Pertenecen a una categoría especial con un estatuto legal
propio, se manifiestan como históricamente discriminados y
en su sector no hay tradición de sindicalización. Es una de
las ramas de actividad en la que se registran más accidentes
y en la que más empleados mueren. Con su trabajo producen
alimentos, pero en algunos casos son padres de hijos
desnutridos.
Son cientos los que viven con su familia en casa de sus
patrones, con quienes conviven, y prácticamente forman parte
de la familia propietaria. Alguno ha llegado a heredar
propiedades. Bucólico.
Otros son peones zafrales que trabajan en condiciones
infrahumanas, asumiendo riesgos como el contacto con
agrotóxicos o la poda en altura, cobrando a través de
contratistas que no entregan recibo de sueldo y hacen
descuentos que no transforman en aportes a la seguridad
social. Siniestro.
Son los trabajadores rurales, que el martes 29 de marzo
mantuvieron la primera reunión preparatoria con empresarios
y representantes del gobierno de cara a la creación de un
Consejo de Salarios específico para el sector. Algo que
ocurrirá por primera vez, ya que no estaba previsto en la
Ley 10.449 del 12 de noviembre de 1943, que creó los
Consejos de Salarios.
"¿Sabés lo que habíamos tenido que hacer para sentar a una
mesa de negociación a la patronal citrícola en Salto? Un
paro de tres días", cuenta Felipe Carballo, dirigente del
Sindicato Único de Obreros Rurales y Agroindustriales (SUDORA),
con sede en Salto. Tiempo atrás, en la empresa Mi Granja de
San José ocurrió algo similar.
"Este es un ámbito para trabajar mano a mano y frente a
frente", evaluó Carballo, que en 2004 fue diputado del FA
por una semana. Actualmente está desocupado.
Una nueva "central sindical" de los asalariados del campo
busca consolidar su representatividad, nucleando a los pocos
sindicatos que hoy existen (siete) y promoviendo la
afiliación directa.
Es la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y
Afines (UNATRA), fundada el 5 de diciembre pasado.
En sus conversaciones con el PIT-CNT se maneja un proyecto
para salir al campo a informar sobre UNATRA y promover la
afiliación. De los 80.000 trabajadores rurales, los
delegados sindicales afirman que unos 15.000 se encuentran
representados en UNATRA.
El acto fundacional de esta Unión estuvo bañado de
simbolismo: se realizó en las afueras de Bella Unión, en la
chacra del sindicato decano de tierra adentro: la Unión de
Trabajadores del Azúcar de Artigas (UTAA). A instancias de
Raúl Sendic, el movimiento de los cañeros alumbró el
sindicato el 3 de setiembre de 1961.
Derechos
La principal aspiración que llevarán los trabajadores
rurales al Consejo de Salarios es la obtención de los mismos
derechos que el resto de los asalariados. Y enumeran:
jornada de ocho horas, un seguro de desempleo que funcione y
contemplaciones de género. Además, "los rurales son los
únicos trabajadores que pueden ser desalojados por la
Policía en caso de ocupación", especificó Germán González,
dirigente del Sindicato de Obreros de Mi Granja (SIOMI).
Como ejemplo de discriminación señalaron que "los salarios
mínimos de los trabajadores rurales se incrementaron entre
4% y 9% el 1 de enero de 2005, según las diversas
categorías; al mismo tiempo el salario mínimo nacional se
incrementó 50%". También, que hay mujeres que desempeñan
tareas rurales pero cobran como domésticas.
"Contrariamente a lo que se piensa a veces, el trabajador
rural tiene una situación buena, aunque con excepciones",
afirmó el presidente de la Federación Rural, Roberto Uriarte.
A Uriarte no le parece que las tareas de campo, por lo menos
las de la ganadería extensiva, sean "una actividad adecuada
para reglamentar un horario".
Dijo a El País que se trabaja con animales –que no tienen
horarios–, y que hay actividades que deben hacerse de noche.
También señaló que el hecho de que los empleados vivan en
los establecimientos en los que trabajan le confiere
características intransferibles a la labor y al estatus del
trabajador. Sin embargo, ante la nueva y ancha instancia de
negociación que se abre con el consejo de salarios, mostró
cautela y apertura: "Todo es cuestión de hablar; es un tema
muy delicado, todos estamos tanteando en un campo nuevo y
tratamos de mejorar y no de empeorar".
El presidente de la Federación Rural mencionó la necesidad
de "traer más gente a trabajar en el campo" y destacó que
"una de las condiciones es dar seguridades para patrones y
trabajadores".
Otro dirigente sindical, Juan Balbi, de la Unión de
Trabajadores Rurales Industria Azucitrus (UTRIA) de
Paysandú, dijo que "hay mucho para mejorar", aunque señaló
que la empresa ha ido cumpliendo con compromisos asumidos
con los trabajadores y que hay buen diálogo entre ambas
partes. Durante la zafra, en Azucitrus, trabajan unas 2.000
personas. Unas 800 en plantación y el resto en tareas de
empaque. En Azucitrus, un peón cosechador gana $ 19,77 la
hora, un tractorista $ 26,97 la hora y un capataz $ 33,95.
"Nos parece totalmente justo y razonable que aspiren a que
se les reconozcan los mismos derechos que al resto de los
trabajadores", afirmó Gustavo Pardo, el coordinador
ejecutivo de la Comisión Nacional de Fomento Rural.
Esta organización representará a 20.000 productores de todos
los departamentos en el consejo de salarios. "La mayoría de
nuestros representados (el 80%) son empresas familiares
–granjeros, lecheros–; en nuestro sector, por la
especialización de las tareas, se paga por encima de los
laudos", explicó Pardo.
La Comisión Nacional de Fomento Rural no representa los
mismos intereses que la Asociación Rural y la Federación
Rural, básicamente ganaderas. Por eso, dice Pardo, en la
representación patronal hay matices notorios: "no es lo
mismo el sector de la ganadería extensiva que la producción
más intensiva, tenemos algunas diferencias y entre las
expectativas que tenemos está la de armonizar al sector de
los empresarios agropecuarios y dignificar las condiciones
de vida".
"Son trabajadores históricamente postergados aunque sean los
que generan mayor riqueza y los productores de la mayoría
del alimento del país: el sector agropecuario es el que peor
distribuye", indicó Leonardo De León, miembro del
departamento de Agroecología de la Unión Internacional de
Trabajadores de la Alimentación y la Agricultura (Rel-UITA).
De León mencionó que el crecimiento del agro y del país
agroexportador es una realidad, "pero desde el punto de la
redistribución es un desastre".
Por la casa, la
comida y algo más
"Hay gente que trabaja por la casa y la comida", afirmó
Felipe Carballo, uno de los representantes sindicales de los
trabajadores rurales.
"A mí no me consta, pero puedo creer que pase y puedo creer
que pasen cosas peores. Como casa y comida, y que sean malas
las dos cosas", dijo, por su parte, Roberto Uriarte,
presidente de la Federación Rural.
Gustavo Pardo, el coordinador ejecutivo de la Comisión
Nacional de Fomento Rural, otra de las instituciones que
intervienen en el consejo de salarios, dijo que "no podría
garantizar que hay gente que trabaje por la casa y la
comida, son esas cosas que escuchamos, de las que tenemos
versiones, así como que sabemos de condiciones infrahumanas
de trabajo en sectores forestales".
Estas son situaciones que a nivel de consejo de salarios se
plantean transparentar y resolver.
Definiciones
necesarias para avanzar
La Mesa de Reforma Agraria y Soberanía Alimentaria,
instalada el 23 de febrero de este año, está integrada por
22 organizaciones. En su documento fundacional se especifica
que en 30 años desaparecieron 20 mil establecimientos
rurales y 128 mil personas "han sido obligadas a abandonar
el campo".
De acuerdo a este documento, existen unos 55 mil
trabajadores asalariados que carecen de sindicato y derechos
laborales: su jornal promedio es de 80 pesos. Por otro lado,
los propios representantes sindicales de los rurales afirman
que hay 80.000 asalariados en el campo, de los cuales 15.000
están afiliados a sindicatos. De aquí se desprende que son
65.000 los que no están representados por algún gremio. Más
aun: el presidente de la Federación Rural, Roberto Uriarte,
dijo a El País que la cifra de 15 mil trabajadores rurales
sindicalizados le parece "exagerada".
Estas contradicciones son la punta del iceberg de un sector
en el que la informalidad y la desregulación, la falta de
tradición sindical y de experiencia negociadora, son algunos
asuntos que se necesita superar para avanzar en los hechos.
La indefinición en cuanto a la categoría laboral de
trabajadores forestales (si son rurales o empleados
industriales) es otro tema. Clave para el Sindicato de
Obreros de la Industria de la Madera del Norte del País (SOIMANORPA).
El asalariado rural hace trabajos diversos: cuatro meses en
la zafra de la naranja o la manzana, dos meses alambrando, y
tres o cuatro meses tropeando.
Hay pequeños productores que son propietarios y
arrendatarios pero también completan su subsistencia como
empleados: son productores y asalariados.
Eliminar a los
contratistas
Los trabajadores rurales se proponen eliminar la
tercerización de los contratos laborales. Es muy frecuente
(especialmente en trabajos zafrales que exigen mano de obra
numerosa: citricultura, forestación y horticultura) que los
trabajadores respondan a contratistas y no directamente a
las empresas, que "se deslindan de las responsabilidades
laborales". Estos contratistas "cobran una comisión a los
trabajadores".
Riesgos
Según el Banco de Seguros del Estado, en 14 de los 19
departamentos del país los trabajadores rurales son el grupo
de mayor riesgo en cuanto a accidentes laborales.
En los años 2000 y 2001 se registraron 10.268 accidentes de
trabajo en la rama de actividad que incluye "agricultura,
caza, silvicultura y pesca": el 19,14% de los accidentes
laborales.
El sector más afectado fue la industria manufacturera:
12.241 accidentes, el 22,82% de todos los ocurridos en el
país.
En la mayoría de los departamentos, la actividad
agropecuaria fue abiertamente la de mayor riesgo. En Artigas
registró el 72,98% de los accidentes, en Río Negro el
58,39%, en Cerro Largo 53,32%, en Paysandú 52,52% y en Salto
48,75%. En otros nueve departamentos, los accidentes en el
sector van del 32% al 47% del total.
La inmensa mayoría de los accidentados –el 82,5%– eran
peones. Casi la mitad, 44% de los accidentados, hacía menos
de seis meses que se desempeñaba en su lugar de trabajo.
La estadística más concluyente es la más luctuosa. El 31% de
los 90 trabajadores muertos en 2000 y 2001 corresponde a la
categoría de trabajadores rurales. Más del doble que en el
sector manufacturero.
Javier
Lyonnet
Diario El
País
31 de marzo de
2005