La crisis alimentaria es sólo una expresión de
la injusticia que el capital le impone al mundo, porque su objetivo es obtener
incesantes ganancias, explotando fuerza de trabajo internacional y local;
saqueando la riqueza del Sur y cargándole a éste un intercambio muy desigual.
Las formas que adopta el Norte para apropiarse de los fondos y recursos del Sur
son múltiples. Entre ellas, está la deuda externa.
Calentamiento global y agrocombustibles
Lejos de lo que se pregona,
el problema del calentamiento global -que se relaciona con la producción
industrial y el consumismo occidental- se ve agravada con la producción de
agrocombustibles. Como acusa el senador colombiano Jorge Enrique Robledo,
aunque, ciertamente, la introducción de alcohol carburante o de agrodiesel en
mezclas de gasolina y diesel podría implicar una pequeña reducción de la emisión
de gases de efecto invernadero, resulta que cuando se hacen todos los cálculos
-y el asunto no se reduce a un vehículo sino a un conjunto de cosas que ello
encierra (deforestación, elevación de costos y gastos de energía, producción de
agroquímicos, uso de tractores y el transporte de agrocombustibles por todo el
mundo)-, entonces aparecen casos de polución ambiental y de gases de efecto
invernadero que ponen en tela de juicio el resultado final
.
Lo dicho es suficiente para
rechazar los agrocombustibles; pero contra ellos existen otros reparos. Primero
que nada, porque es inconcebible sustraer de un mundo con recursos limitados,
una porción inmensa de territorio y de recursos destinados a la producción de
comida. Peter Brabeck, jefe de Nestlé, acota: “Si se quiere cubrir el 20 por
ciento de la necesidad creciente de productos petroleros con biocarburantes,
como está previsto, no habrá nada que comer”. Por su parte, Jacques Diouf,
Director de la FAO, sostiene que el auge de los agrocombustibles aumentará en 9%
el gasto global de importación alimentaria de los países tercermundistas, cuando
el 10% representa mucha plata para la población pobre de un país (Ibíd.). Por su
parte, Jean Ziegler, funcionario de la ONU, suizo de nacionalidad y actual
relator para el derecho a la Alimentación, acusa como responsables de esta
situación, a la globalización unilateral por "monopolizar las riquezasde
la Tierra". Afirma que las multinacionales generan un tipo de "violencia
estructural" y concluye que el mundo de inequidad y terror que ellas imponen
debe ser detenido.
¿No nos dice nada acaso que,
según estudios prospectivos, se vaticina el desplazamiento de 150 a 200 millones
de “ecorrefugiados”?.
El fenómeno de la globalización
y su ideología
A la hora de examinar lo que
ocurre en el mundo, no se debe soslayar el fenómeno de la globalización o
mundialización actual. A este fenómeno nunca se le relaciona con la lógica
perversa de la expansión capitalista. Por el contrario, se ha hecho creer que la
globalización es una oportunidad real para desplegar todas las potencialidades
de desarrollo que poseen las naciones; lo que presuntamente es posible si
demuestran espíritu de superación, disciplina laboral y respeto a los principios
éticos; como lo hacen, según se dice, los países desarrollados. No en vano, se
ha sostenido insistentemente que las naciones, si no quieren quedar rezagadas,
deben aferrarse a esta “última oportunidad de desarrollo”, respondiendo a los
retos “ineludibles” que ella les demanda.
En torno a la mundialización,
el autor Samir Amin aporta, entre otras, las siguientes ideas:
1)
No se trata de
algo nuevo, sino antiguo; la antigua mundialización ofrecía “oportunidades” a
las regiones más atrasadas en función de que pudieran acercarse al nivel de
desarrollo de las más avanzadas.
2)
La actual mundialización es por naturaleza polarizante; significa que la
expansión del capitalismo genera, por sí misma, una creciente desigualdad
mundial que se agrava significativamente por la segmentación artificial en que
se mantiene al mercado laboral.
3)
El capitalismo actual llama a la mundialización actual no imperialismo –término
que prohíbe- sino “mundialización”; no hace concesiones como antaño las hacía,
por ello no es de extrañar que imponga programas de "ajuste estructural",
orientados a desmantelar las conquistas del nacionalismo populista de las
décadas anteriores.
4)
El capitalismo actual ejecuta políticas cuyas características son, por doquier,
las mismas, entre otras: elevadas tasas de interés, reducción del gasto público,
persistencia de la desocupación, desgravación fiscal en provechode los ricos,
desregulaciones y privatizaciones; no en vano, el sistema pretende desmantelar
la resistencia de los pueblos, apoyando el etnicismo y los fundamentalismos
religiosos, así como recurriendo a la manipulación de la opinión pública.
5)
La mundialización actual no es fatal: el modelo posee una fragilidad evidente,
dado que su estabilidad parte de premisas falsas, a saber, que los pueblos
acepten indefinidamente las condiciones humanas que el sistema lesimpone; que
sus protestas sean no sólo esporádicas sino también aisladas entre sí, al
alimentarse de diversas ilusiones, tales como las étnicas y las religiosas.
Aunque refiriéndose a la
mentalidad que caracteriza a los que en Bolivia atizan el separatismo, el autor
Rafael Bautista S. proporciona una caracterización que, de hecho, es
propia de todo el neoliberalismo como ideología de la mundialización: es
tautológica, auto-referente; no sale nunca de sí misma, ni pone en duda sus
certidumbres; amputa toda posibilidad, no sólo de aceptar otra palabra, sino
incluso la de escuchar la que los otros tienen que decir. Se trata, prosigue, de
una mentalidad que, a lo largo de cinco siglos, ha globalizado su apetito con la
promesa de igualdad, libertad y fraternidad, pero produciendo todo lo contrario,
porque siempre se desarrolla socavando al ser humano y a la naturaleza como
únicas fuentes de riqueza. Significa que su desarrollo no sólo impide el
desarrollo de los otros sino que amenaza con un suicidio general. Ese discurso,
continua, se orienta a inculcar a sus adeptos la creencia de que todos los demás
son enemigos y que éstos no son seres humanos. Y concluye que todo se justifica
después de privar a los demás de su condición humana, transformándolos en
monstruos.
Algunos retos del mundo actual
“Si se escucha -acusa Fidel
Castro- a los voceros de las transnacionales y su aparato de divulgación,
vivimos en el mejor de los mundos: una economía regida por el mercado, más
capital transnacional, más tecnología sofisticada, igual a crecimiento constante
de la productividad, del PIB, del nivel de vida y todos los sueños del mundo
para la especie humana…”. No obstante, la realidad mundial dista mucho de ser
así. Para comenzar, no debe ignorarse que Estados Unidos -país que ya dio
muestras de lo que es capaz en agosto de 1945…- posee un arsenal 10.000 ojivas
nucleares, seguido por Rusia con 6.000 e Israel con 400. Por cierto, esta última
potencia colonial,-que se ha rehusado siempre a firmar el Tratado de No
Proliferación Nuclear- es el único país del Medio Oriente que posee este tipo de
armamento.
De esta suerte, para que la
humanidad pueda salvar al planeta y a sí misma de las consecuencias derivadas
del consumismo y del productivismo irracionales -inherentes al sistema
capitalista-, así como de su persistente acción criminal contra el hombre, las
especies de plantas y animales y la naturaleza en su conjunto, debe forzosamente
asumir una serie de retos, nada fáciles. Entre otros:
1. Librar una persistente
lucha contra la globalización neoliberal.
Samir Amin propone, como
primer objetivo a trazarse para rechazar la mundialización actual, la reducción
del poderío de los cinco monopolios que posee el Primer Mundo sobre las nuevas
tecnologías, los flujos financieros, los recursos naturales planetarios, los
medios de comunicación y las armas de destrucción masiva.
En función de golpear al
mundo globalizado, el mismo autor habla de cumplir con exigencias como la de
crear frentes populares democráticos de carácter antimonopólico,
antiimperialista y anticomprador. Estos frentes deben trazarse no sólo objetivos
económicos y sociales alcanzables, sino también considerar como exigencia el
cuestionamiento a las jerarquías del sistema mundial. Para ello, deben construir
un concepto progresista de nación y nacionalismo, divorciándolo del conjunto de
“nociones oscurantistas, etnicistas, religioso-fundamentalistas y chauvinistas
hoy prevalecientes”, pero sin excluir la cooperación regional como necesariapara
constituir grandes regiones, condición para luchar eficazmente contra los
monopolios del imperio. Se trata, en fin, de lograr una integración de América
Latina, África, el mundo árabe, el sudeste asiático, China y la India, e incluso
de Europa del Atlántico a Vladivostok, a partir de alianzas populares y
democráticas que empujen al capital a ajustarse a sus exigencias. Y todo esto
debe conducir a una mundialización distinta.
2. La lucha por un nuevo
modelo agrícola.
La priorización delmodelo
agroexportador y del monocultivo que implica el agronegocio que practican los
grandes latifundios en función de exportar soja, algodón, eucalipto, etc., más
la negativa a realizar reformas agrarias, se cuentan entre las grandes causas
del problema alimentario mundial. Consecuentemente, en un plano local e
internacional, urge un nuevo modelo agrícola que permita el control de las
semillas y de la producción por parte de los agricultores y que, al mismo
tiempo, preserve el medio ambiente y produzca alimentos sin agrotóxicos.
Esto debe acompañarse del rechazo tanto a los tratados de libre comercio, como a
la producción de agrocombustibles.
3. La lucha contra el
calentamiento global.
La suerte del planeta y de
la humanidad misma depende, en parte, de cuán efectiva pueda ser la lucha para
detener a escala internacional el calentamiento global, reduciendo, en un plazo
de apenas diez años, la emisión de gases de efecto invernadero que son de los
principales causantes del problema indicado.
Para concluir, hacemos esta
pequeña reflexión: se escucha decir, con no poca frecuencia, que la
globalización es una realidad, con lo cual se da a entender que su poder es
imbatible; sin embargo, más reales son sus amenazas a la humanidad, a la vida y
a la naturaleza. Y precisamente por ello debe abatírsele sin vacilaciones de
ninguna índole. Ese es el gran reto que debemos asumir, si queremos preservar el
mundo en que vivimos.
Manuel Moncada
Fonseca
Ecoportal
16 de mayo de
2008
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