Con Camilo Martínez Blanco

El poder dominante

de las grandes cadenas

Es doctor en derecho y ciencias sociales y se desempeña desde 1970 en la Liga de Defensa Comercial, cuya presidencia ejerce en la actualidad. Es un estudioso del tema y un analista perspicaz de la evolución comercial de Uruguay. En diálogo con BRECHA abordó la situación vigente de los súper e hipermercados.

 

 

-¿Por qué surgen los supermercados?

 

-Las grandes superficies que están bajo el formato de "one stop shopping" -esto es, un punto de compra para la mayor parte de los artículos- presentan la característica de competir con una gran cantidad de otros comercios en muy diferentes ramos que en el Uruguay de hace unos años no competían entre sí, sino que se complementaban. Por ejemplo, conformaban juntos una "esquina comercial" donde estaban la carnicería, el zapatero, el almacén, la panadería, el verdulero, la mercería... El formato supermercado cambia el hábito de compra y se inserta en las condiciones de vida de la gente, que cada vez tiene menos tiempo para dedicarle a las compras.

 

Este cambio de hábito hace casi imposible que se mantengan unidades minoristas separadas porque las grandes superficies compiten con todas ellas a la vez. Si fuésemos rigurosos en el análisis, deberíamos considerar que una carnicería o una panadería no compiten con un supermercado. Lo único que realmente compite con él es otro supermercado. Es raro que alguien haga sus compras en dos o tres supermercados hasta completar su canasta de consumo básico. Si en uno no encuentra nunca alguno de los productos que necesita, lo más probable es que cambie de supermercado, pero no que vaya a otro lado a comprar sólo eso que le falta. Esto determina las posiciones dominantes.

 

-¿Qué quiere decir eso?

 

-Está vinculado al concepto de "mercado relevante". Los supermercados comercializan fundamentalmente productos alimentarios, pero también la feria de los domingos, los puestos de verduras, las carnicerías. La "posición relevante" se establece en la zona concreta de implantación de una gran superficie y con relación a quiénes son sus competidores.

 

-¿Cómo afectó la actual crisis económica a ese proceso?

 

-Tuvo un impacto muy importante puesto que volvió a cambiar los hábitos de compra; los supermercados necesitan tarjetas o efectivo, porque la escasez de dinero en la plaza, y aun la incertidumbre de quienes tienen algo hace que ya nadie vaya al súper y "llene el carrito". Por lo tanto se han revalorizado los comercios de pequeño formato de las cercanías, los autoservicios de barrio, donde además no existen las "tentaciones" del "cuatro por tres", del "lleve esto y le regalo esto otro", porque la gente siempre termina comprando algunas cosas que no necesita realmente. La gente compra menos volumen, busca más los precios, no gasta en combustible. Hay que tener en cuenta que el radio de influencia de un gran supermercado son 20 minutos en auto.

 

-¿Quiere decir que los pequeños comercios ya no están amenazados por los hipermercados? 

 

Qué es la Liga de Defensa Comercial

 

En la definición de Martínez Blanco, la Liga es "una asociación gremial de empresas, bancos, empresas grandes. Aportamos información empresarial desde una red de información que facilita el procesamiento del crédito comercial, financiero empresarial, no tenemos nada que ver con el crédito de consumo. Hemos hecho un relevamiento de algo más de cien mil empresas sobre las cuales disponemos de diversos grados de información. El 82 por ciento de estas empresas son micro (de una a cuatro personas) o unipersonales. Luchamos contra los innumerables secretos que hay en este país, incluyendo el secreto propio, porque cada cual quiere saber todo de los demás pero no informar nada sobre sí mismo".

 

-No, no. Quiere decir que esto es una variación imprevista en el guión de una película con final conocido. Es predecible que cuando las condiciones económicas del país varíen, se vuelva al proceso anterior. Ahora han vuelto a proliferar pequeños comercios porque muchos buscan sobrevivir no ya con la venta al por menor, sino al detalle. Tal vez lo que habría que pensar es que el modelo de compra agrupada, luz de neón, góndola, ya esté implantado en el país, y que lo que está pasando en este momento es un pequeño tropezón. Si miramos alrededor de nosotros, vemos que ése es el formato impuesto en todos lados. Claro que en todos los países se dictan normas de protección del pequeño comercio que es una fuente de empleos, de ingresos familiares, en algunos países como en Francia son un contingente apreciable de votos. Por supuesto que la crisis afectó la caja de los supermercados, que en los últimos meses han perdido ese poder de compra que se expresa en una posición de dominio con respecto a los proveedores. Además, la ausencia de crédito en la plaza hizo revalorizar el efectivo. El comercio de pequeño formato maneja tradicionalmente efectivo porque compra pequeñas cantidades y paga al contado. Eso significa que los proveedores se han tenido que reorientar aceleradamente, porque muchos habían desechado el pequeño comercio cuya atención implica una legión de vendedores, vehículos para la distribución, un sistema de cobranza uno a uno entre los minoristas, o sea costos de funcionamiento concretos. Venderle a las grandes cadenas permitía eliminar todo esto, o casi. Pero ahí se comenzó a alimentar un círculo, porque quien se sentía dueño de ese poder de compra lo acrecentaba cada vez más, imponiéndole condiciones a los proveedores. En la actualidad está revalorizado el pequeño comercio porque paga en efectivo, lo que genera una relación más civilizada entre proveedores y grandes cadenas. Ya no existe más aquella actitud arrogante del hipermercado: "Si no estás en mi góndola no existís". Quizás dentro de unos meses cambie nuevamente todo esto, pero hoy es así. Hay una relación más equilibrada. Ahora salió una promoción de uno de los supermercados anunciando que regalará autos. Los proveedores ya se empezaron a preguntar cuánto tendrán que pagar, alguno un auto entero, otros el motor, pero nadie dejará de pagar, aunque sea un espejito del auto regalado.

 

Este es un sistema que se impone a escala mundial. Las condiciones las pone el propietario de la boca de venta porque su consumo es enorme. Hay que entregar los productos en determinado horario, muchas veces el propio proveedor debe encargarse de reponerlos en las góndolas con su personal, se paga a 90 y 120 días, hasta el costo de la logística es trasladado al proveedor. La crisis actual ha cambiado bastante estas cosas. La gente corta grueso y se fija menos en las marcas, eso crea condiciones para que las grandes cadenas implementen sus propias marcas. Carrefour, que no está en Uruguay, en otros países vende el 70 por ciento de productos con su marca, desde baterías de automóvil hasta fideos al huevo.

 

-¿Cuál fue el efecto del ingreso del grupo Exxel en Uruguay?

 

-El negocio de Exxel no era el supermercadismo, sino obtener una rentabilidad financiera muy grande en el corto plazo. Nunca apuntó a una permanencia en el sector. Hoy el llamado "Grupo francés" (Géant-Casino-Devoto-Disco) es el que tiene la verdadera manija del rubro. Macromercado tiene otro formato, Multiahorro es una propuesta interesante que inclusive ha penetrado en el pequeño comercio por medio de los Superfresco y así alcanza volúmenes de compra considerables; Jopito, que es una cadena nacional, y la tradicional Tienda Inglesa.

 

-¿Qué porcentajes del mercado tiene cada uno?

 

-No lo sé. En general esa es una información bastante secreta, o por lo menos de muy difícil acceso. En los últimos meses se produjeron cambios importantes en los niveles de facturación, sobre todo considerados en dólares.

 

-¿Se sostienen las grandes cadenas en esas condiciones?

 

-Los franceses creo que son quienes más han investigado en este sector. En este momento, el empuje de los hipermercados en Francia comienza a reorientarse hacia una modalidad distinta, parecida a los Superfresco, esto es multitud de pequeños comercios con una concentración zonal de la proveeduría. Allá es normal encontrar tiendas Carrefour, Euromarché, Casino u otros en pequeños pueblitos del interior, porque son franchising. Las grandes cadenas los abastecen automáticamente, porque cuando el producto pasa por la computadora no sólo hace bajar el estoc, también está haciendo el pedido, eso va a una central regional, en la noche se carga el camión y en la mañana, antes de abrir, el comerciante tiene lo necesario para reponer todo lo que vendió el día anterior. Lo que se terceriza es la gestión de la venta final, y en general son familias que toman esto. Los grandes locales quedan como complementos, o más especializados en muebles y electrodomésticos, por ejemplo.

 

En Uruguay este sería el modelo de futuro.

 

-¿Este modelo es el villano de la película?

 

-Es posible. A veces se produce lo que se llama "acercamientos vergonzantes", porque también aparecen de esa manera algunos políticos e igual siguen recibiendo los votos. Cuando se incentiva el consumo dilapidador, o poco consciente, los hábitos de compra forman parte del pequeño poder que se le da a la gente.

 

-El poder de endeudarse.

 

-En muchos casos sí. El cambio más importante que se ha producido en la última década es la introducción de las tarjetas en las grandes cadenas. En determinado momento, para imponerse una tarjeta necesitaba tener poder de compra en los supermercados y eso llevaba a que estos comercios compitieran en condiciones mucho más ventajosas que el resto del sistema. Todo un embudo convergía hacia eso. Compensatoriamente, desde el punto de vista del Estado, el supermercadismo es una actividad fiscalmente formal y por lo tanto oficia de gran contribuyente. En el pequeño comercio, la evasión es una tentación mucho más sencilla, y sucede muy a menudo que, por ejemplo, la evasión del IVA es la única rentabilidad de un comerciante. En ese sentido, para el Estado el supermercado es más conveniente desde el punto de vista fiscal y previsional. Aunque paguen poco al personal, siempre es un aporte. Además, los almacenes de barrio no pagan mejor al empleado o al botija que reparte en una bicicleta. Es cierto que en los supermercados muchos son empleos precarios en relación con otros, pero tienen seguro de salud, de desempleo, que otros no tienen. Vivir en sociedad tiene un costo. La informalidad es repartir escasez, no abundancia, pero igualmente tiene un alto costo social, sobre todo para los propios trabajadores que mañana no tendrán jubilación ni nada de eso.

 

-¿La gran evasión no es la pequeña empresa?

 

-Para evadir realmente no hay que existir fiscalmente. El día que usted tiene un número de ruc dejó de poder evadir. Cuando entra en la cadena del formalismo, murió. Son temas polémicos.

 

-¿Las grandes superficies benefician al consumidor?

 

-Tienen ventajas ante otro tipo de comercios o los directamente informales, como el mantenimiento de la cadena de frío, el respeto a las fechas de vencimiento y a las condiciones de manipulación adecuadas, garantías para el reclamo. Claro que pueden ocurrir anomalías, pero es más difícil que ocurran en un gran supermercado antes que en los alimentos que se venden en la calle, por ejemplo. En materia de precios hace un tiempo podía decir que había diferencias abismales entre los supermercados y el almacén. Hoy eso ha cambiado y hay una nivelación más clara. Las pequeñas unidades han reaccionado, sobre todo por intermedio de cambadu, y han hecho centrales de compras consiguiendo mejores precios de costo, han hecho cambios en la presentación. También hubo experiencias fallidas por exceso de individualismo, pero globalmente hay un avance importante.

 

-¿El supermercadismo está afiliado a la Liga?

 

-No. Por algo será.

 

Carlos Amorín

Coedición Brecha / Rel-UITA

19 de marzo de 2004

 

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