En un
comunicado difundido esta semana, el
Sindicato de Trabajadores de la Industria de
la Bebida y Similares (STIBYS) advierte que
“Desde julio de 2006 estamos negociando el
Contrato Colectivo fundamentalmente para que
la SABMiller cumpla lo pactado en el
Contrato Colectivo del 2003 y mejore las
condiciones de trabajo y los salarios; pero
fracasamos en las pláticas directas, en la
mediación, y el 1 de diciembre fracasamos
también en la conciliación”.
En su larga trayectoria –53 años de existencia–, el STIBYS
ha acumulado la suficiente experiencia como
para percibir que, como analiza en su
comunicado, “La transnacional
SABMiller,
aliada a Coca Cola, no permite
sindicatos en cuatro de los seis países en
que opera en Latinoamérica; utiliza
el empleo temporal y la tercerización de
operaciones para impedir la sindicalización,
precarizar el trabajo y aumentar sus
beneficios. Al confrontar estas políticas el
STIBYS es para esas transnacionales
un objetivo a destruir”.
Y para probar su conclusión, el STIBYS aporta
información que deja en evidencia que los
obstáculos que pone la empresa no provienen
de una economía comprometida, ya que, según
el Sindicato, “En 2003 firmamos el último
Contrato Colectivo, y en ese año la empresa
obtuvo ganancias netas por 8 millones de
dólares; pero en 2004 sus ganancias netas se
elevaron a 35 millones de dólares, en 2005 a
51 millones de dólares y en 2006 a 59
millones de dólares (este año incluye sus
subsidiarias). En 2005 el capital de la
empresa era de 92 millones de dólares”.
Pero este incremento en los beneficios y las ganancias no se
debió únicamente a una mayor producción o
una mejor gestión, sino que para que ello
ocurriera los trabajadores y trabajadoras
debieron sudar el triple: “Esa abrupta
elevación de las ganancias de la empresa se
debe fundamentalmente a la explotación del
trabajo asalariado -explica el STIBYS-,
a los efectos del cierre de la planta del
Tizatillo, en Tegucigalpa, a los reajustes
de personal, a la concentración del trabajo
en menos trabajadores con recargos de tareas
en las distintas áreas de producción, a la
mayor concentración del sistema de
distribución y ventas, a las largas y
extenuantes jornadas de trabajo en los
distintos centros de ventas y distribución
del país, a la tercerización y uso de
trabajadores temporales para precarizar el
trabajo, al incumplimiento de muchas
cláusulas de carácter económico y social
contenidas en el
Contrato Colectivo, a la
apertura de gran cantidad de depósitos
particulares para eliminar rutas con
trabajadores permanentes, a las nuevas
tecnologías aplicadas en las áreas de
producción y distribución y a los aumentos
de precios de los refrescos y la cerveza”,
constata el comunicado.
Consultado por Sirel, Carlos Reyes, secretario
general del STIBYS explicó que “El
pasado fin de semana concluimos la etapa de
conciliación con la empresa, este próximo
fin de semana -8 y 9 de diciembre-,
estaremos realizando asambleas en todas las
plantas del país para elegir a nuestros
representantes al Congreso de Delegados que
tendrá lugar entre el 15 y el 16 de
diciembre. En ese ámbito presentaremos el
informe de todo el proceso de negociación colectiva, y será el Congreso el que tome
la decisión de si se va o no a la huelga. En
mi opinión, es prácticamente inevitable que
el Congreso apruebe la huelga. En ese caso,
una vez comunicada la empresa corre un plazo
de seis días antes de poder implementar
concretamente la medida. En virtud de la
especial época del año en la que estamos,
habrá que ver cuál será la fecha elegida por
el Congreso para iniciar la huelga”.
La negociación duró 16 meses, durante los cuales, al mismo
tiempo que mantenía un diálogo con el
Sindicato,
SABMiller iba
incumpliendo la aplicación del anterior
Convenio firmado en 2003. “En realidad
-acota Reyes- todo ese tiempo hemos
venido tratando de defender el Convenio
anterior en lo que se refiere, por ejemplo,
a la jornada de trabajo, anticipos, cantidad
de trabajadores en los puestos, la no
utilización de trabajadores temporales ni tercerizados en tareas permanentes, que
cualquier sustitución en las áreas de ventas
y distribución debe hacerse con trabajadores
permanentes, etc. Es increíble que estemos
luchando porque se respeten las ocho horas,
ya que la empresa presiona para que se
trabaje 12 y 14 horas diarias. En estas
circunstancias -finalizó Reyes-, no va
quedando otro camino que la huelga”.
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