El pescado es un alimento
cada vez más popular, pero también más escaso. Desde 1950, su consumo en todo el
mundo se ha multiplicado por cinco. Sin embargo, el mar no puede dar respuesta a
tanta voracidad. El 90 por ciento del daño que sufren nuestros mares y océanos se debe a
la sobrepesca, explica el biólogo Daniel Pauly, director del Centro de
Pesquerías de la Universidad British Columbia de Canadá, que recibió el IV
premio Ramón Margalef de Ecología que concede la Generalitat de Cataluña.
Calificado por la
revista Scientific American como "uno de los 50 científicos más influyentes",
Daniel Pauly es una autoridad mundial en el estudio del declive de las
reservas pesqueras y la respuesta de los ecosistemas ante la presión humana. Las
grandes flotas han arrasado hasta los caladeros más recónditos y han desmontado
el equilibrio del ecosistema marino. Los mercados de los países desarrollados
demandan, sobre todo, grandes depredadores como el bacalao o los túnidos. "Si no
se hace algo, el atún será la próxima especie en desaparecer", afirma taxativo
Pauly.
Critica los subsidios pesqueros, que no hacen más que legitimar una pesca que
dedica demasiados recursos para capturar poco pescado. "Si ofreces subsidios,
resulta rentable continuar pescando".
Daniel Pauly defiende la pesca artesanal y el consumo de especies más
pequeñas y abundantes, como la anchoa. Y cree urgente establecer reservas
marinas efectivas. Un 10
por ciento de los bosques están protegidos. Tan sólo un 0,7 por ciento de los
mares lo está,
apunta.
Así las cosas,
propone crear reservas marinas, y "una caja negra" en los barcos que permita
detectar y penalizar su actividad en estas zonas. Concluye que la crisis del
sector ofrece una oportunidad para repensar la pesca en todo el mundo.
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