Brasil
En una entrega
anterior nos referíamos a un fallo judicial que sancionó a
AmBev, la transnacional brasileña de las bebidas, por acoso
moral contra uno de sus vendedores
(ver
artículo).
Hoy damos cuenta de otro caso judicial que involucra a Brahma, una de las
marcas de cerveza producidas por AmBev.
El 13 de agosto, en el 5º Juzgado Civil de Belo
Horizonte (Minas Gerais, Brasil) en audiencia presidida por
la jueza Sonia Marlene Rocha Duarte, se llegó a un extraño
acuerdo entre una consumidora y la cervecería
Brahma.
Todo comenzó cuando Luzia Francisca Gonçalves Ferreira
decidió conmemorar el bautismo de su hijo en enero de 2000.
Para ello, entre otras cosas adquirió una caja de botellas
de cerveza. Durante la fiesta, uno de los convidados –nada
menos que el padrino de la criatura– observó en una de las
botellas una gran cantidad de detritos mezclados con la
cerveza. La botella, que no fue abierta, fue entregada a la
justicia, dando inicio al proceso. Luzia reclamó una
compensación moral y además adujo que ella y sus convidados
vieron su "salud en peligro en razón de la posible ingesta
de la bebida dañada".
El acuerdo alcanzado establece que
Brahma
compensará a Luzia con 20 cajas de 12 latas de cerveza cada
una, lo cual incluye los honorarios de la abogada Katia
Cilene dos Santos. Las cajas, según lo acordado en la
audiencia, debieron ser entregadas en el domicilio de Luzia
antes del 23 de agosto.
De manera que uno puede imaginarse a Luzia y a su
abogada Katia sentadas frente a las cajas, acosadas por la
sed y la duda: ¿Qué hacer? Los detritos fueron observados en
la cerveza porque ésta estaba envasada en una botella de
vidrio, pero la lata impide ver el contenido. Si los
indeseables residuos aparecen al servir la bebida en un
vaso, significa que la lata fue abierta y ya no sirve como
prueba.
También uno puede imaginarse que tanto el fiscal que
actuó en el caso como Sonia, la jueza, tendrán asuntos más
importantes de qué ocuparse que la existencia de un poco de
basura en una botella de cerveza. Pero es indudable que el
fiscal dejó de cumplir con su obligación. Si se llegó a un
acuerdo es porque el hecho existió, y más allá de cómo se
resolvió la reclamación el fiscal debería haber dispuesto el
inicio de una investigación para determinar las causas de la
contaminación a los efectos de impedir su repetición.
De todo este episodio, que como todo hecho judicial
genera jurisprudencia, aparecen dos beneficiados: en primer
lugar Brahma,
que logró el sueño capitalista de convertir su mercancía en
moneda de cambio. Con este antecedente, el segundo
beneficiado es el gobierno de Lula, que ahora podrá
preguntarle al Fondo Monetario Internacional cuántas latas
de cerveza se precisan para cancelar la deuda externa.
Enildo Iglesias
© Rel-UITA
24 de agosto de 2004
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