Mi abuela me enseñó algunas cosas sobre la vida, no muchas,
pero las conclusiones a las que ella llegaba
se cumplían siempre. Dejadme que comparta
con vosotros una de ellas:
nadie da
duros a cuatro pesetas. Sé que
ahora en España están los consumidores muy
contentos con el auge de la
marca blanca.
Parece que, después de todo, mi abuela
estaba equivocada. Realmente la marca blanca
representa el duro a cuatro pesetas. La
misma calidad por mucho menos dinero. Sin
duda los fabricantes estaban abusando de
nosotros y ahora gracias a las grandes
superficies: ¡tenemos un precio justo!
Las grandes superficies son algo así como
Robin Hood, ¿No?
Yo que vivo fuera de España, en un
país mucho más “avanzado” en esto de las
marcas blancas os puedo contar un par de
secretillos. No pretendo ser alarmista pero
la marca blanca es el primer capítulo del
Apocalipsis.
Lo primero
que va a pasar, es que será mucho más
difícil encontrar la marca normal, la
original… A la izquierda, abajo, detrás de
los pañales es donde pondrán las aceitunas
“La española”. Como todo el mundo va con
mucha prisa y total “saben igual” y son dos
céntimos más baratas…pues la demanda de la
marca original bajará en picado.
Segundo,
aparecerán submarcas de la marca blanca.
Tendréis marca blanca, marca blanca
familiar, marca blanca superior, marca
blanca “luxury”, marca blanca orgánica y
marca blanca comercio justo. Cada una de
ellas con paquetería y colores distintos. Y
precios, precios distintos.
El tercer paso
en esta evolución es la desaparición de las
marcas “no blancas”. No importa, todavía
puedes elegir entre marca blanca, marca
blanca familiar, marca blanca superior,
marca blanca “luxury”, marca blanca orgánica
y marca blanca comercio justo.
El cuarto paso,
inevitable, es la depauperación de la
calidad. Uno se da cuenta de que por alguna
extraña razón a la gran superficie le sale
más barato producir las aceitunas en
China y por alguna extrañísima razón
vienen ¡saladísimas!, y hay que desalarlas
como al bacalao. Todo será incomestible
excepto la marca blanca luxury que costará
más que la marca original pero será peor que
aquélla.
El quinto paso
es la desesperación. Ya no hay marcha atrás.
No puedes amenazar al centro comercial con
dejar de comprar allí si no traen de vuelta
las marcas porque ya no hay alternativa. Las
tiendas de barrio han desparecido porque era
muy molesto coger el carrito y caminar cinco
minutos. Les has dado a las grandes
superficies el poder sobre tu comida. Te
pueden vender lo que quieran al precio que
les dé la gana.
Mi novio el otro día compró polos de
colores, que son estupendos si quieres darte
un capricho, no quieres engordar y no te
importa hartarte de colorantes. Le comenté
que eran un “pelín” insulsos y le pregunté
por qué no había comprado otra marca de
polos (que yo también sé producir hielo, de
hecho mi congelador lo produce a escala
industrial). Me contestó que no había otra
marca.
El jueves fui a comprar pasta a Tesco.
No pude encontrar una marca de espaguetis
que no fuera Tesco. Había Tesco,
Tesco economy, Tesco finest,
Tesco organic, Tesco original.
Había tagliattelle orgánicos de otra marca
pero no espaguetis ni espirales que no
fueran de Tesco. Si me gustan o no es
irrelevante porque no tengo elección, ¿qué
voy a hacer para castigarles, comprar otra
marca?
Amiguitos, nadie da duros a cuatro pesetas.
Si lo parece es porque alguien te está
dejando prestada una peseta. ¡Ya se la
pagarás, ya!
Susana Rodríguez
Lda. Filología Hispánica
6 de
agosto de 2009
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