Con
Héctor
Ponce
Sueños y convicciones
de un Sindicato que dice
al mundo que sí se puede
Héctor Ponce, secretario general de la Asociación de
Trabajadores de la Industria Lechera de la República
Argentina (ATILRA), aporta un interesante panorama
sobre la lechería en Argentina y los desafíos del
Sindicato.
-Se acerca la Conferencia, una vieja aspiración de
ATILRA y
del Sindicato de Trabajadores
Lecheros de Nueva Zelanda
(NZDWU)…
-Un desafío que compartimos con los compañeros de
Nueva Zelanda y que ahora se convierte en
realidad, potenciada por una participación masiva de
delegaciones que nos van a visitar desde distintas
partes del mundo.
Esta Conferencia registra un elemento distintivo que
es la apertura a otros actores del sector. No
solamente participarán las organizaciones sindicales
defensoras de los derechos laborales de los
trabajadores lácteos, sino también los
representantes de la producción primaria,
representantes de la industria y del gobierno
argentino.
Desde ATILRA y la Rel-UITA
entendemos necesario el abordaje de los problemas y
desafíos en toda la cadena, porque las condiciones
de labor o la remuneración de los trabajadores,
tiene que ver con la marcha de la actividad en
general.
-Y hablando de la actividad, ¿cómo evalúas la
situación del sector?
-Con expectativas favorables. Por primera vez el
gobierno está confeccionando un borrador de un Plan
Estratégico para la lechería de Argentina,
donde se pretende la participación de los distintos
actores que componen la cadena láctea. Esto es
importante, que cada sector intervenga dando sus
puntos de vista, manifestando con qué no se está de
acuerdo y proponiendo las modificaciones que se
entiendan necesarias.
Hay que destacar que tendremos un Plan que será el
resultado de una construcción colectiva y
democrática, y ATILRA formará parte sin
ningún tipo de complejos, porque a lo único que
aspiramos es a que al sector le vaya bien.
-Del compromiso activo y eficaz de cada uno de los
sectores depende que ese Plan de gobierno se
transforme en una política de Estado…
-¡Exacto! Eso es lo que ha faltado siempre en
Argentina, como sucede en otros países donde hay
políticas de Estado para las distintas actividades y
no para la lechería.
Ésta es una oportunidad para poner en marcha un Plan
Estratégico que ubique esta actividad en el lugar
que se merece, porque la lechería en Argentina,
sin lugar a dudas, es un sector que fortalece las
economías regionales, indispensables para el
crecimiento armónico de un país, fundamentalmente en
aquellos lugares alejados de los grandes
conglomerados urbanos como son los pueblos del
interior.
-Un sector que distribuye renta y genera empleo...
-Sin dudas, se conoce enseguida los pueblos donde
hay lechería. En primer lugar, la explotación
tambera se da durante los 365 días del año y
necesita gente radicada en el campo. Donde hay
lechería hay pueblos, escuelas, una historia viva y
empleo. Trabajo para los veterinarios, para los
ingenieros agrónomos en el manejo de las pasturas,
para la gente en general. Alrededor de los
establecimientos, además, están las usinas lácteas
que emplean trabajadores, hay técnicos, camioneros,
etc.
En realidad, cualquier gobierno que se precie de
comprender estos temas debe promocionar políticas
que lleven a la actividad láctea a ocupar un lugar
importante dentro del contexto socioeconómico del
país.
El proceso de "sojización" que experimenta
nuestro país viene desplazando a la
lechería y generando pobreza en el
campo. |
-No me lo contaron, lo vi viajando de Córdoba a
Sunchales hace unas semanas: uno se cansa de ver
soja y soledad, y cuando comienzas a ver alguna
casita, aparecen las vacas, la lechería, los
pueblos…
-Es una historia muy triste que vive el país: en los
últimos años,
muchos
sin saberlo, por error u omisión, se embarcaron en
modelos de producción que están vaciando el campo.
Nadie niega el valor de la agricultura, pero el
proceso de "sojización" que experimenta nuestro país
viene desplazando a la lechería y generando pobreza en
el campo.
Existe una diferencia abismal entre lo que pueden
producir la agricultura y la lechería en
determinados lugares del país.
La
actividad láctea, a pesar de todas las dificultades,
facilita un crecimiento homogéneo; la soja, en
cambio, da muy buenos dividendos para unos pocos que
ni siquiera viven en esas localidades. La lechería
es otra cosa.
-Entonces, debe preocupar que en los últimos 20 años
se perdieron unos 40 mil establecimientos lecheros…
-Uno ve con preocupación que muchas pequeñas
explotaciones fueron derrumbándose. Si bien la
cantidad de litros de leche que se procesa en este
país se mantiene más o menos estable, el número de
establecimientos tamberos ha disminuido, y esto
tiene que ver también con que muchos tambos pequeños
fueron absorbidos por las grandes explotaciones.
Por ello el Plan que se pretende poner en acción,
busca beneficiar y proteger al pequeño y mediano
productor. Me parece que eso es importante porque
son los que generan la economía de amplias regiones
del país.
-¿Pero cómo se salva una actividad cuando a los
productores muchas veces se les paga por debajo de sus
costos?
-Este es uno de los grandes problemas que han vivido
los productores en los últimos años. Nadie puede
trabajar por debajo de los costos. Tener un déficit
económico diario se vuelve un problema financiero
tremendo a mediano y largo plazo. Esa es la razón
que explica por qué muchos productores quebraron y
abandonaron la actividad.
Se
observa en el sector una importante
participación de capitales extranjeros. |
-El sector lácteo a nivel mundial está altamente
transnacionalizado, ¿ese proceso se da también aquí?
-En las dos principales empresas lácteas del país,
ya sea por trayectoria, por historia o por la
cantidad de litros que procesan, se observa una
importante participación de capitales extranjeros.
Además, hay una creciente penetración de
transnacionales del sector alimentos que ahora
también están en el sector lácteo.
-¿El número de trabajadores en la industria ha
venido disminuyendo?
-No, aunque pasamos por muy malos momentos en 2007 y
2008; diría que hasta hemos experimentado un
crecimiento. Y podría ser mejor, porque en la
industria hay promedialmente un 40 por ciento de
capacidad ociosa…
-¿Cómo se explica esta situación?
-Falta materia prima, y además, en Argentina
se consideró que el crecimiento que se registró en
la década de los 90 iba a ser sostenido. Ante esa
proyección, muchas empresas se endeudaron para
mejorar tecnológicamente, porque se anticipaba un
crecimiento en la oferta de materia prima. El
crecimiento no fue tal y ello explica la situación
hoy.
-Ustedes tienen una posición definida e interesante
ante la producción de leche en polvo…
-Es verdad, esa actividad no genera mano de obra.
Son
pseudo usinas lácteas que lo único que hacen es
secar leche y exportar: con poca tecnología y poca
mano de obra.
Lo malo que estos industriales reciben el mismo
tratamiento que aquellas empresas que prácticamente
formaron la lechería en Argentina, que han
hecho muchísimo por los productores, invirtiendo en
tecnología, llevando tecnología para el campo, y que
invirtieron en prepararse para competir en el
mercado interno y exportar.
Otras empresas, por el precio que llegó a tener la
tonelada de leche en polvo a nivel internacional, lo
único que hacen es acopiar materia prima pagándola
bien - porque no tienen
estructura, no tienen casi empleados - y sacar
afuera esa producción. Esperamos que el Plan que se
está estructurando ahora también observe esta
situación.
-¿Y a nivel sindical, cómo se está?
-De
los 30 mil trabajadores que hay en la industria, 25
mil están afiliados a ATILRA. En 2002, cuando nos
hicimos cargo de la organización, contábamos con 11
mil afiliados, y desde entonces no hemos dejado de
crecer.
-¿La tercerización es fuerte aquí en el sector?
-Era un problema, nosotros lo corregimos. La
tercerización llegó con fuerza en los 90, cuando se
observó un retroceso en la labor de las
organizaciones sindicales y se legisló a favor de
los empresarios…
-Los años del Menemismo…
-Claro. En nuestro sector muchas usinas lácteas
utilizaron empresas tercerizadoras, tirando abajo
los beneficios del Convenio Colectivo que tenía
ATILRA en aquellos años. Fue un tiempo
complicado en el cual se aprobaron muchas “leyes
basura”, por intermedio de las cuales se flexibilizó
el mercado laboral.
Gracias al trabajo desarrollado, con fuertes
medidas de presión, con todo el Sindicato
movilizado, logramos acabar con la tercerización.
Nadie nos regaló nada y hoy todos aquellos
trabajadores tercerizados gozan del Convenio
Colectivo y forman parte de nuestra organización.
-¿Cómo evalúas esa idea del Sindicato de Nueva
Zelanda de incorporar en la UITA un departamento,
una red global de los trabajadores lácteos?
-¡Es indispensable y necesario! He leído que también
otras organizaciones opinan igual. En un mundo
globalizado los trabajadores lecheros no podemos
escondernos de los cambios que están ocurriendo. Es
esencial la creación de un frente que agrupe a todas
las organizaciones representantes de los
trabajadores lácteos; es imprescindible.
-Frente a la globalización muchas organizaciones se
paralizan, les gana el fatalismo. ¿Por qué ATILRA sí
puede?
-Porque siempre que hay sueños y convicciones
desaparecen los miedos, y cuando eso ocurre uno sabe
que se puede, y ésa es la realidad.
Nosotros no tenemos miedos y sabemos que tenemos un
puerto de destino hacia donde marchamos, con
estrategia, con nuestros mejores ser humanos al servicio
de esas estrategias, entonces es imposible que no se
pueda.