Colombia
La
compra de Bavaria por SAB Miller
Una fiesta del capitalismo internacional,
un desastre para los trabajadores y el país
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La venta de la
cervecera colombiana Bavaria a SAB Miller fue una excelente operación para
una familia rica, los Santo Domingo, y para la transnacional de origen
británico, pero pésima para sus trabajadores y los intereses económicos
globales del país y muy incierta para los pequeños accionistas de la
propia firma, que no fueron involucrados en el llamado “negocio del
siglo”. |
“Es triste
que una de las principales y más tradicionales acciones del
mercado colombiano, con el patrimonio más grande de las
empresas privadas nacionales, se retire de la Bolsa de
Valores”. Esta declaración del economista Juan Pablo Córdoba
Garcés, presidente de la Bolsa de Valores de Colombia,
publicada el domingo 24 en el diario El Espectador, se
contradice con afirmaciones de diversos representantes del
gobierno, según los cuales la compra de Bavaria demuestra
que “Colombia se está convirtiendo en un mercado atractivo”
para el capital extranjero.
En el plano social y laboral, la operación financiera, la mayor en la
historia del país, fue netamente negativa. La compra estuvo
precedida de una ofensiva antisindical de la dirección de la
empresa dirigida por Andrés Obregón, y del cierre de fuentes
de trabajo. Esa ofensiva fue favorecida, como alertábamos en
un artículo reciente de Rel-UITA, por la errática y absurda
política que adoptó el sindicato de la firma,
Sinaltrabavaria, a partir de 1996. Al asumir la dirección de
la compañía, los liderados por Obregón se vanagloriaron de
haber llevado a cabo anteriormente políticas de exterminio
sindical en otras empresas del grupo Bavaria, como Sofasa
–productora de vehículos Renault–, la aérea Avianca y
Conalvidrios.
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20-07-2005
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de los trabajadores?
Bavaria-SAB Miller, un fabuloso negocio en la industria
cervecera
Por
Luis A. Pedraza
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Por otra
parte, este negocio no tendrá impacto alguno en la
generación de empleo ni en el crecimiento económico del
país, ya que se trató apenas de una operación pautada por
los cálculos fríos del mundo financiero. Antes de su venta,
en los últimos cuatro años Bavaria había procedido a una
“reorganización administrativa y técnica” traducida por el
cierre de 11 cervecerías y 2 malterías. La empresa condujo
entonces una implacable persecución sindical e impuso el
“retiro voluntario” de miles de trabajadoras y trabajadores,
cuando no el despido colectivo liso y llano de otros, con la
anuencia solapada de funcionarios del Ministerio de la
Protección Social. Cuando las condiciones estaban dadas y
Sinaltrabavaria reducida a su mínima expresión, logró que se
suscribiera un pacto colectivo denigrante para los
trabajadores y en violación abierta de la legislación
nacional y de los convenios vigentes en la Organización
Internacional del Trabajo (OIT). La empresa interpuso
igualmente ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Bogotá una solicitud de liquidación del sindicato,
argumentando que afectaba sus intereses y los de sus
accionistas. Ese proceso, al igual que el despido de 5.600
trabajadores convencionados, se está desarrollando
actualmente.
La nómina
de Bavaria se ha reducido a tan sólo 1.500 personas, 60 por
ciento de las cuales son tercerizadas, con contratos a
término de 3 o 5 meses. La empresa favoreció que antiguos
integrantes de su nómina se organizaran en cooperativas a
las cuales les contrataba actividades que antes ejercían
trabajadores convencionados y sindicalizados.
Hoy, los
empleados de la firma, si pretenden conservar su precaria
fuente de trabajo deben probar que no tienen relación con
sindicalistas de otras compañías, delatar a sus compañeros
que exhiban una actitud “desleal” hacia la empresa o de
“desgano” en el trabajo, ser “disciplinados” y obsecuentes
hacia el personal de dirección y por supuesto no hacer
intento alguno de reorganizar el sindicato. De todas
maneras, SAB Miller deberá enfrentar más de 1.600 procesos
por demandas laborales producto de la reacción de los
trabajadores en la defensa individual de sus intereses.
A este
desastre social se suma el hecho de que SAB Miller, que
dispuso que el manejo financiero de Bavaria se realice desde
Londres, está en entera libertad de sacar su capital cuando
le dé la gana, como cualquier multinacional.
Los
sindicatos y los trabajadores de SAB Miller en otros países
deberán, en coordinación con UITA Internacional, asumir una
ofensiva política y gremial para proteger los derechos
fundamentales derivados de los convenios de la OIT, en
Colombia y en otras naciones latinoamericanas donde el Grupo
Santo Domingo tenía intereses. La misión de la OIT que
llegará próximamente a Colombia tendrá a su vez mucho para
examinar.
Luis A.
Pedraza
© Rel-UITA
2 de agosto de 2005
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