Rosa Emperatriz 
Martínez, 
psicóloga egresada de la Universidad 
Centroamericana, trabaja en la policlínica 
central del Ministerio de Salud. Durante algún 
tiempo su labor fue trasladar y recibir allí a 
los afectados de IRC. “En ese tiempo conocí su 
lucha y su sufrimiento -dice Martínez- y me 
encariñé con ellos”. Ese cariño es hoy un 
compromiso personal: colaborar con los afectados 
hasta que obtengan justicia.
 
Cada sábado Rosa hace el trayecto entre Managua 
y Chichigalpa, y se instala en la casa de
Carmen Ríos que, también cada sábado, se 
transforma en el punto de encuentro de los 
afectados, de sus familias y de un grupo de 
viudas que sigue luchando, reclamando que se 
haga justicia. La Asociación le paga el pasaje y 
en lo de Carmen interactúa con unas 150 
personas.  “En estas personas no sólo pesa la 
falta de salud física –dice Martínez-, 
también la emocional. Todos presentan una gran 
depresión por las pérdidas sufridas: la de sus 
maridos, la de la salud de sus hijos e hijas que 
han 'heredado' la enfermedad. A ello hay que 
sumarle el sufrimiento permanente ante la 
incertidumbre de su futuro. Toda esa situación 
impacta negativamente en sus defensas”, concluye 
la psicóloga. 
 
-¿Cómo haces para trabajar con 
tanta gente en tan poco tiempo?
-Por la mañana hablamos de un tema, y si hay 
necesidad de terapia individual lo hacemos. En 
la tarde me quedo observando a las personas, su 
comportamiento y viendo cuáles son las 
necesidades que tienen. Ahora estamos en la 
instancia de observación por parte de ellos, y 
de aceptación de mi presencia, de cómo me gano 
su confianza. Estas personas, como consecuencia 
de su enfermedad, son muy sensibles y por lo más 
mínimo se vuelven irascibles, de ahí que sea tan 
importante esta etapa de conocernos. 
Estas personas han perdido la fe por el 
desamparo de las autoridades, por la falta de 
respuestas y acciones por parte de la empresa (Ingenio 
San Antonio – Grupo Pellas). Entonces 
el hecho de que haya alguien que esté dispuesto 
a darles una mano, es importante.
 
-¿Tienen expectativas con el 
nuevo gobierno?
-La Ministra de Salud ha manifestado que va a 
ayudar a la población, pero no hay un programa 
específico para ellos. En mi caso estoy aquí a 
título personal.  Es tremendo, la empresa ganó 
millones a costillas de estas personas y hoy no 
les da nada,  esto les genera un estado de 
indignación y un dolor permanentes.
 
-La Asociación y este “círculo” 
que se forma acá en casa de Carmen parecen 
acciones positivas, que aportan un sentimiento 
de pertenencia un grupo en el cual el otro 
conoce mis problemas…
-En este tipo de grupos todos tienen una lucha 
en común, un dolor en común, y eso hace que se 
fortalezcan. Y estas personas no luchan sólo por 
una indemnización, luchan para que esto no siga, 
para que los actuales y futuros compañeros que 
trabajan en los cañaverales estén protegidos. Es 
muy importante el sentido de organización y la 
lucha que desarrollan por sus derechos. 
 
-¿Cómo ve el grupo el trabajo que 
están desarrollando contigo?
-Ellos fueron los que siempre quisieron traer a 
alguien para tener estas tertulias, y poquito a 
poco vamos avanzando. Este espacio está entre 
sus necesidades de distraerse y charlar, de 
escapar por un instante a tanto dolor y 
abandono. El dolor y el abandono, como siempre, 
terminan socavando la autoestima y, finalmente, 
la renuncia a los propios derechos.  Y ese es 
uno de los aspectos fundamentales que debemos 
apuntalar en estas víctimas de la crueldad 
empresarial extrema.
| 
| 
| 
En Managua,
Gerardo Iglesias 
© 
Rel-UITA 
9 
de abril de 2007 |  |    |      |