El Salvador

Prudencia, tensión, espera y alerta

Un manto de dudas cubre el asesinato de un sindicalista

 

Miguel Ángel Vásquez

Dirigente de STSEL

 

 

Miguel Ángel Vásquez, secretario de Finanzas del Sindicato de Trabajadores del Sector Eléctrico (STSEL) apareció asesinado el pasado miércoles 18 con dos tiros en la cabeza. Se presume que fue secuestrado y ultimado en su propio vehículo, y su cuerpo fue luego abandonado en los suburbios de San Salvador. Si bien el homicidio de Miguel Ángel aún no es calificado como político por su familia, por el Sindicato o demás organizaciones sociales salvadoreñas, el hecho ocurre en un clima de alto voltaje político debido a la escalada represiva desatada por el gobierno contra las organizaciones sociales y opositoras. Por ahora, se aguarda el fin de la investigación oficial en una tensa espera

 

Sus compañeros lo describen como metódico, ordenado, hombre de familia y de gran dedicación al Sindicato y a sus compañeros de trabajo. Ingresó en STSEL (cuando aún era ATCEL) en 1990 y tenía más de 20 años de desempeño en el sector eléctrico. “Era un compañero de absoluta lealtad con la organización”, dijo Roxana Deras, secretaria general de STSEL. “Era de aquellos que se sacaban la comida de la boca para dársela a otro”, mencionó un compañero de trabajo identificado como Ernesto, al comentar que era una persona sin vicios y solidario, al tiempo que recordaba cuando años atrás, en medio de grandes conflictos laborales, Miguel se preocupaba siempre por las necesidades de sus compañeros despedidos. Miguel también era una persona de fuertes convicciones religiosas.

 

Paradójicamente, este jueves 19 de julio él y otros de sus compañeros recibirían una placa de reconocimiento por sus años de servicio en la empresa “Duke Energy”, para la cual laboraba. Incluso, varios ejecutivos de la compañía presentaron personalmente sus condolencias a la familia y a sus compañeros y compañeras en el local sindical, donde esta siendo velado. STSEL y Duke Energy mantienen una relación laboral normal y estable que incluye la negociación colectiva.

Las causas de este asesinato permanecen bajo un manto de dudas que atribula a su familia, a la comunidad sindicalista y al movimiento social y popular salvadoreño.

 

De la casa al trabajo

 

Su esposa manifiesta que Miguel iba siempre de la casa al trabajo. Sus compañeros lo vieron por última vez con vida el martes 17 de julio a las 5 de la tarde, a la salida de la planta térmica de Soyapango en donde se desempeñaba como encargado de combustibles. Según sus familiares, Miguel tenía proyectado pasar por unas vacunas a una veterinaria en el centro de San Salvador antes de llegar a su casa. El dueño de la veterinaria -un conocido de la familia-  manifiesta que nunca llegó. Lo que permite suponer que el secuestro del sindicalista se pudo dar en el trayecto.

 Según versiones citadas por el parte policial y que fueron recogidas de los vecinos de la colonia Las Palmas, municipio de Mejicanos, al norte de San Salvador, el vehículo propiedad del sindicalista estuvo parqueado cerca de dos horas en marcha, con las luces encendidas en la entrada del pasaje Méjico con varias personas abordo. Luego se escucharon dos disparos y el vehículo se retiró a toda prisa.

 

El mismo vehículo propiedad del sindicalista fue encontrado al medio día del miércoles 18 de julio en la colonia 22 de abril, en Soyapango. La búsqueda de Miguel por sus familiares y compañeros comenzó la misma noche del asesinato, al causarles extrañeza que no hubiese llegado a su casa. Medicina Legal habría recogido el cadáver como desconocido, con dos impactos de bala en la cabeza a las 9:10 de la noche del día 17, y fue reconocido por su familia y compañeros en la mañana del miércoles 18. Miguel no portaba dinero ni prendas de valor, sólo sus documentos fueron sustraídos.

 

Una tensa prudencia en estado de alerta

 

Aunque la dirigencia de STSEL se ha mostrado por el momento prudente en señalar responsables o móviles del crimen para no entorpecer las investigaciones, el asesinato del sindicalista ocurre en un momento difícil para el movimiento popular y sindical salvadoreño. Se da en un momento de tensión debido a la existencia de 13 presos y presas políticos a quienes se les ha aplicado una ley antiterrorista luego de protestas civiles desarrolladas en Suchitoto el pasado 2 de julio. Asimismo, en los últimos tres años, han ocurrido diversos asesinatos de líderes políticos y sindicales que, sin excepción, han quedado en la impunidad. Los casos han venido desde el asesinato de Gilberto Soto, sindicalista salvadoreño-estadounidense, pasando por religiosos y varias figuras de la izquierda salvadoreña. “No descartamos ningún móvil, pero tampoco podemos asegurar una causa concreta en este momento. Lo importante es que no quede en la impunidad y se investigue a fondo”, dijo la dirigente Roxana Deras.

 

La prudencia en las declaraciones no evita las preocupaciones sobre un posible mensaje de intimidación a las organizaciones sociales y sindicales. “Parece que estamos como en aquellos del año 78, cuando empezaron los asesinatos de líderes sindicales a diestra y siniestra”, mencionó un compañero de trabajo de Miguel. Aunque todas las personas alrededor de su comunidad sindical insisten en la necesidad de no apresurarse, dado que está en curso una investigación oficial, tampoco descartan una investigación independiente de manera simultánea.

 

Un contexto muy complejo

 

Lo cierto es que El Salvador esta siendo sacudido por una seria crisis política y social. El auge de la delincuencia, la crisis económica, y la represión a las organizaciones sociales, presenta un escenario que está causando preocupación dentro y fuera del país. La excusa gubernamental para evitar profundizar en los crímenes, como el perpetrado contra del sindicalista, es siempre la delincuencia común. Hecho que también denota la crisis de gobernabilidad y el agotamiento del modelo económico, incapaz de brindar estabilidad y bienestar a la población.

 

CEAL

20 de julio de 2007

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