Durante 2005, 145 personas murieron tratando de defender sus derechos laborales. Además, otras 463 recibieron amenazas de muerte, 704 sufrieron torturas a causa de su militancia sindical y se produjeron 2.018 arrestos por este motivo, según denuncia la Central Sindical Internacional.

 

Guatemala

Pedro Zamora

 

Pedro Zamora, estribador, era un sindicalista guatemalteco que luchaba con otros trabajadores por evitar la privatización del puerto de Quetzal, el más grande del país. Él y sus compañeros temían por su futuro y habían elaborado un plan que hacía viable la supervivencia del puerto en el ámbito público. El conflicto está aún sin resolver, pero Pedro Zamora no podrá ver el resultado. El pasado 15 de enero unos pistoleros acabaron con su vida, delante de su hijo de tres años, que resultó herido. No les bastó con destrozar el coche en el que viajaba y agujerearle el cuerpo. Los sicarios le pegaron un tiro a quemarropa, en la cara, al más puro estilo de los cuerpos paramilitares de la guerra civil de Guatemala.

El asesinato fue denunciado por la Central Sindical Internacional (CSI), que agrupa a más de 180 millones de trabajadores en 154 países del mundo. Su secretario general, Guy Ryder, afirmó que “este asesinato fue premeditado y con él se parece querer transmitir un mensaje a quienes se atreven a defender sus derechos fundamentales”. No se puede ser más certero.

 

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Muertes, amenazas y coacciones

El caso de este sindicalista guatemalteco está lejos de ser la excepción. Durante 2005, último año del que se disponen datos, 145 personas murieron tratando de defender sus derechos laborales. Además, otras 463 recibieron amenazas de muerte, 704 sufrieron torturas a causa de su militancia sindical y se produjeron 2.018 arrestos por este motivo, según denuncia la CSI.



La exactitud de las cifras tiene una razón de ser: estos son los casos denunciados, de los que hay una queja formal y real. No se tiene en cuenta las cientos de miles de violaciones de los derechos básicos, torturas, amenazas y chantajes que sufren en silencio cientos de miles de trabajadores en todo el mundo.

La encrucijada colombiana

En el continente latinoamericano se produjeron 114 de los 145 asesinatos a sindicalistas.
Colombia es la gran responsable de esta situación, puesto que en este país murieron 99 obreros pertenecientes a algún sindicato. Otros 445 recibieron amenazas de muerte. En este país ser sindicalista es aún más peligroso que en el resto del continente o del mundo. Atacados por narcos, guerrilleros y paramilitares, los obreros colombianos se encuentran continuamente entre la espada y la pared y sin ningún tipo de protección.

Pero no es el único país latinoamericano en el que hay problemas de este tipo. En
República Dominicana asesinaron a 8 personas por su militancia sindical.

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BRASIL

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Contra la Violencia

en el Campo

 

En Brasil, los miembros de los sindicatos y organizaciones agrarias son a menudo amenazados y maltratados, cuando no asesinados, por los pistoleros de los terratenientes.

 

En el Salvador, murió asesinado Gilberto Soto, del sindicato estadounidense International Bortherhood of Teamsters.

 

En Venezuela, el libertador Hugo Chávez ha anunciado a bombo y platillo que bajo su mandato la Central Nacional (CTV) se iba a convertir en “polvo cósmico”, según relata Pascual García en el diario español El Mundo.

China, cómo no

La situación en Asia no es mucho más halagüeña. Para empezar hay países como Birmania, Vietnam o Laos que prohíben cualquier actividad sindical. China no lo hace, a cambio de que todos los trabajadores se sumen a su Federación de Sindicatos Unidos que, paradójicamente, está formada por una sola asociación. Utilizar este sindicato oficial como arma de protesta y defensa de los derechos fundamentales es impensable. Crear otra nueva e independiente puede traer serias consecuencias para quien lo intente, tal y como denuncia la ONG Human Rights Watch en su Informe sobre el estado de los derechos humanos en el mundo 2007.
 

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Estados Unidos

22-1-2007

Wal Mart intenta lavar la cara con nueva campaña mediática

Por Daniel Gatti

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La situación es tal que el hecho de que
Wall Mart, empresa estadounidense líder mundial en el sector de la distribución, haya decidido dejar a sus trabajadores chinos formar parte del sindicato único se ha considerado como un éxito a celebrar.

En
India, Filipinas, Corea del Sur y otros países de la zona se sigue con la costumbre de reprimir con violencia, y con disparos si es necesario, las manifestaciones de los sindicalistas. Y la lista podría seguir.

El agujero de Oriente Próximo

Inmersa en la peor de las situaciones posibles, Oriente Próximo no podría ser una excepción en lo que a la violación de los derechos de los trabajadores se refiere. Los sindicatos están prohibidos en
Omán y Arabia Saudí. El resto de los países de la zona del Golfo Pérsico usan el modelo de sindicato único. Eso sí, sólo para la exigua minoría nacional que vive prácticamente de las rentas. La masa trabajadora, importada de Filipinas, Pakistán y otros países en desarrollo no tiene ningún tipo de derecho.

En
Irán las cifras oficiales registraron cuatro muertos y más de 40 heridos cuando la policía cargó contra los trabajadores de una empresa constructora que estaban en huelga. Los detenidos y los torturados se cuentan por decenas. Y son cifras oficiales de un régimen teocrático y secretista, seguramente manipuladas a la baja y susceptibles de toda sospecha.

Nos quedan
Estados Unidos y la vieja Europa, donde la situación no es ni tan mala como en estos sitios ni tan buena como debería ser. Bielorrusia es el país que menos respeta estos derechos (no lo hace en absoluto). La situación es parecida en Rusia y en toda la esfera ex soviética.

En la Vieja Europa, los grandes sindicatos han quedado reducidos en su mayoría a la defensa de pequeñas reformas e intereses corporativos, desvirtuados de su sentido y objetivos originales. Eso sí, se registra una inquietante tendencia a controlar esta actividad, por dócil que pueda parecer. En
Alemania, por ejemplo, dos gigantes de los supermercados como Aldi y Lidl han prohibido la presencia de sindicalistas en sus filas. Como en Birmania o en Arabia Saudí. O en las tiendas Wall Mart en Estados Unidos, sin ir más lejos. Corren malos tiempos para defender los derechos de los trabajadores.

 

 Juan Carlos Galindo

Agencia de Información Solidaria

29 de enero de 2007

 

 

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