El Salvador
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Intoxicación masiva en CALVO (V)
Amenazas e insultos contra
dirigente sindical
ante inspectores del
Ministerio del Trabajo
El pasado 9 de enero inspectores del
Ministerio de Trabajo (Mitrab) y del Instituto Salvadoreño de Seguro Social (ISS)
iniciaron una inspección a la planta de Calvo Conservas ubicada en el puerto de
La Unión que se extendería durante otros dos días finalizando el viernes 11.
La inspección había sido solicitada por el Sindicato General
de Trabajadores de la Industria Pesquera y Actividades Conexas (SGTIPAC)
luego del episodio de intoxicación masiva ocurrido el 21 de diciembre de 2007 en
dichas instalaciones, y que provocaron que gran parte del personal afectado
debiera ser atendido en las emergencias sanitarias locales.
Antes de iniciar la inspección, los funcionarios explicaron
que el sindicato patronal también había solicitado su intervención al MITRAB,
pero lo había hecho en la oficina de La Unión de esa Secretaría de gobierno,
mientras que la demanda del SGTIPAC había ingresado en la capital, San
Salvador. El SGTIPAC sabe por experiencia propia que el personal del
MITRAB
en La Unión suele ser muy sensible a las presiones patronales.
Finalmente se acordó que la inspección la haría el personal local con
supervisión directa e in situ de los inspectores capitalinos.
No hay mejor
defensa…
Desde el inicio mismo de la visita oficial, y delante de los
funcionarios públicos, el gerente de Seguridad Industrial de
Calvo
Conservas,
Fredy Benavides, comenzó a agredir e insultar a Julio Funes,
trabajador de la planta y dirigente del SGTIPAC cuyo testimonio es la
base de un vídeo ampliamente difundido en internet (ver
video) en el cual se denuncian la intoxicación masiva de diciembre
pasado y la inoperancia e irreponsabilidad de la empresa
Calvo. A
Benavides se le sumó Eduardo Meléndez, gerente de Recursos Humanos,
quien también comenzó a increpar e insultar a Funes.
Este comportamiento responde a una metodología habitual
utilizada por estos y otros funcionarios de confianza de
Calvo Conservas,
pero además se compadece con el evidente nerviosismo que ha cundido entre varios
jerarcas cuya responsabilidad en el referido incidente estaría claramente
demostrada.
Benavides,
por ejemplo, como encargado de la Seguridad Industrial de la empresa, es
responsable de no haber capacitado adecuadamente al personal sobre cómo actuar
en caso de emergencia, y de haber perdido el control de la circulación de las
sustancias químicas peligrosas dentro de la planta. Eso permitió que el jefe del
sector limpieza, conocido como Israel, las dispusiera incorrectamente y
llegara a las manos de un trabajador de limpieza un botellón sin etiqueta que
éste tomó por hipoclorito, pero que en realidad contenía otra cosa aún no
determinada cuya combinación con el agua provocó la reacción química
contaminante.
El director y el jefe de Planta, respectivamente Antonio
Huezo y Edwin López, son acusados por los trabajadores de
haberse retirado antes del fin de las labores diarias en una clara violación a
sus deberes funcionales, y los que es peor, de haberse presentado en estado etílico
en medio de la emergencia, ya que se encontraban participando en una celebración
privada en un club contiguo al local de
Calvo Conservas. Su falta de
lucidez para afrontar la circunstancia entorpeció la adecuada reacción para
atender a las víctimas.
Cortar por lo más delgado
Por supuesto, el instinto represivo de las gerencias de
Calvo Conservas -y su necesidad de hallar un chivo expiatorio que las
exculpe-, determinó que fuese despedido en el acto Alexander Flores, cuya
única responsabilidad fue realizar su trabajo como lo había venido haciendo
hasta esa noche. El bidón a medio vaciar y sin etiquetar conteniendo la
sustancia química que provocó la intoxicación masiva, nunca debió estar dentro
de la planta ni cerca de los instrumentos de limpieza habitualmente utilizados.
Alexander Flores no debe ser despedido, sino compensado por haber sido
expuesto -junto a todos los trabajadores y trabajadoras- a un grave peligro
sanitario provocado por la desidia, la indolencia y la irresponsabilidad de
varios mandos medios de
Calvo Conservas.
Lejos de cumplir con su deber, la empresa elige minimizar los
hechos, confundir la investigación y recurrir a la intimidación: Alexander
Flores quiso dar su versión de los hechos y cobrar sus adeudos, pero el
gerente de Recursos Humanos Meléndez lo amenazó con “mandarlo a la
cárcel” si se acercaba a la planta, seguramente con la intención de silenciarlo.
Flores, sin embargo, declaró ante la Inspección del Trabajo a pesar de las
intimidaciones empresariales.
Otras amenazas aún más graves fueron lanzadas públicamente
por Fredy Benavides contra el dirigente del SGTIPAC Julio Funes,
a quien, luego de insultarlo soezmente delante de sus compañeros de labor y de
los inspectores de Trabajo, le anunció gritándole en su cara que “allá afuera te
voy a dar todos los ‘diplomas’”. Funes le exigió que aclarara el sentido
de sus palabras, y si esos “diplomas” serían acaso balazos.
Ante esta gravísima amenaza efectuada en presencia de las
autoridades laborales salvadoreñas, el SGTIPAC hace responsable a
Fredy Benavides y a
Calvo Conservas sobre cualquier agresión o
atentado a la seguridad personal que pudiera sufrir Julio Funes.
En esos mismos días una ONG de Guatemala realizó una
“auditoría social” a Calvo Conservas por encargo de la Compañía Española
de Financiación al Desarrollo (COFIDES), cuyos aportes financieros al
Grupo Calvo, como a todas las empresas que ella asiste, están condicionados
al respeto a los derechos humanos y al cumplimiento de prácticas de
“responsabilidad social”. La auditoría fue implementada a partir de que se
conociera el episodio de intoxicación masiva de diciembre pasado.
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Carlos Amorín
Rel-UITA
21 de enero de
2008 |
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Con información del SGTIPAC y del Centro de Apoyo
y Estudios Laborales (CEAL) de El Salvador
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