And the winner is: Pescanova
(Y el ganador es: Pescanova) |
Desde estas líneas quisiera
proponer a los directores de The Economist o The
Financial Times el reconocimiento a la trayectoria empresarial de la
firma española Pescanova. Muchos son los premios que se otorgan hoy en
día, pero, que yo conozca, no existe ninguno especializado en laurear a las
empresas y corporaciones que mejor saben sacar rendimiento a los principios
neoliberales que rigen en el mundo, a saber: maximizar por encima de todo los
beneficios, competir sin límites ni protección, universalización del intercambio
comercial y liquidación de las culturas autóctonas. Pescanova, con todas
las dificultades que supone abrirse camino desde una economía fuera del G8,
es decir, fuera de la liga de los galácticos, ha empleado las mejores tácticas
para merecerse el premio en cuestión y ponerse a la altura de cracks como
Nestlé, Monsanto o Exxon, en un sector tan poco puntero como
es la pesca. Doble mérito.
Destaca su capacidad para
obtener acceso a ayudas públicas que financian -en ocasiones cerca del 100 por
ciento- sus inversiones en Chile, Portugal o Namibia,
esgrimiendo argumentos de favorecer el desarrollo de las zonas donde implanta
nuevas piscifactorías o explota nuevos caladeros. Con estas ayudas, además de
reducir costos propios, se le hace fácil deslocalizar muchas de sus plantas a
países donde las condiciones laborales y medioambientales son muy frágiles,
asegurando así cumplir con el precepto número uno: maximizar sus beneficios.
En septiembre de 2006
Pescanova absorbió al grupo francés Seabel SAS, propietario de
la firma Krustanord, líder en el mercado galo de langostinos. En este
último año Pescanova compró una de las empresas de mayor producción de
langostinos de cultivo en Mozambique, y en junio hizo lo mismo con la más
importante empresa estadunidense de este crustáceo, pasando a ser la propietaria
de sus plantas en países como el de ustedes, señores lectores, México, y
también en Guatemala, Honduras y Nicaragua, entre otros. En
breve todo este esfuerzo de Pescanova alcanzará su objetivo o precepto
número dos: competir sin límites. Pescanova será sin duda el rey del
langostino en un exquisito ejercicio de concentración empresarial.
El tercer hito a reconocer es
su enorme facilidad para generar intercambios comerciales con brillantes
beneficios económicos para sus accionistas. Sólo hablando de merluzas, y que
nadie se ofenda, Pescanova, mediante una empresa mixta que tiene capital
local, captura casi todas las merluzas que se pescan en Namibia, y sin
descuidarse ninguna, todas viajan hacia Europa y Estados Unidos.
Sin abordar los efectos ecológicos y sociales que el libre mercado provoca, y
que los cánones neoliberales prohíben contabilizar, este trasiego de merluzas es
uno de los responsables de la crisis de los pescadores de la especie en Galicia,
España, precisamente donde se encuentra la sede central de Pescanova,
que los está obligando a desprenderse del producto que pescan este verano. Las
merluzas atlánticas (las propias de Galicia) pican, pero los precios han caído
en picada.
Historias similares ocurren en
el sur de Chile, donde Pescanova puede hacer gala de haber
transformado el paisaje y la cultura de esas regiones. La pesca artesanal de
merluzas y la recogida de moluscos tiene que dejar paso a la imponente presencia
de la industria del salmón de cultivo para la exportación. Es decir, se han
construido entre los fiordos balsas-jaula para la cría y engorda de salmón, se
potencia la presencia de la pesca de arrastre en alta mar para sustraer el mayor
número posible de peces tipo anchoas y sardinas, que procesados en industrias
harineras dispersas por la costa alimentarán a los salmones, para finalmente ser
procesados en frías fábricas por mujeres en precarias condiciones laborales.
Un premio de estas
características debería ser entregado por Johnny Depp,
interpretando al legendario Jack Sparrow de Piratas del Caribe. Yo
sería el primero en felicitar a Pescanova, y propondría otros candidatos
para futuros galardones. Todos ellos, los nuevos amos del mundo, que han
usurpado la soberanía de los pueblos para decidir sus fuentes de alimentación,
agrediendo sin piedad a los bienes naturales y comunes. Al abordaje.
Gustavo Duch Guillot*
La Jornada
6 de agosto de 2007
* Director de Veterinarios
Sin Fronteras
Ilustración:
Rel-UITA
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