La
gran industria farmacéutica se ha destacado desde sus
orígenes por la búsqueda inescrupulosa de lucro. Por muchos
años fue el sector industrial con mayor porcentaje de
ganancias. Al 2008, diez empresas controlaban 55 por ciento
del mercado global de farmacéuticos: Pfizer, GlaxoSmithKline,
Sanofi-Aventis, Roche, AstraZeneca, Johnson & Johnson,
Novartis, Merck, Wyeth (engullida por Pfizer en 2009) y
Lilly.
Cuando
no encuentran nuevos mercados, los inventan. "Crean"
dolencias, colocando nuevos títulos a situaciones que no
demandaban tratamiento con fármacos, con mercadeo agresivo
sobre sus supuestos beneficios. La tendencia actual es
comprar empresas de biotecnología y lanzarse, por un lado, a
promover la investigación genómica, esperando crear nuevos
nichos de mercado si nos convencen de que debemos secuenciar
nuestros genes para saber como nos sentimos; y por otro,
crear un mercado para vacunas transgénicas, que es el caso
de la controvertida vacuna para el virus del papiloma humano
(VPH).
Mientras
que las ventas de productos farmacéuticos han tenido un
crecimiento anual de 5-6 por ciento,
el mercado de vacunas
aumentó hasta 20 por ciento anual, y se espera que llegue a
36 mil millones de dólares anuales en 2013.
Cuatro empresas
controlan 91,5 por ciento del mercado mundial de vacunas:
Merck, GlaxoSmithKline, Sanofi Aventis y Wyeth.
En 2007,
por primera vez, las vacunas para adultos superaron las
ventas de vacunas pediátricas, como parte de la estrategia
de creación de nuevos mercados. La contribución más
importante fue el jugoso negocio de las vacunas del VPH,
algunas de cuyas más de 100 cepas están asociadas al
desarrollo de cáncer cérvico uterino. Hay dos vacunas en el
mercado: Gardasil, de Merck, que actúa sobre las cepas 6,
11, 16 y 18 y Cervarix, de GlaxoSmithKline, sobre la 16 y
18. Según las compañías, los tipos 16 y 18 están asociadas
al 70 por ciento de los casos de cáncer cérvico uterino.
Esas
vacunas, producto de procesos de transgenia, han sido
erróneamente propagandeadas como vacunas "contra el cáncer".
Pese a su costo exorbitante, efectos secundarios y
restringido campo de acción, han sido compradas en los
últimos años por varios sistemas de salud públicos, para
campañas de vacunación masiva a niñas púberes, adolescentes
y mujeres jóvenes.
Desde 2008 son también
obligatorias para mujeres de 11 a 26 años que soliciten visa
de inmigrante en Estados Unidos, que por supuesto, deben
pagarlas.
El único
dato no controvertido de esta vacuna son las altísimas
ganancias de las empresas: Gardasil le reportó a
Merck mil 500 millones de dólares solamente en 2007.
Mucha
gente puede pensar que los costos se justifican porque la
vacuna protegería contra un cáncer de alta incidencia.
Veamos los datos. En México, según datos del
instituto de estadísticas INEGI, mueren más de 4 mil
mujeres al año por cáncer cérvico uterino, representando 1,7
por ciento de las defunciones femeninas registradas.
La infección por VPH es
una de las más difundidas en el mundo y se estima que hasta
80 por ciento de la población se puede contagiar en algún
momento de su vida. Sin embargo,
en ocho de cada 10
casos, se produce una resistencia natural al virus.
Pero
mientras que en México el cáncer cérvico uterino
ocupa el segundo lugar en muerte por cáncer femenino, en
Estados Unidos y Europa su incidencia ha
disminuido significativamente en las últimas décadas. Esto
se debe a que la presencia del virus no implica
necesariamente la aparición de cáncer, sino que otros
factores concomitantes, como tabaquismo, presencia de otras
infecciones, desnutrición, sistema inmunológico debilitado y
falta de detección oportuna de los primeros síntomas (como
control regular con Papanicolau), coadyuvan a que derive en
cáncer. Se trata principalmente de causas socio-económicas
contra las que no existe ninguna vacuna.
Gardasil
y Cervarix son aún vacunas experimentales. El estudio
más amplio sobre sus posibles efectos fue auspiciado y
conducido por Merck, con amplia gama de conflictos de
interés de los científicos involucrados. Al 2009 se habían
reportado al Sistema de Notificación de Eventos Adversos en
Vacunas de Estados Unidos, más de 10 mil casos –y se estima
que sólo se reportan 10 por ciento de los casos. De éstos,
458 fueron hospitalizados y 29 fallecieron.
Entre los efectos
secundarios, se incluye que la vacuna puede promover cáncer
a partir de otras cepas de virus presentes en el organismo,
abortos espontáneos en mujeres embarazadas luego de la
vacunación, parálisis y otros.
La
vacuna ha sido probada en ensayos clínicos con mujeres de 15
a 23 años, pero la vacunación se está practicando a niñas
desde los nueve, sobre las que se desconocen sus efectos.
Según el estudio mencionado, la vacuna tuvo un efecto
preventivo en lesiones precancerosas, pero si realmente
evitará el cáncer cérvico-uterino, sólo se sabrá hasta
dentro de 25-30 años.
Por
estos y muchos otros datos, asociaciones médicas y de
científicos en España, Canadá y Alemania
exigen una moratoria a estas vacunas. No obstante, México
ha embarcado a su población en un gran experimento de
vacunación masiva (y lo consideran o han comenzado varios
otros países de la región como Argentina, Brasil,
Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay,
Venezuela, entre otros), gastando millonarias sumas
de dinero público que deberían usarse para verdadera
prevención, en lugar de regalarle a las trasnacionales
farmacéuticas el dinero y el uso de sus poblaciones como
conejillos de indias.
Silvia Ribeiro
Tomado de ALAI
15 de abril de 2009
|