, ni con el modelo de acumulación capitalista que hoy
gobierna el mundo. Un ejemplo: el comisario europeo Poul Nielsen, afirmó
que pedir más dinero está
"fuera de lugar", porque
"el 80 por ciento de los países
con escasez de alimentos está en zonas de guerra". No entendió
necesario explicar porque se desarrollan esas guerras -el petróleo, por
ejemplo- ni quien arma a los contendientes. Seguramente su mal humor se
originó en que la selección de su país, Dinamarca, fue eliminada por los
ingleses y luego éstos por el "emergente" Brasil.
El
capital transnacional ha creado el mundo en que vivimos, el cual, como
hemos visto, anda a las patadas. Un mundo donde los problemas reales -el
hambre entre ellos- la producción y distribución de los recursos y la
forma de organización social deben ser resueltos por las fuerzas del
mercado, restándole a los gobiernos la tarea de proteger la propiedad
privada y otros menesteres menores, como ejecutar las recetas impuestas
por el FMI. Un mundo, en fin, en el cual se privilegia más al lucro que a
las personas. Lo dijo claro el presidente Bush:
"para recibir ayuda se deben
promover las libertades económicas", o sea: con esa condición
les devolveremos algo de lo que les robamos. Esa fue la consigna que, por
ejemplo Argentina, cumplió cabalmente durante años. Hoy, los habitantes de
este país asisten atónitos a los resultados: centenares de personas
sobreviven comiendo caballos, gatos y ratas. ¿Dónde encontrar la guerra,
Sr. Nielsen, que llevó a la Argentina a esta situación?
Con
este panorama, la UE espera encontrar en Sevilla fórmulas para frenar la
inmigración y en el mismo mundo en el que para las transnacionales las
fronteras no existen, se pretende que negando un sello (visa) en el
pasaporte, el problema quede solucionado. Como esto obviamente no alcanza,
también se considerará como coordinar la represión de los pobres -de
dentro y de fuera de fronteras- donde construir muros y como financiar una
vigilante red de satélites y helicópteros. Así será, pues en lugar de
enfocar el problema desde su perspectiva económica, política y social
seguramente se hará desde una perspectiva policial. Pero nada detendrá a
los hambrientos. Ante la alternativa de morir de hambre o morir de un
tiro, ¿usted qué escogería?
Autor:
Enildo Iglesias
© Rel-UITA
25 de junio 2002
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