Polémica Transgénicos       Polémica Transgénicos

 

Menos mal...

Guillermo Lamolle

Leí con gran emoción el artículo ("Qué lástima...") en que Lisette Gorfinkiel responde a las apreciaciones que Eduardo Galeano había realizado en una contratapa de BRECHA sobre la ingeniería genética y, en particular, los transgénicos. Y digo con emoción porque los que tuvimos la curiosidad de leer algo sobre el asunto estamos un poco cansados de la superficialidad y las continuas imprecisiones con que el tema es generalmente tratado en la prensa.

Existe una manga de charlatanes desinformados que -acaso impresionados por la sonoridad casi de ciencia ficción de la palabra transgénico- se ha embanderado en contra de esta tecnología, y en sus argumentaciones la vincula con temas como la explotación, el poder y el temor a que otros controlen determinados aspectos de nuestras vidas. Por lo general terminan hablando de la ecología, las bondades de "lo natural" y hasta de la sabiduría de los pueblos indígenas. Seguramente no sospechan que el maíz, símbolo de tantas culturas precolombinas, no es una planta "natural" sino que fue creada (sí, creada) a través de siglos y siglos de selección artificial (sí, artificial) sobre alguna ancestral especie vegetal que poco se parecía a lo que actualmente conocemos como maíz. Cuando se realiza este tipo de selección, se está actuando, sabiéndolo o no, sobre los genes, incluso si uno es un maya precolombino. De una forma más indirecta que en el caso de la ingeniería genética, es cierto, pero no por ello menos artificial.

Nadie dice que el uso de organismos transgénicos como alimento no pueda implicar ciertos riesgos. Pero en todo caso, también los hay -éstos sí comprobados- en el uso de vacunas o medicamentos en general. ¿Acaso alguien plantea abolir la medicina? (O, llegado el caso, la electricidad, los medios de transporte, en fin... todo.)

Sobre el temor a que otros controlen nuestras vidas sólo se me ocurre que el antídoto está (al menos como ineludible primer paso) en la educación, la información, la inteligencia. A eso está dedicada, sin ir más lejos, la casi totalidad de la obra de Galeano; aunque en este caso la haya macaneado.

Y sobre la idolatría de lo natural, permítaseme opinar que si hoy la humanidad renunciara a todo lo que detractan estos "naturistas", tres cuartas partes de ella (por tirar una cifra optimista) moriría en pocos meses a causa de epidemias o directamente de hambre. Incluyendo a los enemigos de los transgénicos (aunque nada garantiza que algunos no sobrevivan).

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